OPINIÓN: Urgente enfocarse en el Congreso
Nota del editor: Don Porfirio Salinas es híbrido de política, iniciativa privada y escenario internacional. Priista orgulloso de “el valor de nuestra estirpe” (Beatriz Paredes dixit); y antagónico al régimen actual, contrario a esta estirpe. Convencido de la política como instrumento de construcción de país, desde cualquier trinchera. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.
(ADNPolítico) – La mayoría de las encuestas serias hoy marcan una consolidada y creciente tendencia a favor de Morena en la carrera presidencial. Pareciera inevitable que, salvo alguna sorpresa demasiado radical y riesgosa, Andrés Manuel López Obrador será el próximo Presidente de México; Ricardo Anaya quedará en un sólido segundo lugar; y José Antonio Meade será una suerte de testigo presencial en un distante tercer lugar. Esto significará un cambio de fondo en la dinámica política del país.
Pero muy poca atención se ha dado a la elección de Diputados Federales y Senadores. A estas alturas debería tener mayor atención, incluso que la Presidencia, que pareciera ya resuelta. Son pocas las encuestas que hay disponibles de tendencias de voto al Congreso. De esas pocas, son menos aún las realmente confiables.
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Sin embargo, siendo la única información disponible, tenemos que, como partidos, Morena se perfila como la primera fuerza en ambas cámaras del Congreso. El PAN, desdibujado por la fatídica cesión de distritos que hizo al PRD y a Movimiento Ciudadano, sería una distante segunda fuerza. Y el PRI quedaría en su peor elección histórica, incluso por debajo de los magros resultados de 2006.
De la llamada “chiquillada” se vienen sorpresas. El PRD entraría ya en esta clasificación, después de haber sido una de las tres principales bancadas las últimas dos décadas. MC tendría resultados similares o incluso mejores que el PRD. El Verde y Nueva Alianza estarán sumamente debilitados, con riesgo de perder registro. El PT tiende a crecer gracias a su alianza con Morena. Y la sorpresa en potencia sería el PES, que, aunque sobreestimado, podría superar a varios también por su alianza con Morena.
Como coaliciones, la de López Obrador (Morena, PT y PES) será la más numerosa, incluso con posibilidades de erigirse como mayoría simple. El Frente (PAN, PRD y MC) sería la segunda, de mantenerse unidos. Y el PRI con PVEM y PANAL sería una muy distante tercera fuerza.
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Esto significa un cambio histórico y radical en la conformación del Congreso de la Unión. Estamos por primera vez ante el escenario de un Legislativo mayoritariamente de izquierda, o lo que en México mal llamamos izquierda, por lo desdibujada que está.
En los hechos, lo más seguro es que el Frente no se mantenga, al no lograr el objetivo que hoy los “cohesiona”: la Presidencia. Ante esto, es altamente probable que la mayor parte de los Legisladores que entren por el PRD se alíen al proyecto de Morena, sin cambiarse a este partido para mantener los privilegios políticos y económicos de ser un grupo parlamentario. La interrogante es si lo harán hasta diciembre que entre el nuevo Gobierno, o si desde septiembre empiecen el coqueteo.
También, una parte de MC por pragmatismo estaría regresando de facto a esa alianza que ya tuvieron con AMLO hace años, y que los consolidó como partido nacional. Y es probable que algunos del PRI, los más enojados con el régimen actual, también se acerquen al grupo mayoritario.
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El PAN tendrá serios problemas para mantenerse cohesionado, por los profundos procesos de división interna que implicó este proceso electoral. Pero tratará de impulsar algunas de sus agendas históricas. Y el PES, el más conservador, trabajará con Morena, pero por cercanía axiológica probablemente dialogue con el PAN.
La gobernabilidad del Poder Legislativo a partir de la LXIV Legislatura será un reto de la mayor relevancia. Muchos de quienes llegarán como legisladores vienen con poca o nula experiencia legislativa y de servicio público. Varios de ellos vienen, incluso, con prejuicios y rencores que marcarán una dinámica social muy compleja, trasladándola al Congreso de la Unión.
Este siguiente Congreso no será “business as usual”. Para los profesionales de cabildeo, este será el mayor reto de sus carreras. Se instalarán muchos prejuicios en los procesos de toma de decisión. Y también, por la desbandada de panistas y priistas desempleados, proliferarán “cabilderos” irresponsables que buscarán pervertir aún más las dinámicas legislativas.
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El Poder Legislativo, como uno de los tres Poderes de la Unión, debe ser el contrapeso por excelencia del Ejecutivo. Es, además, la representación máxima de la sociedad en la República. Pero durante el actual sexenio, sin negar algunos logros importantes, el Congreso de la Unión renunció a su función de contrapeso para actuar como comparsa, como un instrumento más del Gobierno Federal.
Salvo notorias excepciones de Legisladores experimentados de oposición con verdadera vocación democrática, como un Larios, un Encinas o un Llerenas, la oposición en el Congreso dejó mucho que desear. Y si bien hubo Legisladores del PRI que no estaban de acuerdo con muchas instrucciones del Ejecutivo, al final la coerción de “liderazgos” como el de Emilio Gamboa los acallaron para respaldar de manera ciega al Presidente, renunciando el PRI a sus propias agendas y convicciones.
Estamos ante un escenario histórico, el más complejo que se haya tenido para el Congreso. Es fundamental que empecemos a preocuparnos por lograr un Legislativo mucho más profesional, ético, eficiente y eficaz; para no replicar un Congreso sumiso ante un Ejecutivo Federal que hoy se perfila con amplio poder.
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Ante esto, es de reconocerse el importante logro del actual Presidente de la Cámara de Diputados, Edgar Romo, de establecer un Sistema de Evaluación del Trabajo Legislativo, que contará con un Consejo de participación ciudadana con organizaciones académicas, sociales y empresariales. Es el momento clave para que el trabajo legislativo sea sometido al escrutinio público. Y es urgente que un sistema similar se implemente también en el Senado de la República.
Hoy más que nunca, ante este nuevo escenario, y con la primera camada de Legisladores federales que podrá competir por la reelección, debemos darle la importancia que merece al Poder Legislativo como contrapeso del Ejecutivo, y como máximo espacio de la representación popular.
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