Publicidad
Publicidad

#ColumnaInvitada | Nacimientos en espacios públicos, un tema pendiente de resolver

Los gobiernos pueden y deben reconocer que el espacio público pertenece a todas las personas y que su uso simbólico tiene implicaciones sociales profundas.
vie 12 diciembre 2025 06:01 AM
nacimientos-mexicanos-cdmx
Los nacimientos no deben ser eliminados por temor a vulnerar la laicidad, pero tampoco deben instalarse mecánicamente como si la sociedad fuese homogénea. En un país multicultural, el espacio público debe reflejar la riqueza de sus identidades, no sólo una de ellas, señala Alba Yaneli Bello. (Foto: Henry Romero / Reuters)

Un tema muy ad hoc en esta época, llega diciembre y es normal ver nacimientos navideños en espacios públicos, lo que cada año genera un debate entre la sociedad que revela algo más profundo que una simple discusión decorativa: nos confronta con la relación entre tradición, identidad cultural y el deber del Estado de respetar la pluralidad religiosa.

Publicidad

En México, no hace mucho quedó pendiente de resolverse un asunto en el que se dilucidaría ese tema, pues es cierto y para nadie desconocido que la Navidad forma parte de una herencia histórico-cultural arraigada, los nacimientos trascienden su dimensión religiosa y se convierten en símbolos comunitarios que evocan convivencia, expresión artística y sentido de pertenencia; sin embargo, su instalación por autoridades gubernamentales no está exenta de cuestionamientos.

De hecho, el punto de partida no debería ser preguntarnos si los nacimientos deben o no estar en espacios públicos, sino cómo armonizar tradición cultural y pluralidad sin generar exclusiones. Los nacimientos no sólo simbolizan una creencia religiosa, también representan un patrimonio cultural que ha moldeado la identidad mexicana. ¿Prohibirlos de manera absoluta sería ignorar su valor histórico y social? o ¿Hasta dónde se trata de una expresión cultural legítima y a partir de qué punto podría interpretarse como un acto de promoción religiosa desde el poder público?

Desafortunadamente, la respuesta no es sencilla. El marco constitucional mexicano —que consagra un Estado laico— obliga a que las autoridades se mantengan neutrales frente a cualquier credo. Pero esa neutralidad no significa la negación de la cultura, sino la garantía de que ninguna manifestación religiosa reciba trato preferencial que comprometa la igualdad.

En efecto, no puede desconocerse que México es un Estado laico y una sociedad cada vez más diversa por lo que colocar nacimientos en edificios oficiales sin considerar esta pluralidad puede enviar, a mi consideración, un mensaje equivocado, aunque no sea la intención, consistente en que existe una preferencia institucional hacia una religión particular y justo ahí encontramos el riesgo que un Estado constitucional debe evitar, pero creo la clave está en el equilibrio.

La laicidad no exige borrar toda expresión cultural de origen religioso, sino garantizar que el espacio público no se convierta en vehículo de exclusión ni en herramienta de proselitismo. Por ello, los gobiernos pueden y deben reconocer que el espacio público pertenece a todas las personas y que su uso simbólico tiene implicaciones sociales profundas.

Como dije, el reto es lograr un equilibrio. Los nacimientos no deben ser eliminados por temor a vulnerar la laicidad, pero tampoco deben instalarse mecánicamente como si la sociedad fuese homogénea. En un país multicultural, el espacio público debe reflejar la riqueza de sus identidades, no sólo una de ellas. La verdadera defensa del Estado laico no está en borrar símbolos, sino en asegurar que todos los individuos, independientemente de sus creencias, se sientan respetados.

Por ello, estimo que, los nacimientos en espacios públicos, así como cualquier otra expresión religiosa, pueden coexistir con la laicidad siempre que se entiendan como expresiones culturales y no como actos de promoción religiosa; no obstante, el desafío consiste en que las autoridades incorporen sensibilidad social, apertura al diálogo y respeto a la diversidad, sólo así lograremos que las tradiciones sigan vivas sin comprometer los principios que sostienen nuestra convivencia republicana.

Publicidad

De hecho, lo importante no es retirar símbolos, sino garantizar que todos podamos sentirnos representados en los espacios que compartimos, por lo que, en esa búsqueda, los nacimientos pueden ser un punto de encuentro, siempre que se entiendan como expresión cultural y no como imposición religiosa. Eso es lo que una sociedad democrática y plural merece.

____

Nota del eitor: Alba Yaneli Bello es jueza de distrito en retiro. Síguela en Instagram como @Lalicbello Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

Publicidad

Newsletter

Los hechos que a la sociedad mexicana nos interesan.

Publicidad

MGID recomienda

Publicidad