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El desastre que viene

El mejor momento para prevenir una catástrofe es cuando nadie se la espera. Por eso los fenómenos naturales nos pillan desprevenidos tantas veces.
mar 05 noviembre 2019 06:00 AM
Alberto Bello
Alberto Bello, director editorial "Hard News" de Grupo Expansión.

Si, como yo, eres de quienes piensa que este tema de los desastres naturales no es relevante ahorita (porque están sucediendo demasiadas cosas importantísimas en México y el mundo), reconozcamos que somos parte del problema.

Los largos tiempos de los fenómenos naturales hacen que se nos olvide que pueden regresar. Las secretarías de estado recortan presupuestos, las empresas abandonan capacitaciones, las autoridades locales permiten asentamientos en cauces secos, o recortan el presupuesto de los cuerpos de bomberos. En los 32 años transcurridos entre los sismos de 1985 y 2017 se perdieron prácticas que llevaron a tragedias que pudieron evitarse en la Ciudad de México, y en Oaxaca y Guerrero.

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“Tenemos que generar conciencia, tenemos que comprender el riesgo, si no lo comprendemos no lo podemos gestionar”, me explicó Martha Herrera, la directora de Arise México, constituido hace un año, y que hoy reúne a 200 organizaciones, incluyendo empresas, universidades y gobierno.

Se trata una alianza del sector privado impulsada por la ONU y enfocada en la construcción de comunidades sostenibles. Una vez que comprendemos el riesgo de cada uno y de nuestras instituciones hay que administrarlo, “hacer planes y focalizarlo en aquellas comunidades que son más vulnerables”, dice Herrera, también presidenta de la Red Mexicana del Pacto Mundial de las Naciones Unidas.

Más del tema: Los programas de reconstrucción son la clave para enfrentar desastres naturales

Arise organizó la semana pasada el foro "Resiliencia para todos: la importancia de comprender el riesgo" en la Ciudad de México. El nivel de análisis técnico y social del evento hacen pensar que hay mucha gente enfocada en que no se nos vuelva a olvidar que las catástrofes pasan. Participaron entre otros la Oficina de Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastre, y la Secretaría de Gobernación mexicana, junto con varias organizaciones del sector privado.

Algunos apuntes de lo que se dijo allí: el precio del riesgo no está incluido en los bienes raíces, lo que hace que el riesgo no se mitigue (ejemplo no polémico: el precio del terreno a nivel del mar en Miami); el seguro de riesgos en México debería ser obligatorio; no hay que reinventar la rueda, sino buscar las mejores soluciones para los problemas donde los hayan resuelto mejor (sismos en Tokyo, huracanes en Florida, agua en Holanda, fuego en Londres); no hay una solución para todos las situaciones, pero hay que tener claro qué se puede hacer financieramente antes o después del evento, cuando el riesgo se toma (fondos contingentes o asignaciones presupuestarias) o se transfiere (seguros).

La frase “Build better before”, construye mejor antes, debe ser aplicada permanentemente: después de un desastre debemos evitar reconstruir el riesgo (prohibir los asentamientos en la zona, construir con técnicas mejores). Incluir a las comunidades en las tomas de decisiones. Voluntad política.

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Muchos puntos que apenas reflejan el nivel de discusión de este encuentro. Nos va mucho en ello: 57% de los municipios de nuestro país están en situación de vulnerabilidad. Es decir, hay 27 millones de personas que pueden perderlo todo, empezando por la vida, ante algo tan trivial para muchos como puede ser una tormenta.

La semana pasada Arise y el Consejo Nacional de Protección Civil firmaron un convenio para compartir información y trabajar en la capacitación que todos necesitamos para dejar de pensar que eso de los sismos no nos toca. Y que eso corresponde al gobierno, pero también a las empresas y a cada uno de nosotros.

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Nota del editor: Alberto Bello es director de Hard News de Grupo Expansión.

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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