Los espacios al interior de la Biblioteca Central eran ocupados casi en su totalidad por estudiantes hombres.
“Me ha parecido impactante. Yo no conozco la Ciudad de México y la UNAM es el único lugar que he hecho mi espacio; entonces, lo veo alterado”, señaló María Paola Barros, estudiante de intercambio de la Universidad Nacional de Colombia, quien llegó en meses pasados a estudiar Letras Hispánicas y cuya facultad se mantiene en paro desde noviembre.
“Yo no quería salir hoy, pero me ganó la curiosidad de lo que se iba a sentir, cómo era estar sin mujeres siendo yo mujer. Y al salir viendo a tantos chicos, me sentí insegura, me dolió la ausencia”, explicó.
María Paola consideró que tanto esta protesta como las marchas y otras expresiones de descontento son una forma de las mujeres de decir “estamos listas para cualquier forma de lucha”. “Al ser tan distintas, me parece que la lucha es maleable; si les dices: ‘No me gusta tu lucha violenta’, entonces este día no aparezco. Es llegar a todos los espacios siendo totalmente flexible”, dijo.
“Es sorpresivo (no ver mujeres), pero es una sorpresa terrorífica como angustiante de imaginarte que podría suceder si todas ellas desaparecieran... A la vez es espantosa porque estamos viviendo en un tiempo de asesinos que es bastante cruel, y más para ellas”, sostuvo Fernando Fuentes, antropólogo y estudiante de la maestría de Historia, quien realizaba avances de su tesis en la sala principal de la Central.
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