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Padres de desaparecidos topan con pared: “Es como buscar una aguja en un pajar”

Madres y padres de jóvenes de Aguascalientes desaparecidos en Jalisco señalan las trabas con las que se han topado durante su búsqueda. Sus historias tienen en común el dolor y la falta de resultados.
dom 06 septiembre 2020 07:15 AM
Familiares de desaparecidos
En agosto, familiares de personas desaparecidas en Jalisco hicieron una caravana por Puerto Vallarta, Guadalajara y Lagos de Moreno.

AGUASCALIENTES, Aguascalientes.— Cuando inició su búsqueda, María de Jesús de León subió a la camioneta con su bolsa de mano, una frazada y una hielera pequeña en forma de lata de cerveza. Empacó lo estrictamente necesario: algo de ropa, artículos de higiene y las dosis de insulina suficientes para dos aplicaciones diarias durante los siguientes tres días. Si el recorrido le permitía comer bien y a sus horas, con suerte no necesitaría todas.

Hoy, María de Jesús también lleva consigo un teléfono celular, un smartphone que está aprendiendo a manejar y en el que guarda la foto de un adolescente vestido con camisa blanca, saco oscuro y una tejana de color negro brillante.

“Le encantaba andar de gorro”, cuenta sonriente la mujer y agranda la fotografía. “Ese día se cambió el saco y se puso la tejana. Era su favorita”, recuerda.

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El adolescente de la imagen es su hijo José Guadalupe Rodríguez. Le tomaron esa foto poco antes de que hombres encapuchados y armados se lo llevaran de su habitación en Condominios Cocorit, en Puerto Vallarta, Jalisco, el 8 de mayo de 2011. En ese entonces, José Guadalupe tenía 17 años.

‘Chuy’, como todos llaman a María de Jesús, recién cumplió 60 pero parece tener 10 más. El tiempo que lleva buscando a su hijo —ya casi una década— se refleja ahora en las arrugas de su rostro, su cabello plateado y un andar pausado.

Su búsqueda también la comparte Angélica Romo, madre de Arturo Muñoz, otro menor de 15 años al que el grupo armado se llevó de Condominios Cocorit. Cuando esto sucedió, Angélica estaba en la habitación contigua y desde entonces, al igual que ‘Chuy’, ha recorrido fiscalías, morgues y laberintos burocráticos.

A dos años de haberse unido al colectivo Buscando personas, verdad y justicia, de familiares de personas desaparecidas en Aguascalientes, el 16 de agosto pasado las dos madres emprendieron la primera caravana de búsqueda por Jalisco.

Organizada por el Observatorio de Violencia Social y de Género de Aguascalientes y acompañada por el colectivo michoacano Familiares caminando por justicia, la caravana recorrió Puerto Vallarta, Guadalajara y Lagos de Moreno entre el 17 y el 19 del mes pasado.

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Las de José Guadalupe y Arturo son dos de las seis carpetas de investigación que acompaña el observatorio por la desaparición de ciudadanos de Aguascalientes en Jalisco. Junto a la de Sergio de Lara Quezada, desaparecido en agosto de 2011, son las más antiguas. Las restantes corresponden a Marcela Aguirre Valdez (2018), Gilberto Alejandro López Reyna (2019) y Jaime López Reyna (2019).

Sin herramientas y con acompañamiento de activistas, abogados y otros familiares de desaparecidos, las madres de José Guadalupe y Arturo han conseguido que las indagatorias avancen, aunque todavía lo hacen con lentitud.

El país de los 73,000 desaparecidos

Tras un viaje de nueve horas, la primera parada de la caravana fue la Fiscalía Especializada en Desaparición de Personas en Puerto Vallarta.

La última vez que Angélica y ‘Chuy’ estuvieron ahí fue en 2018. Las autoridades locales acababan de encontrar dos tráileres llenos de cuerpos sin identificar y las dos mujeres, acompañadas por la activista del observatorio Mariana Ávila, acudieron a pedir avances de sus casos.

