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#Crónica: El día al que la ciudad se le acabó la fiesta

La ciudad más grande de México y una de las más grandes del mundo está apagada, lucha por contener el virus que se aproxima a los 500 casos y 17 fallecimientos.
lun 06 abril 2020 07:55 AM
Calles coronavirus
Calles vacías. El fin de semana muchas calles de la ciudad de México lucieron vacías, de acuerdo con el reporte de movilidad de Google, hasta el 29 de marzo los mexicanos había reducido en un 46% sus visitas a plazas públicas.

La ciudad está apagada. El tránsito en Periférico, Paseo de la Reforma e Insurgentes parece el de las 11 de la noche de un domingo, cuando todos ya están en sus casas preparándose para el arranque de semana, para la locura del lunes.

Pero es viernes, son las 10 de la noche y, en teoría, se inaugura el fin de semana que da el banderazo de salida a las vacaciones de Semana Santa. Los chilangos ya deberían alistarse para abandonar la ciudad y abarrotar las playas de Acapulco y los balnearios de Morelos.

Este día no hay fiesta, no hay cine ni planes de fin de semana. Un ruido silencioso se ha apoderado de la capital del país, son los ecos de una ciudad que termina su segunda semana de aislamiento social por la emergencia sanitaria del coronavirus COVID-19 y que representa la “zona cero” del país por concentrar el mayor número de casos.

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Hasta la noche del domingo la ciudad daba pasos veloces para sumar los 500 pacientes y registraba 17 fallecimientos . “Lo que hagamos hoy, quedándonos en nuestra casa, saliendo lo mínimo indispensable, lo vamos a ver como resultados positivos en la Fase 3”, dijo este domingo el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, al pronosticar que en dos o tres semanas, México y en especial la CDMX, estarán en la cresta de contagios.

“Tenemos que mantener mucha disciplina”, pide de manera insistente López Gatell, quien se ha convertido en el la figura central del gobierno en esta crisis por la pandemia. En la conferencia ve su reloj dos o tres veces. Tres horas más tarde aparece en el reestreno de la Hora Nacional.

¿Pero qué tan disciplinados hemos sido para seguir las instrucciones de quedarnos en casa? Hasta el corte del reporte de Movilidad de Google del 29 de marzo, los mexicanos habíamos bajado en un 45% la fluencia a restaurantes y centros comerciales y 46 % a parques y plazas públicas. De acuerdo con el gobierno capitalino la movilidad en transporte público —que sigue en operación— ha caído un 60%.

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El virus “aguafiestas”

“Este virus es un pinche aguafiestas”, dice un periodista que al igual que yo, ha salido a presenciar la ciudad apagada y sin brillo este viernes por la noche. Sin autos en la calle, las luces de patrullas que veo por todas partes, penetran a gran distancia, igual que el ruido de sus sirenas.

En la avenida Presidente Masaryk, en Polanco, las única personas que se observan son un grupo de trabajadores que aprovechan lo poco transitado de la vía para meter cableado subterráneo. No existen las “Suburban” ni las “Grand Cherokee” afuera del restaurante Puerto Madero, subiendo y recogiendo hombres de traje. No hay vinos ni pastas en las mesas de banqueta en Polanquito.

“Cerrado por emergencia sanitaria”, “hoy decidimos quedarnos en casa”, “conoce nuestra tienda en línea”, se lee en las tiendas, agencias de autos, bares y restaurantes.

El corredor Roma-Condesa puede recorrerse sin desesperarse por los autos en doble fila, que esperan que un valet parking se lleve los autos afuera de los restaurantes thai, japoneses o de mariscos de la calle de Michoacán y Tamaulipas. En el Plaza Condesa, en la esquina con Nuevo León, el show está pospuesto, no hay presentaciones programadas hasta el primero de mayo. No hay música, luces de colores ni bullicio.

En el corredor de Insurgentes Sur, las cosas son exactamente iguales. Solo gasolinerías y tiendas Oxxo están abiertos.

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“Hay que aguantar”

Es sábado y los acceso del centro comercial Parque Delta, en la Narvarte, están tapados con una malla ciclónica. Esta plaza que atrae a cientos de personas, enfrenta su primer fin de semana con la puertas cerradas. No hay cines, no hay helados, no hay café ni pasillos abarrotados.

De la misma forma está Plaza Universidad, otra de las plaza icónicas de la ciudad de México y donde ir al cine un domingo por la tarde, es enfrentarte a los tumultos para poder conseguir una bolsa de palomitas. Y como ellas, están las 338 plazas comerciales que existen en la CDMX, luego de que hace unos días, la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum, ordenara su cierre, por lo menos hasta el 30 de abril.

En los mercados públicos, hay una especie de “tregua”. Ahí la vida parece normal, los puestos lucen rebosantes de frutas, verduras, quesos y carne. Son “pequeños” oasis en donde la gente sí está presente. Así luce el mercado de Medellín, en la colonia Roma, que en sus pasillos tiene repartidos botes de gel para que los visitantes limpien sus manos. Aquí hay gente, en los jugos y en el café colombiano comprando “para llevar”.

En el tianguis de la calle Bajio, faltan los puestos de cosméticos, de ropa y zapatos, pero sí están los de películas y de comida, al igual que en Medellín, en este mercado sobreruedas “todo es para llevar”, igual que en los restaurantes de los alrededores donde los meseros ha salido a las calles para repartir volantes que anuncian promociones en su servicio a domicilio.

“Aquí vamos a estar, no podemos cerrar. Hay que aguantar”, dice el encargado de una pizzería argentina.

Así, la ciudad sobrelleva el coronavirus, apagándose en un lado y sobreviviendo en otros y esperando con tiento que ni en la CMDX ni en México se vean las imágenes que una y otra vez se han visto de Nueva York, Italia y España, en donde al tiempo que la capital del país se encamina a la fase más intensa de virus, en esas ciudades va a la baja.

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