Eduardo Freyre, de 35 años, confiesa que tras cuatro días caminando por la selva del Darién sin comunicación ni comida, rodeado de serpientes y cruzando abismos para luego ser extorsionado por autoridades de Guatemala para permitirle pasar hacia Chiapas, no imaginó que permanecer en México sería su única opción para no volver a Venezuela.
“En México las autoridades se han portado bien pero nos han puesto muchas trabas: no nos quieren vender pasaje, no están dejando pasar. Nosotros no teníamos ningún interés de llegar a México, por paso nada más, y ahorita nos tocaría ponernos legal aquí, lo más legal que podamos para trabajar. Hay mucha gente buena, de verdad, no venimos a hacer daño a nadie”, asegura el hombre, quien en su país dejó a dos hijas de 15 y 12 años.
“Todo esto lo hago por ellas, perseguir el sueño americano y me parece injusto de parte del gobierno norteamericano que les cerrara las puertas tan rápido al venezolano, se enseñaron feo con el venezolano”, dice.
El Gobierno de la Ciudad de México informó sobre la canalización de 67 migrantes venezolanos a albergues el pasado 18 de octubre. “Cabe destacar que las personas venezolanas están en condición migratoria, por lo que algunas están en tránsito momentáneo por la ciudad, lo que implica que permanecen solo unos días en albergues”, informó entonces la Secretaría de Inclusión y Bienestar (Sibiso).
La jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, ha asegurado que desde el Gobierno capitalino se dará ayuda humanitaria a los venezolanos, siguiendo los criterios del Instituto Nacional de Migración.
“Se les va a dar, desde el Gobierno de la ciudad, todo lo que se requiera en términos humanitarios, pero quien coordina todo es el Instituto Nacional de Migración, nosotros estamos apoyando al instituto”, respondió el 21 de octubre en una conferencia de prensa.