En 2019, el presidente Andrés Manuel López Obrador resumió la situación de la oposición: “No han podido constituir y esto lo celebramos –y toco madera para que no se pueda crear– un grupo o una facción con la fuerza de los reaccionarios de otros tiempos. Además, lo digo con respeto, no quiero que se entienda como un acto de prepotencia o una burla, es lo que estoy percibiendo: están moralmente derrotados”, acusó.
A la pérdida de cargos públicos, la oposición suma conflictos internos, lo que complica que puedan tener la unidad y fuerza para encabezar un movimiento fuerte desde la oposición.
Al inicio del gobierno de López Obrador, a pesar de tener más fuerza, no lograron reponerse.
“Es un escenario muy delicado. Primero, por las divisiones internas que tienen los partidos, sabemos lo que acaba de pasar con el PRI en el tema de la dirigencia nacional, que no se renueva, Alejandro Moreno en esta asamblea interna que no tuvo mayor contienda, se relige. Y por otro lado, pues vamos a ver qué pasa con las rupturas en el PAN a raíz de la convocatoria para renovación de dirigencia, eso siempre genera conflictos intrapartidistas”, agrega Cruz Parcero.
Sin agenda ni liderazgos
Como si las derrotas y conflictos internos no fueran suficientes, la oposición tiene otro problema: no tiene agenda ni liderazgos.
Aldo Múñoz Armenta, profesor de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex), considera que en la oposición no hay relevo generacional, por lo que en el papel opositor podrán verse a los mismos perfiles de siempre.
“Desgraciadamente, son los mismos, no hay renovación generacional... si acaso a los de siempre, se suman liderazgos, llamemósle, académicos, como Lorenzo Córdoba, Leonardo Valdés, Arturo Sánchez, Amado Avendaño”, comenta.
En gobiernos pasados, hubo un firme opositor: Andrés Manuel López Obrador. Hoy en los partidos de oposición no existe un perfil similar al del exjefe de Gobierno de la Ciudad de México y tres veces candidato presidencial, quien con sus críticas lograba respuesta desde el Ejecutivo.