“Les dimos el número de averiguación y el nombre de los muchachos y no, porque ya no estaban ahí. Que ahí estaba (un papel) donde nosotros habíamos recibido ya el cuerpo”, recuerda ‘Chuy’.

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Ella atribuye ese error de las autoridades a que años atrás la habían llamado a que intentara reconocer dos cadáveres en la Ciudad de México. Quienes acudieron en ambas ocasiones fueron otros de sus hijos; ‘Chuy’ nunca vio el primer cuerpo, y el segundo, solo a través de una fotografía que su hija le entregó en un sobre.

“Lo abrí yo y, en cuanto yo lo vi, le dije: ‘No, no es mi hijo’”, cuenta.

En su búsqueda, Angélica y ‘Chuy’ han visto cuerpos y fotos de cuerpos, partes de cuerpos y huesos. Han revisado registros forenses de Aguascalientes, de Jalisco e incluso de la CDMX.

En México aún no existe una base de datos nacional, consolidada, pública y en línea que facilite este tipo de búsquedas a colectivos y organizaciones. Pese a que la Ley General en Materia de Desaparición Forzada estableció que debía estar lista hacia finales de 2018, lo único que existe es el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED).

La plataforma contiene el número de desaparecidos, de fosas clandestinas halladas y de restos recuperados de las mismas, pero no aporta datos para vincularlos entre sí ni tiene información sobre cuerpos almacenados en morgues, lo que facilitaría la búsqueda a los familiares.

Familias y colectivos deben recorrer las oficinas de los servicios forenses en estados y municipios, enfrentar la resistencia de sus funcionarios a darles acceso a los registros y exigir que las fiscalías establezcan convenios de colaboración, que pueden retrasar meses peticiones que podrían resolverse en minutos.

Angélica Romo y María de Jesús León
Angélica Romo (izquierda) y María de Jesús León, conocida como 'Chuy', buscan a sus hijos desde 2011.

Entregar muestras, recibir nada

Aunque está planeado desde 2007, cuando se creó el sistema Plataforma México, en el país todavía tampoco existe un banco de información genética que permita cotejar perfiles de ADN de familiares de desaparecidos con restos guardados en los servicios forenses.

Por ello, muchos familiares han dado muestras de saliva o sangre en distintas fiscalías, sin conocer dónde ni cómo se almacenan sus muestras, sin una copia fotostática de su perfil genético y, sobre todo, sin resultados en la búsqueda de sus hijos.

A ‘Chuy’ y a Angélica les han tomado muestras en siete u ocho ocasiones. La más reciente fue el mes pasado, durante la caravana por Jalisco.

A Javier Espinoza, otro padre del colectivo de Aguascalientes quien busca a su hijo Francisco Javier desde 2007, le han tomado muestra dos veces, una en la fiscalía del estado y otra en la extinta PGR, pero en 13 años no ha tenido resultados.

Otro papá, Jaime López, se unió al recorrido en el último punto: Lagos de Moreno. Sus hijos Jaime y Gilberto López Reyna desaparecieron en mayo de 2019 en Encarnación de Díaz, otro municipio de Jalisco que, como Lagos de Moreno, es parte de la zona de influencia de Aguascalientes.

Tras un año de búsqueda, apenas durante la caravana consiguió que las autoridades lo escucharan y tomaran unos datos que había intentado aportar desde meses atrás.

“Es como buscar una aguja en un pajar para nosotros, que no tenemos autoridad”, alerta.

A pesar de todo esto, los padres de Buscando personas, verdad y justicia siguen con su labor. No pierden la esperanza y, subraya ‘Chuy’, el que no lloren no quiere decir que se hayan resignado a vivir con el dolor de tener a un hijo desaparecido.

“A veces me da gusto que llegue la noche porque ya me voy a dormir. Pero ya me acuesto, me acomodo y empiezo a pensar. Empiezo en un punto y en ese mismo punto acabo. ¿Cuánto tiempo pasó? A veces son las tres de la mañana y yo sigo despierta. O luego lo sueño, lo estoy viendo en realidad y se me vuelve a perder... Y así duro unos días”, relata la mujer.

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