Paloma Merodio, vicepresidenta del Inegi, señala en entrevista que la pandemia ha dejado muy clara la importancia de la integración de los datos, tanto estadísticos como de salud o sociodemográficos, por ejemplo, para con ellos ubicar a las personas mayores —consideradas entre la población más vulnerable al COVID-19— y ligarlas geoespacialmente. Con ello, se puede saber dónde se encuentran y cuáles son las zonas de mayor riesgo por esta característica.
"El objetivo de estos mapas es poder identificar aspectos con mayor granularidad, porque a veces están los datos a nivel estatal, pero en este tipo de situaciones quizá ya no es suficiente, y quizá necesitamos políticas focalizadas a un menor nivel, que sería municipios o localidades", dice Merodio.
La idea de hacer este visualizador surgió de otros ejemplos internacionales, como es el caso de Colombia, que diseñó un mapa que identifica incluso por colonia cuántas personas con diabetes hay, otra comorbilidad de riesgo ante la epidemia de COVID-19.
A partir de ahí, se integraron datos económicos, sociodemográficos y de estadísticas vitales que posee el Inegi, para así poder sintetizar una "radiografía" completa de cada municipio y que esta información sirva a los tomadores de decisiones para desarrollar estrategias.
"Es importante bajar los datos a menor nivel de granularidad para poder hacer este tipo de análisis, de en qué áreas o en qué colonias existe la mayor población vulnerable, identificar hospitales, zonas de riesgo, donde quizá hay que tener un mejor control de la epidemia", argumenta la funcionaria.