Hace poco más de un año se confeccionó el prototipo de la cápsula, pero sus antecedentes se remontan a una década cuando Avilés también creó cámaras neonatales que protegen a los recién nacidos de bacterias y virus externos, solo que aquí es a la inversa, y es para blindar al personal de cualquier bacteria que está en el interior.
La primera cápsula estuvo lista en noviembre de 2019, meses antes de que se originara el coronavirus en la ciudad de Wuhuan, China. Cuando el virus se empezó a expandir por el mundo, se le realizaron modificaciones al diseño para que si un paciente con coronavirus tosía o estornudaba, la cápsula evitara que alguna partícula se escapara y así impedir contagios.
Por su diseño, el aire exterior busca entrar, pero no hay manera de que salga por lo que el paciente está aislado en todo momento y el personal seguro.
“Esta presión negativa favorece que aun cuando se rompiera el domo durante el traslado, el aire siempre va a ingresar, nada va a salir aún si el personal comete errores como no cerrar bien el cierre, también ocurriría el fenómeno de que entra el aire y no sale, eso hace que el equipo sea muy seguro para transportar pacientes y el aire que entra, antes de reincorporarlo al exterior lo pasamos por un filtro de alta eficiencia”, detalló.
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Para que un paciente pueda ser colocado en una de estas cápsulas, solo se requiere que el personal médico use un traje de protección, cubrebocas, googles y hasta tres guantes.
“El personal médico es extremadamente valioso y lo será el resto del año”, destacó.
La cápsula cuenta con seis certificaciones, entre ellas la Comisión Federal para la Protección contra riesgo Sanitarios (Cofepris), y cumple con la Norma Oficial Mexicana de traslado de pacientes.