"La corrupción en los estados es tal, que delegados de AMLO pueden funcionar"
AGUASCALIENTES, Aguascalientes (ADNPolítico) - ¿Son los delegados estatales de Andrés Manuel López Obrador el punto medio entre el dominio del presidente de México y los abusos de los gobernadores?
Para Andrew Paxman, coordinador del libro Los gobernadores. Caciques del pasado y del presente, vale la pena averiguarlo.
“La enfermedad es tan grave, la plaga de corrupción en los estados es tan grave, que se requiere de una fuerte medicina (...) Si el sistema federalista está algo afectado, comprometido por esos nombramientos, hablando en términos de principios, yo creo que es un sacrificio que vale la pena porque los gobernadores no se han probado lo suficientemente honestos para seguir siendo completamente autónomos en su conducta”, dice en entrevista el historiador de la prensa y académico del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).
En el libro, Paxman y otros académicos perfilan gubernaturas de la posrevolución en el Estado de México, Puebla, Hidalgo, Veracruz, Yucatán y el Distrito Federal, mientras que periodistas retratan lo que esas entidades vivieron bajo los mandatos de Eruviel Ávila, Rafael Moreno Valle, Miguel Ángel Osorio Chong, Javier Duarte, Ivonne Ortega y el propio López Obrador. Incluso, refieren el apoyo que casi todos recibieron de Elba Esther Gordillo en su ascenso al poder.
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¿Qué tienen en común esos políticos posrevolucionarios y modernos? Que actuaron como caciques —abusaron del poder, la fuerza o el dinero públicos— amparados en la mancuerna con el gobierno federal, primero, y después en la autonomía que les otorgó el federalismo.
Por eso es que Paxman considera que México vive un momento histórico en el que grandes preguntas están por responderse: desde si el próximo presidente ejercerá o no un estilo autoritario con los gobiernos estatales, los poderes Legislativo y Judicial e incluso la prensa, hasta los resultados de la lucha del país contra la corrupción.
“López Obrador tiene la capacidad de asegurarse de que se lleven juicios sobre varios. La cuestión es, primero, si va a tener suficiente voluntad política para hacerlo, y segundo, si tiene suficiente visión demócrata en términos de la separación de poderes de no intervenir cuando los jueces quieren perseguir a esos corruptos”, dice.
Aquí la entrevista completa.
¿Por qué recuperar estos perfiles de la mano de académicos y periodistas?
Ha habido toda una tendencia durante los últimos 20 años de un comportamiento caciquil que se nota entre muchos gobernadores en los estados, que ha sido muy comentado. Ya en 2003, Leo Zuckermann escribió una columna en la que se refirió a los gobernadores como los nuevos virreyes y, entonces, el proyecto surgió de una preocupación por ese comportamiento.
Yo viví en el estado de Puebla durante un par de años cuando estaba Mario Marín, el famoso góber precioso; desde hace cuatro años vivo en Aguascalientes y también en distintos momentos he vivido en el DF; entonces, he visto la conducta de los gobernadores y he visto que cada vez más en años recientes se han comportado de manera autoritaria, ha habido cada vez más casos de desvío de fondos —espectacularmente en el caso de Javier Duarte, pero no es el único caso—, exceso de gasto, dejando a los estados con grandes deudas, como el caso de Rafael Moreno Valle o Humberto Moreira o Ivonne Ortega.
Y, a mi parecer, el federalismo mexicano está roto o por lo menos está debilitado. Está muy debilitado por tantos abusos de poder por tantos gobernadores desde finales de los 90. Y digo esa fecha porque durante varias décadas, desde los años 40, había una tendencia de quitar a cualquier gobernador que se excediera.
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¿Cómo cree que sea el desenlace de casos como el de Duarte?
Es muy buena pregunta y no sabemos. Lo que sí sabemos es que el caso de Javier Duarte fue tan abrumador que el gobierno tuvo que hacer algo; por lo tanto, hay un proceso jurídico en vigor... (Hay que ver) lo que va a pasar con los demás gobernadores que han sido acusados de corrupción —y según el New York Times son 17—, típicamente de desvío de fondos, o de lavado de dinero o de otra forma de corrupción financiera.
Lo que hemos notado en otros países es que el sistema jurídico es suficientemente fuerte e independiente, que puede encarcelar a gobernadores. En el estado de Illinois, por ejemplo, en Estados Unidos, cuatro de los últimos siete gobernadores han sido enjuiciados, han sido condenados por el sistema jurídico estadounidense por cuestiones de corrupción. Si mal no recuerdo, los cuarto o han pasado un tiempo en la cárcel o han sido multados. En Brasil, que también tiene un sistema federal, en años recientes hemos visto que los tribunales han encarcelado, por ejemplo, a un par de exgobernadores de Río de Janeiro.
Entonces, México está atrasado en cuanto a eso. Duarte ya está en la cárcel y creo que queda poca duda que va a quedarse ahí. Si lo sueltan por un tecnicismo, como ha sucedido por ejemplo, recientemente, con Elba Esther Gordillo, como sucedió con Caro Quintero, los dos soltados por tecnicismos… si lo hacen con Duarte, va a causar tanta rabia pública. Lo veo muy dudoso. Yo creo que va a quedar en la cárcel. La cuestión es si lo van a mantener en la cárcel como especie de victoria simbólica sobre la corrupción o si van a ir más allá.
