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'A veces llorábamos juntos': Omar recuerda a Martha Erika Alonso

Omar, el 'hijo adoptivo' de la gobernadora de Puebla, comparte anécdotas, recuerdos y lo que hizo cuando se enteró del accidente en el que murieron Martha Erika Alonso y Rafael Moreno Valle.
lun 07 enero 2019 09:00 AM
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Mamá. En redes sociales, Omar ha publicado algunas fotos la fallecida gobernadora de Puebla, Martha Erika Alonso, a quien considera su madre.

PUEBLA, Puebla (ADNPolítico).- Omar Álvarez conoció a Martha Erika Alonso cuando tenía 15 años de edad. Eran finales de 2010, meses antes de que ella se convirtiera en primera dama de Puebla.

Un día, la panista acudió a la Casa de la Familia Poblana y lo vio bailar electro dance. Lo mandó llamar con uno de sus asistentes y lo invitó a comer para conocer su historia; desde entonces se convirtió en su protectora.

Este joven, hoy de 24 años, llegó a aquella casa hogar huyendo de los maltratos de su madre biológica, según narra en entrevista telefónica. Se escapó a los 11 años, cuando falleció su padre y, después de vivir un tiempo en la calle, encontró apoyo en ese lugar.

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Bailarín. Martha Erika conoció a Omar durante una visita que la gobernadora hizo en 2010 a la casa hogar donde él vivía. Lo vio bailar electro dance y lo invitó a comer.

Cuando Alonso se convirtió en presidenta del Sistema Estatal DIF, invitó a Omar a vivir como una familia en Casa Puebla, la residencia oficial de gobierno. Primero él se negó porque sus compañeros y maestros de la preparatoria que sabían que ella pagaba sus estudios lo acosaban.

“Me decían cosas muy feas de ellos (los Moreno Valle-Alonso) (…), se burlaban de mí. Me decían que solo era un arrimado, que ella solo lo hacía para quedar bien”, recuerda.

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Omar detalla cómo fue su relación de ocho años con Martha Erika, las anécdotas y lo que hizo cuando supo que su “mami” —como la llamaba– había muerto junto a Rafael Moreno Valle y otras tres personas, al caer el helicóptero en el que viajaban la tarde del 24 de diciembre.

Ahora, sin el apoyo moral y económico que durante casi una década le brindó Martha Erika Alonso, planea dejar de estudiar el quinto semestre de Medicina Veterinaria en Guadalajara para trabajar de tiempo completo y sufragar sus gastos.

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“Dios mío, Dios mío, ojalá que no sea cierto”

Cuando Omar se enteró, la tarde del 24 de diciembre, de que Martha Erika y Moreno Valle habían muerto, había ido a la clínica veterinaria de un conocido a pedir trabajo. Una exnovia que conoció a su “mami” fue la primera que le marcó.

Hasta ese momento, no había visto las redes sociales, donde la noticia ya había estallado. De pronto, su teléfono colapsó entre llamadas y mensajes que le avisaron de lo ocurrido.

“Yo, sinceramente, ni me la creí. Dije: ¡ay, de por sí es así la gente! (que inventa fake news)”, recuerda.

Pero al ver que medios nacionales ya difundían la noticia como cierta, Omar encendió la tele y escuchó que hablaban del caso.

“Yo me quedé sorprendido y dije: no, no puede ser. Intenté marcarle (a Martha Erika), intenté marcarle, vi que no respondía y dije: Dios mío, Dios mío, ojalá que no sea cierto”. Se puso a llorar.

Como tenía contacto solo con la gobernadora, Omar no supo de la ceremonia luctuosa del 25 diciembre, a la que lamenta no haber asistido. Ahora solo desea viajar a Puebla para despedirse ante la tumba de quien reconoce como su madre.

“Solamente quiero eso. Despedirme, no quiero nada (…) Quiero estar un ratito ahí, pedirle perdón por hacerla enojar, porque sí la hacía enojar yo mucho”.

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“Soy tu mamá del corazón”

Omar estaba tan acostumbrado a los maltratos de su primera casa y de la calle, que le costaba trabajo creer que alguien podía quererlo. Cuenta que, desde que Martha Erika se asumió como su mamá adoptiva, él supo qué es tener una fiesta de cumpleaños o al menos un abrazo.

La mañana de un 8 de mayo, Martha Erika se escondió en la cocina cuando lo vio bajar por cereal para sorprenderlo con las mañanitas y unos pastelitos.

“Me acuerdo que ese día estaba escondida detrás de una barra. Como no le había dado tiempo y era muy temprano, nada más compró unos pingüinos y me dijo ¡Felicidades! (…) Me sentí súper especial ese día. Me compró ropilla, unos tenis para bailar”, recuerda.

Eran las 7 de la mañana cuando se tomaron una selfie, que Omar tiene en su perfil de Facebook, en la que ambos aparecen sonrientes.

