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Las hijas de Mirandillas: Cómo el mezcal empodera mujeres en Aguascalientes

A través de la siembra, la ecología, el estudio y el trabajo, "Mirandillas, la hacienda del mezcal" impulsa el desarrollo de El Llano. Esta es la historia del proyecto a cargo de las Rocha Bravo.
dom 25 agosto 2019 07:00 AM
Las hermanas Rocha Bravo
Las hermanas Rocha Bravo. Mezcal y feminismo para desarrollar de El Llano, Aguascalientes.

El Llano, Aguascalientes.– María Parga Macías tenía 14 años cuando su padre enfermo le entregó el rifle y la dejó a cargo de la hacienda. “Primero disparas y luego averiguas”, le aconsejó.

En Mirandillas, el feminismo llegó mucho antes que la Revolución.

Han pasado dos siglos y hoy esa antigua hacienda de Aguascalientes está en manos de las bisnietas de María, las Rocha Bravo. Lourdes, Adriana, Mónica y Mercedes se han aliado con más mujeres para reivindicar su legado, detonar el desarrollo económico en el municipio de El Llano y mejorar la calidad de vida de las mujeres del ejido Las Flores, que surgió con el reparto de tierras de la hacienda tras la Revolución Mexicana.

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Mientras Aguascalientes y Oaxaca litigan la denominación de origen del mezcal, las Rocha Bravo llevan un año trabajando en ‘Mirandillas, la hacienda del mezcal’, un emprendimiento similar a los que existen en viñedos alrededor del país: vincular la producción agrícola al turismo y el rescate del patrimonio histórico-arquitectónico en una región.

Para hacer honor a su legado de mujeres al mando, las cuatro hermanas y su madre, Lourdes Bravo Reyes, producirán tres variedades de destilado de agave mediante técnicas agroecológicas. También construirán una planta productora sustentable, reforestarán sus tierras para atraer a abejas y murciélagos polinizadores y con los desechos de su producción generarán abono y biocombustible. Todo, con trabajo de las mujeres de Las Flores.

Hijas, nietas y bisnietas de quienes fueron trabajadores de su familia, las Rocha Bravo no solo emplean a sus vecinas. También han emprendido un programa de educación y capacitación que, poco a poco, empieza a rendir frutos antes de la primera cosecha de agave

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Hace un año, Janet Castro Lara era solo Janet y se sentía invisible. Aunque lleva 15 años viviendo en el ejido, no sabía nada del campo, tampoco trabajaba y mucho menos pensaba en estudiar. Ahora se visualiza como una ejecutiva bilingüe, recibiendo a turistas extranjeros y sonríe mientras piensa en la emoción de sus hijas cuando le preguntan cómo le fue en el trabajo.

Janet es una de las primeras cuatro mujeres que se han incorporado al proyecto de ‘la hacienda del mezcal’. Junto a las hermanas Rocha Bravo, su socia Mylenna López Castro y a sus vecinas Martha Rangel Silva, Coco Estrada Almanza y Cuca Dávila Marmolejo, sembró las primeras dos hectáreas de agave para mezcal en Mirandillas. Pronto, ella y sus compañeras plantarán otras cinco hectáreas y, a partir de 2020, otras cinco anualmente. Antes de terminar este año, las mujeres de Las Flores también comenzarán a construir la planta productora del destilado.

A pesar de que su Índice de Desarrollo Humano (IDH) —el indicador del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que mide los avances de la regiones en salud, educación e ingresos de cara al cumplimiento de los Objetivos del Desarrollo Sostenible para 2030— es muy alto, el municipio El Llano tiene el segundo índice de educación más bajo en Aguascalientes. En promedio, su población concluye siete de los 12 años de escolaridad esperados; es decir, no termina la secundaria. Y, como en el resto del mundo, las mujeres son uno de los sectores más vulnerables.

El quinto de los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible es la equidad de género. Entre sus metas tiene la de procurar la igualdad de acceso de las mujeres a recursos económicos, a la propiedad y al control de la tierra y otros bienes, servicios financieros, herencia y recursos naturales.

Mezcaleras
Lourdes, Mylenna, Coco, Martha, Janet, Mercedes, Cuca, Adriana y Mónica, las manos detrás de Mirandillas.

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Por eso, las Rocha Bravo se decidieron por las mujeres. Además de emplear a las pobladoras de Las Flores, ‘Mirandillas, la hacienda del mezcal’ ha establecido convenios para que sus trabajadoras estudien inglés —llevan un año en clases en una universidad del estado— y becas para que las hijas de esas mujeres estudien robótica.

“Lo que necesitamos es que ya lleguen algunos turistas extranjeros para hablar con ellos y practicar”, bromea Martha, quien practica viendo videos y escuchando música en inglés. Sus favoritas, dice, son el tema de la película Ghost (Unchained Melody) y Lemon Tree, una canción del grupo Fools Garden que su maestra les puso en clase.

Además, las mujeres participan en talleres que un experto en cultura de paz imparte periódicamente en el ejido. Ahí han aprendido a convivir con la comunidad, trabajar en equipo y, sobre todo, que no son invisibles.