¿Cómo va a cambiar el margen de maniobra que tienen los gobernadores con un presidente que va a imponer estos “súper delegados”?
Es una preocupación porque AMLO ha emitido señales encontradas o señales mixtas. En un momento, en el Auditorio Nacional, en un acto de campaña en noviembre del año pasado dijo: si el presidente no es corrupto, los gobernadores tampoco van a ser corruptos (si el presidente es honesto, los gobernadores van a ser honestos), algo así.
Esta cuestión de predicar con el ejemplo…
¡Exacto! ¡Y es muy ingenuo! Por ejemplo, (Felipe) Calderón. Calderón no era corrupto, ¿y qué pasó con los gobernadores durante su sexenio? No le hicieron caso... (López Obrador) sí habla de reconciliación, pero si está serio sobre su deseo de combatir la corrupción, tiene que empezar con una persecución de los más abusivos. Entonces, no sé.
Es la gran pregunta, es una de las grandes preguntas: ¿hasta dónde va a ir tras esos gobernadores abusivos de los que ya hay mucha evidencia de su corrupción? O si su plan es nada más decir: de aquí en adelante no voy a permitir actos abusivos y, por lo tanto, estoy nombrando coordinadores. Han surgido críticas de que estos coordinadores o el plan de nombrar, emplazar coordinadores a los estados es un atentado contra el federalismo. Salió otra columna criticando a AMLO en ese sentido. Es otra pregunta.
Digo eso no solo por sus propias tendencias, sino también por los mecanismos que deben funcionar: mecanismos de rendición de cuentas o de transparencia o debate no han estado funcionando en muchos casos. La prensa, en su mayor parte, está cooptada por el gobierno estatal; el Congreso frecuentemente ha sido cooptado. Moreno Valle, por ejemplo, cooptó a los priistas del Congreso local por una combinación de ‘zanahoria y garrote’. Las comisiones estatales de Derechos Humanos frecuentemente son cooptadas por los gobiernos de los estados y las fiscalías.
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Justo con López Obrador estamos viendo el fenómeno de que la sociedad civil está volcada casi de manera acrítica. Y con la prensa local tan limitada, ¿podemos esperar que haya organizaciones que vigilen?
Hay varias organizaciones no gubernamentales que han rellenado los espacios que, se supone, debe ocupar la prensa. Esta es una buena respuesta, es un cambio alentador y no dudo que esas organizaciones van a estar vigilando a los vigilantes.
En cuanto a la misma prensa, yo creo que este puede ser un momento parteaguas en la historia de la prensa también porque AMLO ha dicho que quiere recortar el gasto en publicidad federal por un 50%. Si eso sucede, eso va a acabar con muchos periódicos y está pasando en muchos estados: Javier Corral, en Chihuahua, ya está aplicando una política para estar reduciendo el gasto público y eso va a acabar con varios periódicos.
Eso suena mal. Se supone que queremos más periódicos, pero, irónicamente, entre más periódicos hay más dependientes son del erario público. Una situación sana sería con menos periódicos para que la cuota publicitaria de la iniciativa privada, del sector privado, estuviera dividida en menos recipientes que, a su vez, implique que los mismos periódicos que sobrevivan van a ser más independientes porque van a depender menos del erario público. Si eso sucede, si vemos la desaparición de varios periódicos tanto en el DF como en los estados, eso puede fomentar una mayor independencia, autonomía y, por lo tanto, vigilancia por parte de la prensa de los actos tanto de los gobernadores como de los coordinadores.
Es algo que también puede cambiar con la llegada de un gobierno con esa visión de la comunicación social…
Es otra gran pregunta: si AMLO va a cumplir con su promesa de reducir el 50% ese gasto, a mi juicio excesivo, o si… Es que, una vez que empiece su régimen en diciembre, va a empezar a sufrir mucha crítica.
Ya hay columnistas, ya hay periódicos, habrá medios que se dediquen a criticarlo. Entonces, el mismo AMLO va a experimentar la tentación de seguir surtiendo mucha publicidad a los periódicos para comprar su apoyo. Esta es la manera más tradicional en México de controlar a la prensa. No por el encarcelamiento de periodistas, mucho menos por asesinar a periodistas —me refiero a la prensa capitalina, no a la estatal—; tampoco por mandar porros a destruir las máquinas.
Todas esas cosas han sucedido de vez en cuando en la prensa capitalina: el asesinato de Manuel Buendía, el encarcelamiento de críticos —típicamente de jefes sindicales, pero han habido casos de escritores que han sido encarcelados— y de vez en cuando ha habido casos de invasiones a periódicos y se rompen las máquinas.
Pero todos esos mecanismos de control son menores en relación con la herramienta mayor más frecuente, que es subsidiar con fines de impulsar una cultura de autocensura. Y como esa cultura es muy arraigada en México y como es muy fácil de seguir con esa herramienta, de nuevo: yo creo que va a sufrir la tentación de no apretar tanto la llave del erario público sobre la prensa. Ojalá que cumpla con esa promesa de reducir el 50%