La intempestiva pandemia por la COVID-19 nos ha dado la gran oportunidad de aprender y de aprehendernos de otra forma, de cambiar.
Nos permitió, por ejemplo, repensar y replantear la forma en que actuamos y llevamos nuestra vida diaria: qué comemos, cómo nos ejercitamos; en general, cuestionarnos qué tan saludable es la vida que llevamos. Pero, me parece, sobre todo cuestionó nuestro grado de responsabilidad social: ¿qué tanto nos importa la otredad y tomar en nuestras manos acciones que nos ayuden como país a combatir de manera más efectiva el virus, así como las consecuencias económicas que ya ha traído tras de sí? Ante éstas, tanto el gobierno federal como el de la Ciudad de México han tomado desde meses atrás acciones como la continuidad a obras estratégicas o el trabajo coordinado con inversionistas o cámaras empresariales.