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#ColumnaInvitada | Ciberseguridad y protección de datos en el sector educativo

Más allá de requerimientos legales o sanciones a las que se pueden enfrentar las instituciones por no cuidar datos, está el compromiso ético de garantizar la privacidad e intimidad de los estudiantes.
sáb 16 diciembre 2023 07:00 AM
#ColumnaInvitada | Ciberseguridad y protección de datos personales en el sector educativo
Las nuevas generaciones de mexicanas y mexicanos nativas digitales tienen una familiaridad con la tecnología que, bien canalizada y desarrollada en ambientes seguros, puede representar una gran fortaleza, considera Julio César Bonilla Gutiérrez.

El surgimiento y consolidación de la era digital ha transformado numerosos sectores de la sociedad y uno de los más impactados ha sido, sin duda, el sector educativo.

En países como México, esta transformación ha llevado a las instituciones a replantear sus métodos educativos tradicionales, adaptándose a un contexto donde la tecnología y el acceso a Internet se han convertido en herramientas fundamentales para el aprendizaje. Sin embargo, con estas innovaciones también han surgido preocupaciones en torno a la ciberseguridad y la protección de los datos personales de las y los estudiantes.

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Para comenzar, es necesario entender el volumen y la diversidad de la información que se maneja en el ámbito educativo. En un día típico, una escuela puede recopilar y almacenar datos que van desde la identificación personal de los estudiantes, tales como nombres, direcciones, fotografías, detalles académicos y, en algunos casos información financiera (si consideramos pagos de inscripciones, matrículas o servicios adicionales). Al imaginar, por ejemplo, un registro de calificaciones que se vea comprometido y alterado, no sólo estaríamos hablando de un hecho que pone en tela de juicio la integridad académica de la institución, sino que además podría tener repercusiones graves en la vida futura de los educandos afectados.

La responsabilidad de proteger esta información es crucial. Porque en todo caso, me parece, que más allá de los requerimientos legales o las sanciones a las que se pueden enfrentar las instituciones por no cuidar adecuadamente los datos, se encuentra el compromiso ético de garantizar la privacidad e intimidad de las y los estudiantes.

En la era de las redes sociales y la hiperconexión, un simple dato puede ser el punto de partida para situaciones de riesgo. Pensemos, por ejemplo, en una alumna o alumno que al ver expuesta su dirección personal, se convierte en blanco de ciberacoso; o bien, el caso de un docente que al verse comprometida su información financiera, se ve envuelto en fraudes y suplantaciones de identidad que pueden conllevar graves consecuencias no solo patrimoniales.

Ahora bien, es fundamental hacer una distinción entre ciberseguridad y protección de datos, aunque ambas estén estrechamente relacionadas. Mientras que la ciberseguridad se enfoca en la defensa de sistemas y redes contra ataques externos, la protección de datos tiene que ver con el manejo adecuado y el resguardo de la información personal. Un ejemplo claro podría ser una escuela que invierte en sistemas de seguridad robustos para su plataforma de aprendizaje en línea, pero que no capacita a sus docentes y estudiantes en buenas prácticas para la creación y resguardo de contraseñas. El resultado podría ser un sistema con una fachada impenetrable, pero con múltiples vulnerabilidades internas.

Ante este panorama, el sector educativo en México enfrenta varios retos. El primero es la adaptación y actualización constante de su infraestructura tecnológica. No basta con tener equipos modernos porque, en el contexto descrito y que habitamos, es indispensable contar con software actualizado y protocolos de seguridad robustos; por ejemplo, una escuela que utilice una plataforma de aprendizaje por medios digitalesd o e-learning, podría requerir no sólo servidores seguros sino también, sistemas de encriptación de datos, autenticación de dos o más factores para el acceso y monitoreo constante de posibles brechas de seguridad.

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Otro reto es la capacitación y concientización integral de la comunidad educativa. Es fundamental que tanto docentes como estudiantes y padres de familia estén informados sobre los riesgos del entorno digital y las mejores prácticas para mitigarlos. Si tomamos como ejemplo un colegio donde se implementan clases virtuales, no sólo es necesario garantizar que la plataforma respectiva sea segura, sino que sus diversos usuarios (docentes y estudiantes) conozcan la importancia de no compartir enlaces de acceso a clases, evitar descargar archivos de fuentes desconocidas y de tener contraseñas robustas únicas o específicas.

El aumento en la utilización de dispositivos personales, como teléfonos inteligentes y tabletas, también implica desafíos adicionales. Cada dispositivo representa un potencial punto de entrada para agentes externos e, incluso, ciberdelincuentes. Imaginemos una situación en la que un estudiante utiliza su dispositivo personal para acceder a recursos académicos, pero dicho dispositivo ya ha sido comprometido por programas maliciosos o malware. Sin saberlo, ese estudiante podría estar introduciendo una amenaza directamente en el sistema educativo.

Sin embargo, a pesar de los desafíos, es fundamental mirar al futuro con optimismo. Las nuevas generaciones de mexicanas y mexicanos nativas digitales tienen una familiaridad con la tecnología que, bien canalizada y desarrollada en ambientes seguros, puede representar una gran fortaleza. México tiene la oportunidad de liderar en la región en materia educativa; por ejemplo, a través de la creación de programas que, además de transmitir conocimientos tradicionales, ofrezcan y preparen a las juventudes en competencias digitales y ciberseguridad. Es esencial que las instituciones, en colaboración con el sector público y privado, inviertan en la creación de estos programas, la actualización de su infraestructura y en la permanente capacitación y concientización de su comunidad.

Estamos en un momento crucial, donde las decisiones que tomemos hoy sentarán las bases para el futuro. Es nuestra responsabilidad garantizar que las próximas generaciones no sólo sean competentes en su área de estudio, sino que también sean ciudadanas y ciudadanos digitales informados, capaces de navegar el mundo en línea de manera segura y ética.

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Nota del editor: Julio César Bonilla Gutiérrez es Comisionado Ciudadano del INFO CDMX. Síguelo en X como @JulioCBonillaG Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

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