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Desdramatizar la decepción

La claridad y contundencia del argumento para votar por la oposición no parece estar haciendo mella en la distribución de las preferencias electorales. ¿Por qué?
mar 20 abril 2021 11:59 PM
Decisión 2021
La disyuntiva de los votantes este 2021 es a quién castigar con su voto.

Hay un argumento claro y contundente para votar por la oposición en las próximas elecciones: castigar los malos resultados del gobierno de López Obrador, quitarle la mayoría a su coalición en la Cámara de Diputados, evitar que consolide su poder un presidente cuya inclinación conservadora y autoritaria es cada vez más inocultable.

Es un argumento, además, con muchos datos y testimonios que lo secundan, al que todos los días se suman noticias y diagnósticos que no dejan lugar a dudas de que el país va por muy mal rumbo. Lo que genera dudas, más bien, es el hecho de que las encuestas insisten en mostrar que dicho argumento no resulta persuasivo para una mayoría del electorado.

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Reviso un total de dieciséis encuestas de intención de voto, expresada en términos de preferencias “brutas”, publicadas ente noviembre y abril. Encuentro que, a pesar de las variaciones que las separan, todas coinciden en dos aspectos: uno, que Morena es el partido que aglutina el mayor porcentaje de preferencias; y otro, que el porcentaje de “no respuesta” siempre es mayor que el de la intención de voto por cualquier otro partido que no sea Morena.

Además, en trece de las dieciséis encuestas la suma de las preferencias por el segundo y tercer lugar (PRI o PAN) no rebasa el porcentaje de intención de voto por Morena.

Es como si la elección se dividiera en tres pisos. El de arriba, en el que Morena obtiene un promedio del 33% de la población encuestada y “no respuesta” alcanza el 30%. El de en medio, donde PAN y PRI consiguen alrededor del 12% de las preferencias cada uno. Y el de abajo, en el que los otros siete partidos que participarán en la contienda (PRD, PT, PVEM, MC, PES, FM y RSP) se disputan el 13% restante.

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La claridad y contundencia del argumento para votar por la oposición no parece estar haciendo mella, por lo menos hasta el momento, en la distribución de las preferencias. Eso no significa que sea un mal argumento (de hecho, a mí sí me convence, pero a fin de cuentas esa es solo mi opinión). Significa, en todo caso, que no está logrando apelar a las mentes, a los corazones o a los estómagos de un número suficiente de votantes como para que la elección se vuelva realmente competitiva. En otras palabras, es un argumento al que le sobran certezas pero le está faltando capacidad de convencimiento.

¿Por qué?

Una respuesta quizá esté en el grupo “no respuesta”. ¿Cuántos de esos electores habrán apoyado la causa lopezobradorista en 2018, no quieren refrendarle su apoyo ahora en 2021 pero tampoco están dispuestos a darle su voto al “PRIAN” ni a desperdiciarlo en alguno de los partidos menores?

No es difícil imaginar la tribulación que quizá están viviendo en su fuero interno ese tipo de votantes, incluso si uno no está de acuerdo con ella. Probablemente están decepcionados de la presidencia de López Obrador, pero no se arrepienten de haber creído en la necesidad de un cambio. Les gustaría, sin embargo, expresar su descontento, aunque no a costa de traicionar la imagen que tienen de sí mismos, es decir, de votar por los partidos que para ellos solo representan “el pasado”.

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Atrapados en la telaraña de esos dilemas, es posible que a dichos votantes les cueste trabajo, por decirlo de algún modo, el argumento para votar por la oposición. Tal vez, más que regañarlos o desesperarse con ellos, habría simplemente que recordarles que en las democracias es muy común que a los presidentes no les vaya bien en las elecciones de medio término. En cierto sentido es parte de la normalidad democrática. Las oposiciones nunca son lo que quisiéramos que fueran, siempre defraudan, pero de todas maneras sirven para que los electores puedan pintar su raya frente al poder en turno.

No tiene por qué haber drama. Pasa en todo el mundo. Se puede, se vale. No hay falla. “Es de sabios cambiar de opinión”, dicen.

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Nota del editor:

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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