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#Crónica: Los Cadillacs crean y reviven recuerdos para sus hermanos mexicanos

Horas de distancia, olas de calor, ríos de gente, largos minutos de espera, lluvia aguerrida, nada detuvo a los fans para corear y bailar canciones de protesta, amor y felicidad.
dom 04 junio 2023 09:20 AM
Concierto de los Fabulosos Cadillacs en el Zócalo
El concierto de Los Fabulosos Cadillacs en el Zócalo fue un viaje y canto de la juventud rebelde de los mexicanos nacidos entre los 80 y 90.

Son argentinos y sus canciones se sienten bien mexicanas: hablan de personas desaparecidas, de políticos corruptos, de la conquista, de la revolución contra el sistema, de la represión, de la luna, de la fiesta, de los amigos que se van y los que se quedan, de fútbol, de violencia, del amor y del desamor, cuentan treintañeros y cuarentañeros en espera de ver a una de sus bandas favoritas de la juventud: Los Fabulosos Cadillacs (LFC).

Todo ya estaba listo a las 3:00 de la tarde, cinco horas antes de iniciar el concierto, personas de Atizapán, de Cuautitlán, de Coyoacán, de la Cuauhtémoc, de Cuernavaca, de Puebla, ya llenaba un cuarto de la plancha del Zócalo, y ya se avecinaba una torrencial afluencia por las calles de Madero, 20 de Noviembre, Pino Suárez.

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“Llegamos desde la una de Atizapán de Zaragoza, aquí estamos y de aquí no nos movemos, hasta las 10-11 que terminen”, cuentan Isabel Guerrero y Alfonso Tovar, bien preparados con banquitos plegables, sombrillas para el sol y la lluvia, “los tiempos están locos”.

Los recuerdos

Los recuerdos al escuchar la música de LFC son como sueños, como canta Vicentico en “Los Condenaditos”; “¿dónde está escondido ese recuerdo tan temido?, ¿qué parte de los cuerpos guarda todo escondido? (…) Son todos tus amigos, Todos tus recuerdos olvidados”…

“Empecé a escuchar a los Cadillacs hace 30 años, cuando tenía 17, quiero escuchar Satánico Dr. Cadillac, No me sentaría en tu mesa, el Aguijón, Siguiendo la Luna, Vasos Vacíos. Me gustan sus temáticas aplican a cualquier país de Latinoamérica, tienen una que se llaman Desaparecidos, y aplica, o Quinto Centenario, que habla de la Conquista: no hay nada que festejar”, cuenta Gabriela Hernández de 47 años.

Cuando Gabriela escucha a Los Cadillacs se acuerda de sus hermanos; “cuando nos enteramos fue ver cómo organizarnos, tenemos que estar, y aquí estamos yo y mis hermanos: Mariano, de 35 años, y Daniel, de 45", cuenta. Juntos llegaron desde Cuautitlán Izcalli y la Cuauhtémoc a las 2:30 pm para agarrar buen lugar, cerca de las vallas del corral para prensa.

E: ¿Qué opinan de que dicen que es un concierto para chavorrucos?

“Totalmente, hace rato estaban gritando; ‘el que no brinque es ruco’, y nadie brincó, ya estamos en la edad de que ya pueden pensar lo que quieran. Yo ya traigo mi pomada para las articulaciones puesta, llegamos comiditos, dispuestos a todo, traemos nuestro suero, bloqueador”, cuentan los tres hermanos entre risas.

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La protesta social

Por los Cadillacs muchos conocieron el ska, un ritmo que surgió de la clase popular y obrera en Jamaica en la década de los 50 como forma de protesta contra el colonialismo inglés, y en pos de su independencia lograda en 1962.

“Los escucho desde la secundaria, me gustan sus letras, su sonido: el ska, con ellos conocí el ska, me gusta Vasos Vacíos, Calaveras y Diablitos, Manuel Santillán. Mi mamá me indujo, me acuerdo de mi mamá cuando los escucho, y ahora yo se los transmito a mis hijos”, cuenta Alejandra Ochoa de 35 años, mientras los asistentes corean canciones grabadas de bandas de reggae y ska, en lo que llega la hora de que salga la banda.

Juan Ramón de 42 años cuenta que le remiten a sus tiempos de la secundaria y la prepa, cuando estaba el auge del ska mexicano con la Maldita Vecindad, el Panteón Rococó y el Salón Victoria, además de la Insurgencia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y la Huelga Estudiantil de la UNAM.

“Me acuerdo que eran los toquines en Ciudad Universitaria, ponían a Los Cadillacs y todos nos poníamos a bailar, se armaba el slam”, cuenta Juan Ramón, entre sonrisas.

Luisa, de 43 años, conoció a la banda argentina cuando tenía 20 años, por el papá de su hijo, “a esa edad me salí de casa de mis papás, empecé a vivir con él, cuando tuve a mi hijo, 2 años después me quedé sola con él, ese pedazo de mi vida estuvo musicalizado con LFC”, cuenta frente al Balcón Presidencial en espera del espectáculo “tenemos la mejor vista”.

Siguiendo la Luna

Después de una lluvia, con el piso de la plancha del Zócalo ya seco, al igual que la ropa de los asistentes, y con paraguas guardados, a las 8 en punto de la noche, retumbó la gran Tenochtitlán. La banda puntual a escena: suena Cadillacs, la legendaria canción con que abren todas sus presentaciones para entrar en calor.

A complacencia, y como anillo al dedo para los “chavorrucos” le sigue Manuel Santillán; Demasiada Presión: “noche de calor en la ciudad, ella te dejó y todo sigue igual”, corean a todo pulmón los espectadores; brincan, cantan, bailan, sudan, levantan la cabeza al cielo para tomar aire, otros tiran bocanadas de humo de mariguana.

LFC nacieron como agrupación desde 1984, ya son 39 años tocando, ya van para los 40, al igual que sus fans, lucen sus canas, no bailan como antes, pero tocan igual y hasta mejor que hace más de 20 años. Se echan la de: tengo tu saco azuuuul, y justo cantando Siguiendo la Luna, las nubes se despejaron para dejar salir al astro noctámbulo, “vamos mi cariño que todo va estar bien, esta noche cambiaré, te juro que cambiaré…”

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Así corrió hora y media, y 21 canciones llenas de recuerdos, locuras, protesta y juventud “Ciao, gracias, México mágico”, dice Vicentico a los asistentes, quienes le responden con un “ooo uo oh oh oh, ooooh uooooh oooh”.

Y llega la hora de salir de la plancha del Zócalo.

“Lo que no llenó Rosalía, Grupo Firme, lo hicieron los Cadillacs, esto con Rosalía a la media hora ya estaba vacío, aquí ya casi vamos para la hora”, comenta un personal de Control en el área de staff, y quien operó para los tres espectáculos organizados por el gobierno de la Ciudad de México.

Desde Twitter, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum informa el récord de 300,000 asistentes: “gracias a todo el público asistente por estar a la altura”.

Un recuerdo más para los chavorrucos: generación X y millennials. Nuevas vivencias para los centennials, pandemials.

Es hora de regresar a casa. Algunos lo hacen en bicicleta.

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