"Nos hacían preguntas y nosotras siempre nos íbamos con ellos. Como que nos hacíamos pequeñitas. Siempre 'él, él, él'; nunca nos nombrábamos nosotras, no decíamos 'las'”, recuerda Coco.

"Y pues él lo que nos quiere hacer ver es que también somos importantes. Las mujeres también podemos realizar un trabajo, podemos aprender idiomas. Tenemos la capacidad", añade Martha.

"Una vez nos puso una dinámica donde dibujamos un personaje: '¿por qué dibujaron a un hombre? ¿Por qué no dibujaron a una mujer, si ustedes son mujeres? ' Y sí es cierto, como que tomamos primero en cuenta la opinión de ellos, si podemos hacer las mismas cosas", recuerda.

Gracias a esos talleres, aprecia la consultora Mylenna López Castro, la relación en casa de Coco, Janet, Martha, Cuca y otras mujeres comienza a cambiar.

“Se ha dado una dinámica muy interesante de manera muy natural: los sábados, los papás llevan y traen, los esposos llevan y traen. Las mamás estudian y las hijas estudiando”, observa.

Las clases de inglés que reciben las mujeres de Las Flores tienen un objetivo a mediano plazo: que pronto atiendan al turismo foráneo que Mirandillas espera atraer cuando empiece la producción de mezcal.

En la primera etapa del proyecto, Lourdes y sus hermanas esperan emplear y capacitar a hasta ocho pobladoras de la comunidad. Además de la siembra y a construcción del horno, las mujeres cocinan y atienden a los visitantes que llegan a Mirandillas para las noches de estrellas: cada cuatro semanas, la noche más cercana a la luna llena, la gente cata el mezcal de casa con platillos típicos hechos por sus manos, mientras un astrónomo explica las constelaciones y otros misterios del universo.

Más adelante, las Rocha Bravo esperan construir un hotel boutique frente a las ruinas del casco de la hacienda —cuya restauración tiene un costo estimado de dos millones de pesos, según el INAH— y que más mujeres, incluso de otras comunidades en El Llano, puedan trabajar con ellas.

Cuca, Janet, Martha y Coco son las primeras en trabajar en el proyecto ‘Mirandillas, la hacienda del mezcal’. En noviembre pasado sembraron las primeras dos hectáreas de agave; antes de terminar 2019 comenzarán a construir la fábrica, sembrarán otras cinco hectáreas y, a partir de 2020, plantarán cinco hectáreas más anualmente.

Mirandillas restauración
El INAH ha estimado necesaria una inversión de 2 millones de pesos para restaurar las ruinas de Mirandillas.

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Ubicado a 40 minutos de la ciudad de Aguascalientes, el ejido Las Flores no tiene escuela. Los niños de primaria y secundaria van a San Francisco de los Viveros, una comunidad a 8 minutos en coche. La hija de Martha entró al bachillerato en Villa Juárez, Zacatecas, y se mudó con su abuela a la comunidad de El Polvo para que le quedara más cerca.

Por eso Lourdes y sus hermanas quieren trabajar con esas mujeres.

“De esta comunidad en especial todo les queda lejos. O sea, no es fácil para ellas ir a una empresa y trabajar y estar al pendiente de sus hijos. Entonces, lo que buscamos y que incluso les hemos ofrecido cuando estuvimos aquí plantando, pues no era un horario extendido (...) buscando que tengan facilidades para atender las dos cosas porque sabemos que es importante”, afirma la mayor de las Rocha Bravo.

Agave mirandillas
El cultivo agroecológico consiste en respetar la vegetación del lugar y utilizar como abono la hierba que se quita para plantar el agave.

Además, la gente de la comunidad y la de Mirandillas han sido casi familia.

“Este territorio era propiedad de mi tatarabuelo, por ahí antes de 1930. Los que ahora habitan Las Flores vivían en Mirandillas; era la gente que trabajaba en el campo con mi tatarabuelo que, cuando se llega la Revolución y posteriormente el reparto de tierras a los ejidos, la mayoría de ellos llega a vivir al ejido de Las Flores, su dotación es parte de lo que fue Mirandillas hace algún tiempo”, explica.

El proyecto de Mirandillas continúa mientras los gobiernos de Aguascalientes y Oaxaca aguardan la resolución de cuatro juicios en instancias federales por la denominación de origen del mezcal. Si gana Aguascalientes, El Llano y otros seis municipios podrán vender la bebida como mezcal; si pierde, solo podrá comercializarlo como destilado.

“En el remoto caso de que no se obtuviera la denominación de origen, nosotros estaríamos produciendo un doble destilado de agave con características de orgánico, de agroecológico, con una identidad cultural, histórica. Y además ya estamos hablando con alguien que nos va a ayudar a desarrollar un mezcal que sepa a El Llano, que sepa a Aguascalientes; va a tener notas de todo lo que rodea a nuestros agaves, que no se va a parecer en nada al mezcal de Oaxaca, de Durango, de Tamaulipas o de Guerrero”, explica Lourdes.

Mientras lo legal se resuelve, las Rocha Bravo ya tienen en proceso el registro de las tres variedades de su producto. Si en su sabor reclamarán su origen, en el nombre las bebidas de Mirandillas reivindicarán el legado de sus hijas. La denominación, al final, es lo de menos.

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