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#ColumnaInvitada | Las evaluaciones de impacto social en el sexenio de Sheinbaum

Las Evaluaciones de Impacto Social han ido ganando relevancia en la planificación y ejecución de los proyectos energéticos. Sin embargo, no siempre se han implementado con profundidad y rigor.
mié 16 octubre 2024 06:05 AM
Energía eólica
Las empresas que buscan recolocarse en México, como parte del fenómeno del nearshoring, observan ansiosas preguntándose de dónde saldrá la electricidad necesaria para garantizar sus procesos industriales, apunta Luis Vidrio.

Durante el sexenio de López Obrador, la política energética estuvo marcada por un enfoque nacionalista que buscaba fortalecer a las empresas estatales y minimizar la participación privada. Esto generó un ambiente de incertidumbre y tensión entre los inversores de generación eléctrica, muchos de los cuales dejaron en pausa sus proyectos de desarrollo o incluso vendieron sus activos, buscando mejores oportunidades en otras latitudes.

Por otra parte, la actual presidenta Claudia Sheinbaum ha anunciado inversiones por 13,600 millones de dólares en generación eléctrica, enfocada principalmente energías renovables y que, para llegar a las metas establecidas se necesitará de la inversión privada, la cual llegará a representar hasta el 46% del total del sector. Estos datos parecen ser muy alentadores; sin embargo, existen varios obstáculos que librar para alcanzar tales metas.

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Uno de estos temas críticos son las Evaluaciones de Impacto Social (EVIS), estudios que en el ámbito internacional se han convertido en herramientas clave para asegurar que los proyectos energéticos no sólo sean rentables, sino que también respeten y beneficien a las comunidades locales.

Durante las últimas décadas, las EVIS han ido ganando relevancia en la planificación y ejecución de los proyectos energéticos. Sin embargo, no siempre se han implementado con la profundidad y el rigor necesarios. En muchos casos, consultores con poca experiencia (o escrúpulos) han utilizado esta valiosa herramienta como un mero trámite de ventanilla, defraudando a desarrolladores y comunidades, quienes han visto cómo las promesas de desarrollo social compartido no se han materializado en la práctica.

Del otro lado de la balanza se encuentra la Secretaría de Energía, cuya Dirección de Impacto Social se ha enfrentado a múltiples retos, como la falta de personal y de recursos, una legislación poco clara que no establece mecanismos de vigilancia y sanción para el cumplimiento de los acuerdos con las comunidades y enormes filas de solicitudes sin resolver que han tenido que esperar hasta seis años para recibir turno de atención.

En este contexto, es importante notar que durante la administración de AMLO muchas firmas de consultoría tuvieron que desaparecer debido a la enorme sequía de proyectos nuevos, dejando en la orfandad a desarrolladores y comunidades.

No obstante, pese a todas estas adversidades, las EVIS llegaron para quedarse: más aún si consideramos las acciones emprendidas por Sheinbaum al frente del gobierno de la Ciudad de México, como la creación del Proceso de Consulta Vecinal, que demostraron un fuerte compromiso con las políticas sociales.

Esto podría interpretarse como una señal de que, durante la presidencia de Sheinbaum, las EVIS podrían adquirir un mayor protagonismo. Su posición en favor de la transición energética y el respeto a los derechos de las comunidades sugieren que las Evaluaciones de Impacto Social tendrán un papel estratégico en la aprobación y supervisión de los proyectos energéticos, tan ansiosamente esperados.

Además, en el contexto internacional, las organizaciones financieras están presionando a México para que adopte estándares más altos en materia de sostenibilidad. La mayoría de los organismos bancarios exigen cada día evaluaciones más detalladas y comprometidas con los impactos sociales y ambientales.

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Sheinbaum, con su experiencia en la academia y su sensibilidad frente a los problemas socioambientales, podría ser el impulso que México necesita para consolidar las EVIS como una parte esencial de los proyectos energéticos, no sólo para cumplir con estándares internacionales, sino también para atender las demandas internas de justicia social y ambiental, mientras se garantiza la seguridad energética tan necesaria en un México que requiere más y mejor energía para el desarrollo social e industrial.

Las empresas que buscan recolocarse en México, como parte del fenómeno del nearshoring, observan ansiosas preguntándose de dónde saldrá la electricidad necesaria para garantizar sus procesos industriales.

En resumen, el futuro de las EVIS durante el sexenio de Claudia Sheinbaum se vislumbra desafiante pero prometedor, siempre que se fortalezcan los procesos de evaluación, haciéndolos más inclusivos y efectivos. Sólo mediante un enfoque genuino en el desarrollo sostenible, que combine la energía con el respeto a las comunidades y al medio ambiente, se podrá consolidar un futuro energético más justo y productivo para México.

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Nota del editor: Luis Vidrio (@LuisAlVidrio) es consultor especializado en impacto social en Integralia (@Integralia_Mx). Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

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