La venta irregular de pruebas para detectar si una persona tiene el virus SARS-CoV-2 se da mientras la Ciudad de México atraviesa por su cuarta ola de contagios. Actualmente, hay más de 120,000 casos activos ubicados y, después de estar en niveles mínimos, las hospitalizaciones han crecido a 2,406 pacientes, de los cuales 1,898 se encuentran en camas generales y 508 con ventilador, de acuerdo con el informe diario publicado este viernes por el Gobierno de la CDMX.
Los macrokioscos y centros comerciales donde el gobierno capitalino realiza pruebas rápidas de forma gratuita han recibido una demanda creciente. En lo que va del año, en esos puntos se registran largas filas donde, según estimaciones oficiales, al menos el 30% de las personas formadas busca poder comprobar en sus empleos que sufrió un contagio.
Ante esa saturación en los sitios con tests ofrecidos por las autoridades, ciudadanos contemplan como opción las pruebas caseras, pero aquellas vendidas de forma irregular —sin la aprobación de instancias sanitarias— representan un riesgo ante la posibilidad de presentar resultados erróneos, en especial falsos negativos, advierte Rafael Bojalil Parra, investigador del Departamento de Atención a la Salud de la UAM Xochimilco.
“Estas pruebas se prestan mucho a fraude porque en realidad no están los elementos para saber que han aprobado los estándares de la FDA (Administración de Medicamentos y Alimentos, por sus siglas en inglés) en Estados Unidos o la Cofepris (Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios) en México, que tienen la suficiente capacidad para discernir si tienen algún defecto o son confiables”, dice en entrevista.
“El riesgo es tener resultados falsos, sobre todo resultados negativos, y es más fácil que se tenga un falso negativo a un falso positivo, pero si no conocemos la calidad de la prueba, en realidad no sirve”, subraya Bojalil.