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Dependencia al liderazgo de AMLO podría ser un conflicto en Morena, dice experta

Al concluir el sexenio obradorista, Morena no quedará huérfano, pero tendrá que trabajar en una identidad propia e institucionalizarse, señala la politóloga Carolina Muñoz Cano.
jue 01 agosto 2024 03:17 PM
Conferencia AMLO Proyecto Chapultepec-1
El presidente López Obrador dejará la política cuando concluya su mandato.

A diez años de su fundación, Morena pasa por su mejor momento: retendrá el poder político otro sexenio y está por asumir el inminente control del Congreso, pero tiene problemas básicos por resolver, pues no ha sido capaz de generar consensos con otras fuerzas porque no los considera necesarios, y se resiste a valorar la pluralidad. Otro de los retos que enfrentará pronto será el navegar sin depender del liderazgo de Andrés Manuel López Obrador.

Así lo considera la politóloga Carolina Muñoz Cano, autora de diversos libros en los que, como sicóloga y con especialidad en sociología, ha analizado a lo largo de los años la carrera del hoy presidente Andrés Manuel López Obrador y a su creación, el partido Morena, hoy de cumpleaños.

A pesar de haber arrasado en las pasadas elecciones, Morena sigue sin convertirse en un partido de Estado, resalta también la especialista, pues para serlo tendría que tener el monopolio del poder político y no permitir que existan otros partidos, amén de suprimir cualquier oposición.

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El cumpleaños de Morena

El 1 de agosto de 2014, un día como hoy pero de hace diez años, entró en vigor el registro otorgado por el Instituto Nacional Electoral (INE) a Morena como partido político, con López Obrador como presidente de su Comité Ejecutivo Nacional (CEN), por lo en que en ocasión de esa fecha, Muñoz Caño expone en entrevista cómo ve a ese partido y los pendientes que deberá resolver.

De entrada, descarta la experta que con el anunciado “retiro de la política” del tabasqueño Morena se quede en la orfandad y que esa fuerza política se haya convertido en un “partido de Estado” en el sentido teórico.

Pero sitúa otras problemáticas presentes y futuras: “el primero es la dependencia al liderazgo de López Obrador, podría ser un conflicto por venir y por lo cual ese partido va a tener que enfrentarse a la necesidad de cómo generar su propia identidad”.

Además deberá trabajar en profesionalizar a sus gobiernos y a sus legisladores, pues hasta ahora ha echado mano de cuadros formados en otros partidos y con experiencia; y mantener la unidad entre las muchas corrientes que confluyen, unas más moderadas y otras más radicales.

Eso estará a prueba no ahora, “en que están todos contentos porque hay mucho para repartir”, sino cuando pierda dominancia y haya menos posiciones, y cuando se evalúen y están sujetos a refrendo otra vez sus gobiernos, fase en la que “eventualmente sí podría convertirse en un en un conflicto al interior de Morena” la lucha por las posiciones.

Esas necesidades dan cuenta de que como partido tiene pendiente institucionalizar su vida y toma de decisiones, admite, pues hasta ahora la forma de resolución de conflictos internos “se han resuelto a partir de la intervención de López Obrador o de su círculo cercano”, es decir, con la mediación presidencial.

Sin embargo la virtual llegada de la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde –considera la analista-, podría ser un puente que permita resolver esa situación, pues con ella se perfila continuidad dada su absoluta cercanía con López Obrador.

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¿Partido de Estado?

Si Morena fuera un partido de Estado, estaría profundamente integrado con la estructura del Estado y “habría una dificultad para distinguir entre las funciones de ambos, como ocurre en los regímenes autoritarios o del totalitarismo”, dice la experta entrevistada.

Tampoco vemos, añade, “que haya control sobre todas las instituciones y que el partido lance una ideología dominante que busca que todos adopten ciudadanos y estructuras estatales. Eso tampoco está sucediendo.

“Es verdad que Morena ha obtenido en las últimas elecciones muchos espacios de poder, pero los otros partidos políticos están ahí”.

La oposición no está cancelada y las circunstancias la han dejado en posiciones mínimas, pero han sido los votantes los que los han colocado ahí, considera la analista.

“Entonces lo que vemos es la condición de partido dominante, posiblemente durante mucho tiempo más, en que habrá elecciones y eventualmente partidos que compitan y que tengan oportunidad de ganar. Esto fue algo que buscó López Obrador desde los años 80 cuando empezó su carrera política: que se respeten los resultados electorales y que haya posibilidad de transición'', dice.

Pero alerta, las reformas por venir, sobre todo la electoral, pondrán a prueba si con los cambios que proponga Morena mantiene su semilla fundacional: promover que haya elecciones democráticas, respeto al voto y posible alternancia.

Morena, ¿democrático y de izquierda?

Además la especialista considera que está en veremos la capacidad que tendrá ese partido para funcionar en el Poder Legislativo con espíritu de acuerdos.

Hasta ahora, ya como fuerza mayoritaria en el Congreso, ha construido alianzas legislativas pero basadas en el apoyo incondicional a sus propuestas.

Sin embargo “ha tenido problemas para generar consensos más amplios y atraer a otras fuerzas que pudieran apoyar (sus propuestas) y de hecho tiene una falta de habilidad digamos para construir coaliciones legislativas y ese es uno de los problemas que tendrá que enfrentar” no ahora en que mantiene dominancia, sino en el futuro cuando pierda fuerza.

“Como oposición estaban dispuestos a mostrar y debatir toda reforma, hacer mesas, convencer a la población, movilizarse y desde este lado (como mayoría) pareciera que esto no es tan importante. Este es otro punto a mejorar en el corto plazo”.

La realidad, considera, es que Morena en el Legislativo, tanto en el Congreso federal como en los congresos estatales ha sido un espacio prácticamente para seguir toda la agenda presidencial.

Pareciera que “había un espacio de alineación de intereses, quizá por la construcción de un proyecto colectivo, pero sin que necesariamente se atendieran necesidades locales o derechos”.

Por ejemplo, reconoce, dejaron de aprobarse reformas históricamente promovidas por la izquierda., como la ampliación de derechos que implica la despenalización del aborto, la agenda migratoria o la defensa del medio ambiente, ambos como derechos humanos, a pesar de que Morena se define como una fuerza “progresista, nacionalista, de izquierda, en pro de las libertades y en la práctica no siempre se demostró”.

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