Estefanía Medina, de la organización Tojil, e Irene Tello, de Impunidad Cero, consideran que el caso Lozoya debería marcar un antes y un después en la impartición de justicia en México en contra de exfuncionarios, que a pesar de evidentes ilícitos, no encontraban castigo o se quedaban en sentencias irrisorias.
Del poder a la huida
En tan solo siete años, Lozoya pasó de ser uno de los funcionario más cercanos al expresidente Enrique Peña Nieto a a huir de la justicia mexicana.
Emilio Lozoya se integró al gobierno de Peña el 6 de diciembre de 2012 como director de Pemex, sin embargo, antes fungió coordinador de Vinculación Internacional en la campaña del entonces candidato del PRI, puesto desde donde presuntamente iniciaron los sobornos de parte de la empresa brasileña Odebrecht.
De acuerdo con indagatorias de la FGR, Lozoya habría recibido 9,1 millones de dólares a cambio de favorecer a la empresa Odebrecht con diversos contratos en México.
Otra de las acusaciones que recaen sobre el también economista del ITAM, a quien también se le señala que, bajo su gestión como director de Pemex, se realizó la compraventa irregular de la planta de fertilizantes Agro Nitrogenados por 264 millones de dólares.
Por alrededor de 12 meses, Emilio Lozoya evadió la justicia, hasta que el pasado 12 de febrero, fue detenido en Málaga, España, desde donde originalmente se había negado a ser extraditado, hasta el pasado 30 de junio, cuando aceptó ser extraditado.
Esta misma semana, exfuncionario dejará la cárcel de Navalcarnero con rumbo al aeropuerto de Barajas o al de Torrejón de Ardoz, donde sería entregado a autoridades mexicanas.
#QuéPasóCon... Emilio Lozoya