El sistema nacional de elecciones volvió a dar muestras de su buen funcionamiento. Y es que no hay mejor noticia que la renovación de poderes de forma pacífica. Desde 2014 el INE comparte atribuciones con los institutos electorales locales para homologar la calidad de las elecciones sin vulnerar el sistema federal consignado en nuestra Carta Magna.
Y esto tiene un propósito: respetar las realidades locales, aquilatar su diversidad y administrar de mejor manera las realidades políticas, sociales y culturales que se viven en cada entidad.
En este proceso comicial las autoridades electorales, la nacional y las locales, estuvieron presentes en cada rincón de las seis entidades gracias a su estructura profesional, especializada e independiente de los gobiernos en turno.
Una de las atribuciones primarias del INE fue la construcción del listado de votantes: casi 12 millones de mexicanas y mexicanos tuvieron la oportunidad de ejercer su derecho al voto. Personas de carne y hueso, registros únicos que cumplieron con los requisitos de ley para votar y con lo que se garantiza el principio “una persona, un voto”.
No olvidemos que desde 1990 la creación de un sistema electoral creíble estuvo condicionado a la confección de un listado de votantes generado, administrado y resguardado por un ente independiente al poder en turno: cuando todas las fuerzas políticas acordaron que el poder mantendría las manos fuera del padrón electoral.
El INE visitó a 1.6 millones de personas en sus domicilios para invitarlos a participar y capacitarlos como funcionarias (os) de casilla. Cada Instituto Local produjo e imprimió los materiales y la documentación electoral, además de incluir sus particularidades en los manuales de capacitación.
La ciudadanía fue la gran protagonista: 83,800 personas seleccionadas al azar recibieron, contaron y registraron el voto de sus vecinos (as). El 85% de las casillas estuvieron completas y sólo se tomó a un 6.5% de los electores de la fila (en las elecciones federales de 2021 y la revocación de mandato se tomaron alrededor de un 7%).
Las mesas de votación volvieron a ser los lugares más plurales y vigilados. Los partidos políticos y candidaturas independientes supervisaron el 99.22% de las mesas de votación y participaron más de seis mil observadores (as) electorales.
La coordinación entre el INE y los institutos electorales produjo, una vez más, un trabajo organizativo impecable. Se instalaron 20,971 casillas. Sólo 22 no pudieron instalarse en Oaxaca por problemas derivados del huracán Agatha y demandas sociales insatisfechas.
Asimismo, la calidad de los Programas de Resultados Electorales Preliminares por parte de las seis entidades demostró su evolución. Recordemos que cada Instituto local es el responsable de los resultados electorales, pero en estos últimos ocho años han trabajado con el INE a fin de mejorar sus procesos operativos, de calidad y de seguridad, así como para renovar sus prácticas de visualización de datos.