¿Partido de Estado?
Si Morena fuera un partido de Estado, estaría profundamente integrado con la estructura del Estado y “habría una dificultad para distinguir entre las funciones de ambos, como ocurre en los regímenes autoritarios o del totalitarismo”, dice la experta entrevistada.
Tampoco vemos, añade, “que haya control sobre todas las instituciones y que el partido lance una ideología dominante que busca que todos adopten ciudadanos y estructuras estatales. Eso tampoco está sucediendo.
“Es verdad que Morena ha obtenido en las últimas elecciones muchos espacios de poder, pero los otros partidos políticos están ahí”.
La oposición no está cancelada y las circunstancias la han dejado en posiciones mínimas, pero han sido los votantes los que los han colocado ahí, considera la analista.
“Entonces lo que vemos es la condición de partido dominante, posiblemente durante mucho tiempo más, en que habrá elecciones y eventualmente partidos que compitan y que tengan oportunidad de ganar. Esto fue algo que buscó López Obrador desde los años 80 cuando empezó su carrera política: que se respeten los resultados electorales y que haya posibilidad de transición'', dice.
Pero alerta, las reformas por venir, sobre todo la electoral, pondrán a prueba si con los cambios que proponga Morena mantiene su semilla fundacional: promover que haya elecciones democráticas, respeto al voto y posible alternancia.
Morena, ¿democrático y de izquierda?
Además la especialista considera que está en veremos la capacidad que tendrá ese partido para funcionar en el Poder Legislativo con espíritu de acuerdos.
Hasta ahora, ya como fuerza mayoritaria en el Congreso, ha construido alianzas legislativas pero basadas en el apoyo incondicional a sus propuestas.
Sin embargo “ha tenido problemas para generar consensos más amplios y atraer a otras fuerzas que pudieran apoyar (sus propuestas) y de hecho tiene una falta de habilidad digamos para construir coaliciones legislativas y ese es uno de los problemas que tendrá que enfrentar” no ahora en que mantiene dominancia, sino en el futuro cuando pierda fuerza.
“Como oposición estaban dispuestos a mostrar y debatir toda reforma, hacer mesas, convencer a la población, movilizarse y desde este lado (como mayoría) pareciera que esto no es tan importante. Este es otro punto a mejorar en el corto plazo”.
La realidad, considera, es que Morena en el Legislativo, tanto en el Congreso federal como en los congresos estatales ha sido un espacio prácticamente para seguir toda la agenda presidencial.
Pareciera que “había un espacio de alineación de intereses, quizá por la construcción de un proyecto colectivo, pero sin que necesariamente se atendieran necesidades locales o derechos”.
Por ejemplo, reconoce, dejaron de aprobarse reformas históricamente promovidas por la izquierda., como la ampliación de derechos que implica la despenalización del aborto, la agenda migratoria o la defensa del medio ambiente, ambos como derechos humanos, a pesar de que Morena se define como una fuerza “progresista, nacionalista, de izquierda, en pro de las libertades y en la práctica no siempre se demostró”.