Kenya Cuevas fue testigo del asesinato de su amiga, Paola Buenrostro, quien era trabajadora sexual en la capital del país. Hace casi tres años, Kenya vio cómo un hombre le disparó a bordo de un vehículo y confesó que la había matado tras escuchar su voz y descubrir que era una persona transexual.
Desde entonces, el caso se ha topado con numerosas irregularidades. Por ejemplo, durante la investigación del crimen, las autoridades nombraron a Paola como “Manuel”, “Alejandro”, “el occiso”, “C. Paola el sexoservidor”, “sujeto masculino” y “masculino desconocido”, con lo que le negaron el derecho a la identidad de género, según concluyó la Comisión de Derechos Humanos local (CDHDF).
Además, pese a que Kenya ayudó a que se detuviera al asesino en el momento y de que presentó un video y su testimonio, el hombre no fue condenado. En resumen: la víctima no tuvo acceso a la justicia.