La naturaleza de las mipymes está inmersa en una contradicción en la cual estas empresas se enfrentan a una mayor vulnerabilidad ante la presencia de escenarios complejos, al mismo tiempo que son piezas fundamentales al buscar crecimiento o recuperación tras una crisis. Lo anterior obliga a cuestionar si las mipymes son atendidas con el mismo nivel de prioridad que éstas simbolizan para la economía nacional.
La turbulencia de los últimos años ha puesto a prueba a millones de negocios. Con ello se ha hecho evidente que la limitada participación de las mipymes en procesos de innovación, la baja inversión en tecnología, la informalidad, y la falta de acceso a financiamiento y a capacitación en materia de integridad empresarial aún representan retos considerables para las empresas.
Reconociendo su relevancia para el país, resulta indispensable implementar estrategias para robustecerlas y que puedan navegar momentos complejos.
Un sistema de apoyo que incremente la formalización y participación tributaria, al mismo tiempo que consolide los procesos de las mipymes, podría contribuir a su fortalecimiento. Un ejemplo es contar con una estrategia adecuada para la deducción de gastos en beneficio del flujo de las empresas.
Mejorar el poder adquisitivo de los trabajadores a través de vales de despensa, monederos electrónicos y vales de combustible, representa una oportunidad para las mipymes en cuanto a su rentabilidad, pero sobre todo implica beneficios para los empleados y sus familias.
De igual manera, es prioritario que las empresas se mantengan al día en cuanto a hábitos de consumo, contexto de los mercados y requisitos en torno a transparencia y políticas anticorrupción. En la pandemia se evidenció la necesidad de apostarle al comercio electrónico y a la innovación.