Tan lacerante como la corrupción, tan dañina como la impunidad, tan dispendioso como el narcotráfico y tan frustrante como la derrota de la Selección nacional en un mundial, es ese mal endémico que padecemos desde hace muchos años y que no tiene otro nombre que el de ineptitud.
Cientos, miles de millones de pesos se desperdician anualmente por la ineptitud; las más de las veces ocurren enfrente de nuestros ojos todos los días y en cualquier rincón de nuestro México; lo vemos en las calles que se abren y se cierran una y otra vez y otra; en las costosas remodelaciones periódicas de muchas oficinas públicas; en la repavimentación de calles del centro en muchas ciudades de nuestra República; es tal la frivolidad en la que todos hemos caído, que como ciudadanos permitimos, indiferentes o inconscientes, que los gobernadores y presidentes municipales en todo el país gasten millones de pesos solo en pintura para adecuar el color emblemático de su partido en todos los edificios públicos de su territorio.