#Crónica | Rosalía en el Zócalo: una noche de alegría y desmayados
Tras una espera de más de 10 horas, Valentina, de 7 años, pudo escuchar a la "Motomami", como ella, otras 160 mil personas corearon el setlist de Rosalía.
Para escuchar a Rosalía en el Zócalo, Valentina llegó al Zócalo a las 10 de la mañana, tiene 7 años. "Está por cumplirlos", ataja su mamá cuando se platica con ellas. Espera sobre un banquito y porta unos lentes al "estilo motomami" mientras espera que inicie el concierto: "Mi favorita es Chicken Teriyaki", dice. Más de 10 horas después de que llegó, su voz infantil resalta entre la de cientos de jóvenes que la rodean y corean "La fama".
No es la única que esperó por horas; miles de personas abarrotaron la plancha del Zócalo y calles aledañas desde tempranas horas; algunos llegaron al primer cuadro desde jueves en la noche.
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La espera
Durante la espera, los asistentes reciben "ofertas previsoras" para el conciero, vendedores se pasean entre la gente: "Sombrillas, sombrillas por $50". "Lleva tu llavero por $10". "Aaaguaa, cigarrooos". Algunos otros aprovecharon para vender merch no oficial: playeras, sudaderas y gorras, cada una por 150 pesos.
Son las cinco de la tarde. El Zócalo está lleno de sombrillas, pues hay que cubrirse del sol. Algunos sentados o acostados; de repente, se abre un hueco entre la gente, alguien vomita, algunos se alejan un poco, pero sólo eso.
Conforme avanza el tiempo, crece la emoción en el ambiente. No solo hay jóvenes adultos, entre la gente se aprecia a muchos niños, quizá los llevaron para un festejo adelantado por el 30 de abril.
Ya son las 7. ¿Abrirá alguien?, se preguntan.
En una zona de la plaza un grupo canta a Peso Pluma, Junior H, Selena y El Recodo.
Son las 8. Hay gritos de expectativa.
Son las 8:20. Suenan motores de motos: es el inicio.
Hay gritos de emoción y pantallas de celulares resaltan entre los asistentes. Mientras los gritos aturden, en Palacio Nacional, el presidente López Obrador se reúne con senadores de su partido y las cuatro "corcholatas", en lo que –después see dijio– fue una visita de cortesía por el contagio de Covid que tuvo el presidente.
El setlist es igual al de los otros conciertos que la Motomami ha dado, incluso algunos comentan que son menos canciones (como Bulerías o Pienso en tu mirá).
El escenario y las pantallas también son más pequeñas que las del festival Ceremonia, por ejemplo, pero el ambiente no es igual. Aquí hay familias, niños y adolescentes, estudiantes y trabajadores; todos cantando con toda su voz todas las canciones.
Rosalía está notablemente feliz; ella lo dice en una pausa de sus actuaciones. Canta La llorona a capella y mientras se le ven algunas lágrimas en sus ojos, el público estalla: "Rosalía, hermana, ya eres mexicana".
Sigue con "Hentai" y, como en otros shows que ha dado, canta un cover de "Héroe" de Enrique Iglesias. Las luces de los celulares que simulan un baile al ritmo de Rosalía cubren la plancha del Zócalo, y también los balcones y las terrazas de alrededor.
Rosalía suelta: "Tanto baile me ha dado hambre. Iré por unos taquitos o un aguachile", después de que preguntó hace un mes la receta de este platillo.
A mitad del Zócalo, los paramédicos comienzan a atender a personas desvaneciéndose. Rosalía canta, la gente, eufórica; pero un punto del escenario, una chica llora porque se siente mal.
El concierto de Rosalía en el Zócalo está llegando a su fin y no hay sorpresas, no hay invitados, ni siquiera Rauw. Y cada vez empiezan a salir más personas (entre ellas niños) porque falta aire o están muy aplastadas.
De acuerdo con cifras del gobierno e CDMX, hubo 160 mil asistentes al concierto. Rosalía no logró romper el récord de Grupo Firme, que tuvo 280 mil asistentes.
La española termina con "Chicken Teriyaki" y "Cute". Solo es una hora de concierto y el público se queja: "Vamos a tardar más en salir de aquí que lo que tocó Rosalía".
Termina la música, el escenario se queda en silencio. La gente se mueve. Minutos después, comienza otra música y prenden las luces: es la señal de "Se acabó". Ahora, a navegar por los ríos de gente hacia el metro y otros transportes.