“Mi sueño es convertirme en una gran doctora y poder curar el cáncer, el autismo, bióloga, marina y actriz”, declaró a la agencia de noticias EFE.
Cuando Michelle tenía un año y medio de edad aprendió a hablar inglés además de español, a los cuatro años ella ya sabía leer y escribir, y ahora domina el francés, italiano y alemán.
Aprobó la primaria, secundaria y recientemente la prueba del Centro Nacional para la Evaluación de la Educación Superior (Ceneval) para certificar su preparatoria.
“Estoy feliz porque ya acredité, primaria, secundaria, y preparatoria”, expresa Michelle.
La pequeña empezará sus estudios universitarios en agosto, los dos primeros años serán de clases virtuales y después serán presenciales en Estados Unidos, detalla Karina Guillén Cruz, madre de Michelle.
Michelle también se considera artista, dibuja, pinta, toca el piano, y además ha sido destacada en natación, baloncesto y es cinta negra en taekwondo, entre otras disciplinas.
Un camino de esfuerzo
Guillén Cruz, quien es cirujana, relata que encontrar el camino y entender a su hija fue angustioso y frustrante.
Tuvo que consultar a especialistas, buscó por internet casos similares, pero encontró poco.
Al mismo tiempo lidió con el sistema, pues su niña fue rechazada de cinco escuelas primarias en Chiapas, pues no querían aceptarla por su coeficiente intelectual, con el argumento de que los maestros no podían lidiar con su inteligencia.
“Tampoco es fácil porque tú vas a una institución, te topas con los pretextos, es que esto y lo otro, es que la edad. La verdad yo ejercí mucha presión", expone la madre.
En cuanto una escuela la aceptó, sus padres solicitaron a la Secretaría de Educación en Chiapas que la subieran de grado, porque Michelle se aburría en las clases, pues en un par de horas aprendía de todo, añadió.