“Hay que aguantar”
Es sábado y los acceso del centro comercial Parque Delta, en la Narvarte, están tapados con una malla ciclónica. Esta plaza que atrae a cientos de personas, enfrenta su primer fin de semana con la puertas cerradas. No hay cines, no hay helados, no hay café ni pasillos abarrotados.
De la misma forma está Plaza Universidad, otra de las plaza icónicas de la ciudad de México y donde ir al cine un domingo por la tarde, es enfrentarte a los tumultos para poder conseguir una bolsa de palomitas. Y como ellas, están las 338 plazas comerciales que existen en la CDMX, luego de que hace unos días, la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum, ordenara su cierre, por lo menos hasta el 30 de abril.
En los mercados públicos, hay una especie de “tregua”. Ahí la vida parece normal, los puestos lucen rebosantes de frutas, verduras, quesos y carne. Son “pequeños” oasis en donde la gente sí está presente. Así luce el mercado de Medellín, en la colonia Roma, que en sus pasillos tiene repartidos botes de gel para que los visitantes limpien sus manos. Aquí hay gente, en los jugos y en el café colombiano comprando “para llevar”.
En el tianguis de la calle Bajio, faltan los puestos de cosméticos, de ropa y zapatos, pero sí están los de películas y de comida, al igual que en Medellín, en este mercado sobreruedas “todo es para llevar”, igual que en los restaurantes de los alrededores donde los meseros ha salido a las calles para repartir volantes que anuncian promociones en su servicio a domicilio.
“Aquí vamos a estar, no podemos cerrar. Hay que aguantar”, dice el encargado de una pizzería argentina.
Así, la ciudad sobrelleva el coronavirus, apagándose en un lado y sobreviviendo en otros y esperando con tiento que ni en la CMDX ni en México se vean las imágenes que una y otra vez se han visto de Nueva York, Italia y España, en donde al tiempo que la capital del país se encamina a la fase más intensa de virus, en esas ciudades va a la baja.