"Una semana nos cae agua y la otra no; además, en una semana nos puede llegar nada más dos o tres días. Aquí sufrimos mucho del agua", cuenta una trabajadora administrativa, quien pide omitir su nombre.
A un costado del patio central, se instaló un tinaco de 10,000 litros en un intento por aminorar el problema. La secundaria depende de las pipas de la alcaldía para llenarlo y poder cubrir una demanda de 818 alumnos en su turno matutino y 775 en el vespertino.
La trabajadora explica que los directivos del plantel suelen solicitar entre dos y tres pipas por semana, aunque no son suficientes.
"Es complicado porque el turno de la mañana a veces usa la mayor parte del agua, por el aseo, los baños y demás; entonces, para cuando llega el turno de la tarde, no tenemos. Por eso siempre tenemos que llamar a las pipas de la alcaldía, a veces vienen, a veces no", detalla.
La secundaria también carga con otro problema que afecta su suministro de agua. Tras el sismo del 19 de septiembre de 2017, la cisterna se dañó, lo que ha provocado que el líquido que sí les llega se pierda en fugas.
"Después del sismo hicieron algunos arreglos, pero eso (la cisterna) ha quedado pendiente, ya no hubo seguimiento; (el tinaco) era una alternativa pero de todos modos, si hay filtraciones, el agua se acaba", cuenta una de las maestras del plantel, quien también pide omitir su identidad para no poner en riesgo su empleo.
Según una encuesta de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) presentada en abril pasado, a nivel nacional cuatro de cada 10 escuelas no tienen acceso a agua potable, lo que dificulta mantener las medidas de higiene en el próximo regreso a las aulas.