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“Si no traes cubrebocas, no trabajas”: así laboran los pepenadores de Neza

A pesar del COVID-19, alrededor de 250 recolectores de basura siguen entrando todos los días al tiradero municipal, donde buscan tomar sus precauciones para evitar contagios.
jue 13 agosto 2020 01:56 PM
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Hasta antes de la emergencia sanitaria, el basurero de Neza recibía unas 120 toneladas diarias de basura. Con el confinamiento, la cifra bajó a 80.

NEZAHUALCÓYOTL, Estado de México.— Amada Odilón lleva 35 años subsistiendo de recolectar y revender la basura que encuentra en un gigantesco tiradero de las afueras de la Ciudad de México, un trabajo que ahora realiza con guantes y cubrebocas para evitar contagiarse de COVID-19.

Con cerca de 30 hectáreas y un promedio de un centenar de toneladas de desperdicios al día, Neza III es la tercera prolongación del basurero al aire libre de Nezahualcóyotl, municipio mexiquense que recibe los desechos que generan 1.2 millones de personas.

Entre las colinas de basura no hay residuos hospitalarios, pero el virus SARS-CoV-2 puede estar entre los restos de comida, plástico, ropa, muebles y otros objetos que llegan hasta los pepenadores.

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Rastrear pese a la pandemia

El coronavirus no ha roto la rutina de Amada, quien a sus 49 años acude a diario a este basurero situado a espaldas del aeropuerto capitalino, para recoger plásticos y cartones que revende por 100 o incluso 200 pesos.

A la gorra, capucha y sombrero de paja que siempre lleva para protegerse del sol, ahora añade un cubrebocas para ‘espantar’ al COVID-19, aunque la prenda le provoca sofoco.

“Es demasiado cansado, es muy agotador. Ahorita con el cubrebocas, uno suda y sube todo el vapor. Estamos como sardinas aquí sudando”, cuenta.

Desde que llegó el virus al país, donde hasta el corte del miércoles roza los 500,000 contagios y los 55,000 fallecidos, se lava constantemente las manos y no teme infectarse, pues procura mantener “sana distancia” con sus compañeros.

Hasta ahora, las autoridades no reportan casos entre los 250 pepenadores que cada día entran al basurero. La mayoría de ellos se dedica a este trabajo por ‘herencia’ familiar.

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Los pepenadores urgan entre los desechos para encontrar objetos que les sean útiles o que puedan revender.

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Un trabajo de familia

Amada conoció el lugar de pequeña, cuando le gustaba acompañar a su tía pepenadora para recoger juguetes. “Me gustó y ya no me fui de aquí”, dice la mujer, cuyos dos hijos estudian y no tienen mayor interés en el basurero.

“Es una herencia que ha existido desde hace muchos años. Aquí fueron sus abuelos o papás y son hijos o nietos de la gente que llegó, y no son parte de la administración”, explica Jaime Ruiz, responsable de la recolección de desechos en Nezahualcóyotl.

Durante el día, poco a poco llegan camiones del ayuntamiento con los residuos.

A raíz del cierre temporal de las escuelas y oficinas, los desechos que recibe Neza III han bajado de 120 toneladas diarias a cerca de 80, lo que se traduce en menos ingresos para los recolectores.

Empujados por la necesidad, muchos se arremolinan alrededor de los camiones y no mantienen distancia, puesto que la regla no escrita es que el primero que toca algo se lo queda.

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Muchos pepenadores se dedican a esta actividad por tradición familiar.

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De todas formas, el uso de cubrebocas y guantes es generalizado, porque así lo obliga el ayuntamiento, que también ha dividido los horarios de llegada de camiones y ha instalado surtidores con desinfectante en los vehículos.

“Tratamos de comentar con los compañeros que es importante que traten lo menos posible de andar en la calle o estar en reuniones con el menor grupo de gente”, dice Ruiz.

“Aquí no hay distinciones”

Desde una destartalada cabaña de madera, Román Sierra, de 84 años, observa el trabajo de sus compañeros.

Es el líder de una de las seis organizaciones de pepenadores que trabajan en el lugar, con estricto respeto a las zonas de cada grupo.

Algunos rastrean en las áreas más próximas a la puerta, mientras que otros se desplazan en moto a las zonas más alejadas del basurero, uno de los pocos de México que sí separan los residuos orgánicos de los inorgánicos.

“Aquí no hay discusiones ni pleitos, al pleito que veo los saco”, dice Román, quien no permite a sus 40 pepenadores beber o fumar, para prevenir incendios.

Síntomas del #CoViD19| #Clip

Sostenido con un bastón, recuerda cuando con sus propias manos cargaba basura en carretas, que luego fueron sustituidas por caballos y posteriormente por motocicletas.

Ahora con la pandemia ha llegado un nuevo cambio, pero mantiene la disciplina que le hizo crecer en el mundo de los pepenadores: “Todos aquí llevan tapabocas. Aquí no hay excusas de que ‘no lo traje o se me olvidó’. Si no lo traes, no trabajas. Así es”.

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