Han pasado más de dos semanas desde que el huracán categoría 5 Otis golpeó y destruyó gran parte del Puerto de Acapulco, Guerrero. Hasta el día de hoy, hay pobladores que aún están sin luz, agua y alimento. La ayuda no ha llegado a algunas de sus colonias.
Las calles del Puerto son un laberinto. Los automovilistas deben tomar rutas alternas para llegar a sus destinos, pues entre los postes, árboles, montañas de basura, escombros y láminas, los caminos están bloqueados y en algunos puntos solo se puede acceder caminando.
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Pocos locales han comenzado a abrir. Los comerciantes ofrecen verduras, pollo, carne y huevo; pero los precios elevados impiden que todos tengan acceso a ellos.
Algunos supermercados han reabierto sus puertas después de los saqueos y están siendo vigilados por elementos de la Guardia Nacional y la Policía Federal.
En la colonia Cuauhtémoc, como en muchos puntos de Acapulco, el servicio de luz no se ha restablecido. Pese a que la CFE anunció el restablecimiento de energía eléctrica, innumerables familias continúan pasando noches en la penumbra.
Los postes y transformadores aún se encuentran en el asfalto, entre pilas de basura, láminas y árboles.
“La casa cimbraba muy fuerte y pensamos que en cualquier momento iban a tronar las ventanas”, narra Roberto González, quien vive en la Calle 11 y espera pacientemente a que todo vuelva a la normalidad.
En la colonia en la que vive él y su familia, los vecinos tuvieron que hacer un muro de láminas para evitar que en las noches se metieran a robar.
De acuerdo con su testimonio, se comentó que en las horas de oscuridad personas se estaban metiendo a robar a las casas.
En el día él y su familia se dedican a limpiar los estragos que Otis causó en su vivienda. Trata de salir solo por lo necesario y estar de vuelta en casa antes de que se termine la luz del Sol.
Otra preocupación para los habitantes del Puerto es la cantidad de basura que hay acumulada en todas las calles. Si bien hay brigadas de limpieza recorriendo el destino turístico, no han sido suficientes para terminar con los montículos de escombros y basura.
La Costera Miguel Alemán sí cuenta con el servicio de luz. En el transcurso del día cientos de acapulqueños acuden a las plantas purificadoras de agua que ha instalado el Ejército. También se han habilitado comedores comunitarios.
Los hoteles están completamente destruidos y no se tiene un estimado para cuando se reactiven en su totalidad.
La señal telefónica es intermitente y solo con algunas compañías en funcionamiento. Eso se traduce en familias que siguen incomunicadas y sin acceso a víveres.
Aunque los camiones y elementos de la CFE trabajan las 24 horas, más allá de la Costera Miguel Alemán, las calles están en la oscuridad.
Más de dos semanas han transcurrido y los acapulqueños mantienen la esperanza. La ayuda está tardando y es la misma población local la que se ayuda entre sí.
Otis destruyó el Puerto, pero los guerrerenses trabajan juntos para salir adelante.