Violencia de décadas alcanzó su clímax en 2021. En plena pandemia, al menos dos grupos de la delincuencia organizada se pelearon en sus caminos hasta matarse y destruir lo poco que había.
Fue en mayo de 2021 cuando Nemesio Oseguera anunció en la plaza principal de Aguililla que había vuelto a su casa para quedarse:
-“Ya se acabó el sometimiento en que vivían”, le dijo a sus paisanos con una lona.
Hasta antes de esa fecha, los que se encargaban de las extorsiones en el pueblo eran los integrantes de Cárteles Unidos, grupo criminal que se formó con lo que quedó de los Caballeros Templarios, la Familia Michoacana y demás células delictivas de la región. El anuncio se trató de un cambio de administración criminal. A partir de entonces, ellos, los del Cártel Jalisco, pondrían las reglas.
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El clímax del 2021
Mientras el país entero se preocupaba por la vacunas contra el Covid-19, retenes narcos se instalaron en la vía que conecta a Aguililla de Apatzingán, la cuarta ciudad más grande Michoacán. Eso provocó que pobladores se quedaran aislados. Sin caminos, sin alimentos, sin luz, sin comunicaciones, sin acceso a hospitales. De un lado los Cárteles Unidos... y del otro, los de la Nueva Generación. En medio de ellos, los civiles. Y todo ocurrió ante la vista de elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), quienes condicionados por la política de “abrazos, no balazos”, no intervinieron.
El control del grupo de “Mencho” se extendió durante meses. Sus integrantes patrullaron El Aguaje, Peña Colorada, Dos Aguas, El Limón, Naranjo de Chila y la cabecera municipal con desdén. Cubiertos de prendas que los identificaban como delincuentes –por llevar las siglas del CJNG-, impusieron sus leyes a bordo de vehículos blindados. Detenían a cualquier visitante que se desplazara por sus vías para preguntarle quién era y a dónde iba. Mala suerte del que no supiera responder.

El “autogobierno” impuesto en Aguililla –mientras concluía el sexenio del perredista Silvano Aureoles Conejo– buscó extenderse a otros municipios. Comunidades enteras de Coalcomán, vecino de Aguililla, se vaciaron tras la incursión de “los jaliscos” –como les dicen a los miembros del CJNG en Tierra Caliente–. Lo mismo estuvo a punto de ocurrir en Tepalcatepec, pero ahí las autodefensas fundadas por José Manuel Mireles Valverde, arropadas por fuerzas federales, lograron contenerlos.
Para finales de 2021, las calles de Aguililla se habían inundado de postales de muerte. Casas y establecimientos incendiados y marcados con las siglas del CJNG. Pobladores que buscaban refugio en la parroquia municipal. Otros que sólo encontraban seguridad huyendo a la frontera entre México y Estados Unidos. Pero fue justo en el atardecer de 2021 cuando autoridades federales y estatales, ya en ese momento encabezadas por Alfredo Ramírez Bedolla, decidieron actuar en la región.

"Siguen aquí"
El párroco Gilberto Vergara se encargó durante meses de expedir salvoconductos para los pobladores que tocaban las puertas de la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, a unos metros de la plaza principal de Aguililla.
Esos documentos eran los que entregaban los desplazados al llegar a los límites de México y Estados Unidos. Ahí las autoridades decidían si los dejaban pasar o no. El religioso también realizó viajes entre el municipio y Apatzingán para sacar a los habitantes amenazados por los cárteles. Vio de principio a fin los enfrentamientos entre “los jaliscos” y sus adversarios, también presenció el ingreso del Ejército mexicano a la zona.
“Ha habido cambios (entre 2021 y 2022). Los cambios son evidentes. Hay transporte público. Hay transitabilidad, por lo menos, aunque la carretera sigue en pésimas condiciones. Horrible, horrible, y el proyecto carretero sigue atorado, no se han dado pasos firmes en lo que se había prometido (la renovación de la vía Aguililla-Apatzingán). Por lo menos la presencia de la Guardia Nacional y de la policía militar ha asegurado que no haya bloqueos en la carretera como los teníamos antes”, relata el párroco en entrevista para Expansión Política.
“Tampoco hay situaciones de peligro. No ha habido balaceras ni ese tipo de enfrentamientos. Siempre hay que decir una cosa: que no haya enfrentamientos o una situación de riesgo inminente, no quiere decir que estemos en paz, eso es obvio. Que no veamos a los armados como los veíamos antes, no quiere decir que se hayan extinguido. Eso hay que apuntarlo. A veces no les gusta escucharlo, pero una cosa es que no sea evidente y otra es que no esté presente”, agrega.

En octubre de 2021, Luis Cresencio Sandoval, titular de la Secretaría de la Defensa Nacional, anunció que 4,402 elementos de su corporación, 4,990 integrantes de la Guardia Nacional y 7,500 policías operativos se encargarían de llevar a cabo acciones de seguridad en Michoacán; Aguililla, la tierra de “Mencho”, fue el sitio elegido como objetivo prioritario por parte de las corporaciones.
De acuerdo con información oficial, 2,080 elementos del Ejército, 152 elementos de la Guardia Nacional y seis helicópteros de la Fuerza Aérea Mexicana intervinieron sólo en Aguililla.
Con las acciones mencionadas se logró que uno de los grupos delictivos, el Cártel Jalisco, hiciera un retroceso hacía los límites con el estado del mismo nombre, apuntó Cresencio Sandoval en ese momento. En medios de comunicación nacionales y extranjeros se difundieron imágenes de miles de militares tomando el control del municipio michoacano.
“Es obvio que con la presencia militar tenían que cambiar algunas cosas. Hay retenes, puntos de revisión. Al haber hecho eso, a los mismo grupos les da pie a que se muevan de otra manera. Están replegados, pero siguen estando presentes, siguen pidiendo cuotas en algunos lugares, siguen teniendo sus partes, lo que acostumbraban. Es difícil que alguien que se acostumbró de vivir de quitarle a los demás, deje de hacerlo”, dice el párroco Gilberto Vergara.
Actualmente, los choferes de las "combis" cobran entre 120 y 130 pesos por el viaje de Apatzingán a Aguililla. Las corridas inician al amanecer y concluyen antes de que oscurezca. Los pobladores se trasladan de un municipio a otro para comprar alimentos y medicamentos. Si bien la vía fue reabierta, las empresas dedicadas a la comida aún no hacen desplazamientos hasta Aguililla.
“Es difícil para los comerciantes, sigue siendo difícil para los ganaderos. Esas ramas económicas siguen estando limitadas. Ya tenemos el Banco del Bienestar construido, pero no operando. Está Telecom, que nunca ha dejado de funcionar. No hay dinero porque empresas no pueden surtir. No hay camiones de valores que puedan surtir. Entonces el problema persiste”, relata el párroco.
