El reto de la deserción escolar en AL y cómo enfrentar el problema
Solo el 59% de los estudiantes latinoamericanos completan la preparatoria, bachillerato, o equivalentes y uno de cada cinco jóvenes entre 15 y 24 años ni estudia ni trabaja —cerca de 19 millones de personas en América Latina— pese a que representan la mitad de la fuerza laboral en la región, señalan datos del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF).
De acuerdo con el estudio “Política para promover la culminación de la educación media en América Latina y el Caribe”, actualmente solo el 59% de los estudiantes latinoamericanos completan la educación media superior, lo que representa una tasa inferior a la esperada, si se considera que la educación secundaria es obligatoria para la mayoría de los países de la región. El porcentaje de culminación para los hombres es de 56% y el de las mujeres es poco mayor a 60%.
El CAF destaca que las mujeres registran mayores índices de culminación de estudios, sin embargo no ingresan al mercado laboral. Un 70% de las mujeres ‘nini’ se clasifican así, pese a que dedican un tiempo considerable en tareas no remuneradas, como ocuparse del hogar y la familia. “(Estas) tareas claramente contribuyen a la sociedad ya la economía”, cita el informe con información de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE).
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¿Qué dice el estudio sobre México?
Con base en información del Instituto Nacional para la Evaluación Educativa (INEE), el documento del CAF señala que las tasas de finalización son altas en el nivel secundaria (86 % para las mujeres y 85 % para los hombres), pero bajan significativamente en el ciclo de media superior, con poco más del 60 % para las mujeres y 56 % para los hombres.
Aunado a esto, pese a que desde 2012 se incluyó la educación media superior como obligatoria en la Constitución, el gasto en educación media superior representa aproximadamente 15% de la inversión en educación pública, menos de lo asignado al ciclo básico de educación secundaria o a la superior (17 % y 21%, respectivamente), de acuerdo con cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
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Las razones del abandono
El informe señala que cada año 600,000 estudiantes de la región abandonan la escuela. Con más frecuencia la deserción se da en el primer año, en donde uno de cada cuatro jóvenes que no culmina, lo hace en este periodo.
Estas son algunas de las razones del abandono:
- Entre 30 y 43% lo hace por motivos relacionados con la escuela, como aburrimiento, falta de interés, dificultad para entender a los maestros o el contenido de la clase y acoso escolar.
- Más de un tercio lo hace por limitaciones financieras, es decir, que no pueden pagar los gastos que implica asistir a la escuela, como materiales o transporte; otros más abandona los estudios para trabajar y apoyar al ingreso familiar.
- Entre 10 y 20% los abandona por motivos personales, que incluyen causas como matrimonio o embarazo.
¿Por qué es importante impulsar el no abandono escolar?
Una de las principales consecuencias favorables de que los jóvenes culminen con el nivel medio superior es la aportación económica que hacen. De acuerdo el informe, los estudiantes que abandonan la escuela para ingresar al mercado laboral tienen generalmente menos habilidades y mayor probabilidad de ingresar a la economía informal, mientras que los que se emplean en el sector informal (quienes desproporcionadamente son mujeres) no pagan impuestos, tienen acceso limitado a las redes de seguridad social y perciben menores ingresos durante su vida.
Los altos niveles de desvinculación escolar tienen consecuencias significativas a corto y largo plazo para la productividad de un país y para el bienestar económico de las personas afectadas”.
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¿Cuáles son las recomendaciones?
Ante esto, el CAF lanzó una serie de recomendaciones para que los jóvenes permanezcan en las escuelas y terminen sus estudios. Aquí algunas de ellas:
- Mejorar el entorno escolar. Lograr que las escuelas sean más inclusivas, que se desarrollen planes con perspectivas de estudiantes, padres, maestros y otros; ofrecer capacitación sobre sensibilización, incluyendo cuestiones de género, e incluso asignar a una persona le dé seguimiento cuando se identifique un caso de riesgo.
- Mejorar la relevancia de los planes de estudio y la calidad de la pedagogía. Tomar en cuenta intereses de los estudiantes y necesidades del mercado laboral; incorporar el aprendizaje de habilidades socioemocionales; ofrecer educación complementaria o tutorías; permitir a los maestros mayor flexibilidad para adaptar las clases e integrar métodos pedagógicos innovadores.
- Incorporar perspectiva de género. Lo que significa identificar formas más concretas de responder a las diferentes necesidades de cada grupo y hacer diagnósticos individuales de las escuelas.
- Incrementar la participación de los padres de familias con enfoques de prevención y respuesta, universal y focalizado, basado en la escuela, el hogar y la comunidad.
- Desarrollar sistemas de alerta deben incluir componente de identificación y respuesta, segregados por sexo y analizados con respecto al género.
- Recopilar datos de las causas de la deserción, identificar y monitorear indicadores adecuados para medir el impacto a corto y largo plazo e intercambiar información con otros programas que se realicen para frenar la deserción.
- Fortalecer la coordinación entre iniciativas diferentes pero complementarias.
- Proporcionar recursos y orientación para apoyar la toma de decisiones con una herramienta de diagnóstico única para todas la escuelas; generar coordinación en las nuevas intervenciones; ofrecer variedad de estrategias y herramientas; intercambio de conocimiento entre escuelas, ofrecer apoyo continuo .
- Invertir en personal a nivel escolar, debido a que a veces los maestros no pueden dar el acompañamiento o seguimiento necesario porque están sobrecargados de tareas académicas.