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#ColumnaInvitada | APECIC. ¿Por qué permitir la libre importación de alimentos?

No se trata solo de la potencial competencia de productos extranjeros a precios bajos sino de la posibilidad de que las exportaciones mexicanas se vean afectadas por la falta de controles sanitarios.
vie 14 octubre 2022 06:00 AM
APECIC
Las cadenas de autoservicio y otros negocios pueden encontrar la oportunidad de hacer las importaciones que han deseado de tiempo atrás y que habían sido impedidas por regulaciones y disposiciones oficiales, señala Antonio Ocaranza Fernández.

La apertura a la importación libre de alimentos, facilitada por el pacto contra la inflación APECIC, ha generado una gran polémica en el sector agroalimentario porque representa riesgos para los productores nacionales. No se trata solo de la potencial competencia de productos extranjeros a precios bajos sino de la posibilidad de que las exportaciones mexicanas se vean afectadas por la falta de aplicación de controles sanitarios y de inocuidad a las importaciones.

Al mismo tiempo, las cadenas de autoservicio y otros negocios pueden encontrar la oportunidad de hacer las importaciones que han deseado de tiempo atrás y que habían sido impedidas por regulaciones y disposiciones oficiales.

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La decisión de impulsar estas acciones proviene de cuatro creencias presidenciales:

La inflación es el enemigo. El presidente está convencido que la inflación es hoy el principal enemigo a vencer por tres razones. En primer lugar, afecta el ingreso de las familias y la resienten particularmente aquellas que son su base de apoyo electoral. En segundo lugar, si los programas sociales tuvieran que mantener el paso a una inflación creciente, se presionarían las finanzas públicas. Y tercero, en la opinión pública no hay tema más volátil que las personas tengan que pagar precios más altos para el sostén familiar semana a semana.

Medidas no convencionales. El presidente se precia de actuar lejos de los convencionalismos. Su forma de enfrentar la pandemia y sus consecuencias económicas o acercar programas sociales a familias necesitadas no se parecen a las dictadas por organismos “conservadores” como el Banco Mundial, el FMI, la OCDE o el CCE. En ese sentido, la libre importación de alimentos es una decisión heterodoxa que alimenta la sensación presidencial de actuar diferente de los demás.

Desconfianza de la burocracia. Para el presidente la gran mayoría de los organismos autónomos y dependencias de gobierno, desde los sospechosos constantes como el INE, Cofece, INAI, Cofepris o CRE, hasta aquellos menos sonados, como Senasica, fueron creados para mantener el status quo, están penetradas por grupos de interés y las decisiones que toman están muy alejadas del bienestar del pueblo. Disminuir el margen de maniobra de estas entidades ha sido una constante del presidente y la lucha contra la inflación es una buena oportunidad para debilitar a aquellas que considera que alimentan el alza de precios.

Desdén empresarial. Quizá la idea de construir el APECIC a partir de empresas y no de organismos empresariales como el CCE o ANTAD haya sido del secretario Ramírez de la O, pero no debió sonar mal al presidente. Salvo en casos excepcionales, el presidente siempre sospecha de las intenciones del sector privado y, en su pensamiento binario, apoyar la economía popular pasa por el sacrificio empresarial. Por eso, desde su óptica, si los empresarios generan quejas por sus decisiones, deben estar en el camino correcto. Los planteamientos del presidente traen consigo oportunidades y retos para los empresarios.

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El planteamiento presidencial abre oportunidades a unas empresas y representa retos para otras. Aquellas que tengan una buena propuesta sobre cómo reducir la inflación, contener precios, mejorar el abasto de productos básicos y agilizar su distribución tienen hoy mejor coyuntura para acercarse al gobierno para ser escuchados.

Las que, por otro lado, insistan en la aplicación de la ley y disposiciones que el gobierno considere obstáculos para bajar los precios encontrarán una severa resistencia y escucharán nuevamente la máxima presidencial “no me vengan con que la ley es la ley”. El presidente ha sido claro en la preeminencia de la lucha contra la inflación sobre tratados internacionales u ordenanzas gubernamentales.

Todos esperamos que las medidas del gobierno contengan la inflación y no representen un riesgo a la salud de los consumidores, pero las empresas deben tener presente que si no fueran efectivas, el presidente definirá nuevas acciones, quizá más radicales, como los controles de precios en productos sensibles, profundizará la desconfianza del presidente hacia las empresas y las culpará de ser responsables de las fallas del acuerdo.

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Nota del editor: Antonio Ocaranza Fernández es CEO de OCA Reputación. Síguelo en Twitter y/o en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

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