Más tarde, ella lo llevó a comer e invitaron a un par de jóvenes de Casa de Ángeles, un centro de gobierno que atiende a adolescentes en situación de vulnerabilidad. Al día siguiente lo llevó al cine y a museos.

Otros tres
Adoptivos. Martha Erika Alonso adoptó a otros tres jóvenes de cuya relación con la panista Omar prefiere no hablar, por respeto a ellos y a su madre.

Otra de las anécdotas que Omar recuerda a lado de la panista es que ella lo vio llorar en su cuarto un día porque había peleado con su novia. Lo consoló y se ofreció hablar con la joven. Hubo muchos días en los que lloraron juntos.

Sobre la familia de Alonso, Omar tiene buenos recuerdos: aquella grabadora que uno de sus hermanos le regaló, los consejos de la mamá, un “échale ganas. Estudia”.

“Creo que fue lo mejor que me ha pasado en la vida, conocerlos. Toda su familia súper buena onda conmigo. Muy humanos, de verdad. Lo más sencillo”, dice.

En una ocasión, Omar le preguntó a Martha por qué ella hacía tanto por él sin ser su mamá, cuando él había sido un rebelde que se había escapado a la Ciudad de México con unos amigos durante medio año —en 2012 o 2013—, sin responder sus mensajes o llamadas.

“Ella me dijo que porque me amaba y estaba agradecida de que Dios me haya puesto en su camino. Se puso a llorar también (...) Me dijo: claro que soy tu mamá; tal vez no de sangre, pero sí soy del corazón tu mamá”.

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Cuando Martha conoció a la madre biológica de Omar

Otro momento que Randy —como lo conocen sus amigos— se emociona al evocar es cuando quiso hacer la primera comunión a espaldas de Martha Erika porque no quería darle molestias, pero ella se enteró y le organizó una comida.

Con la ayuda de ‘Nina’, el ama de llaves de la casa de gobierno, él asistió al catecismo en una iglesia del barrio de Xanenetla, cerca de donde vivía, por más de tres meses. Faltaban tres días para la misa cuando Alonso se enteró de sus planes y lo mandó a llamar.

“Me dijo: ¿Te puedo hacer una pregunta? Y yo le dije: . Me dice: ¿después de trabajar a dónde te vas todas las tardes? Yo no le quería decir, pero le tuve que decir que iba a catecismo y me dijo: ah, con que vas a catecismo. Y me dijo: ¿por qué?

“Me dijo que si ya tenía traje, padrinos y todo. Y yo le dije que no. Entonces me preguntó que cómo le iba a hacer entonces. Ella me dijo: ¿y qué esperas? ¿No me vas a pedir que yo sea tu madrina? Me sorprendí. Me puse a llorar (…) Ella me abrazó y me dio un beso en la frente”.

La comida fue en un restaurante de Puebla. Martha invitó a la mamá biológica de Omar y ahí la conoció.

“Ella me decía que la buscara (a su madre biológica) (…), que no importara lo que pasara que siempre, también, iba a ser mi mamá. Que no estaba bien que yo dejara de hablar con ella, me decía que tenía que hacer lo bueno”.

-¿Y qué le dijo Martha cuando la conoció?

“Primero le dijo que era un gusto cuidarme y después le dijo que debería estar orgullosa de mí porque siempre le he echado ganas. Le dijo: yo sé que es su hijo y también es mi hijo. Hasta tiene dos mamás y debemos estar orgullosas por él”, responde.

Hizo un brindis y ya mi mamá, mi mamá como que estaba muy apenada o no sé. No dijo nada y pues ya nos sentamos a comer.

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'Me decían que eran corruptos, que robaban dinero'

Entre los recuerdos de Omar hay algunas escenas dolorosas, no por culpa de sus protectores, sino de la sociedad. Casi toda su vida ha sido un joven discriminado, incluso en algunas fiestas con “niños bien” a las que lo llevó Martha Erika.

En la calle, en la escuela fue peor, asegura. Una vez llegó a los golpes con uno de sus compañeros de preparatoria porque le dijo que Martha Erika y su esposo, entonces gobernador, eran unos “corruptos” y “se robaban el dinero”.

Omar dio detalles del nombre de la preparatoria en la que incluso los maestros se burlaban de él, pero pidió no revelarlos. Decidió independizarse cuando ya estaba en la universidad.

Empacó sus maletas y se fue de Casa Puebla en 2016. Su plan de no avisarle a nadie no salió como esperaba, pues Martha Erika lo cachó.

“Yo le dije: es que yo me quiero ir de aquí. Me agarró las maletas y me las metió a la recámara. Entonces yo le dije que no, yo ya estaba llorando. Yo no le quería decir por qué, pero hasta el último me agarró de la mano y me llevó a un balconcito que está ahí y me dijo que qué tenía y ya le conté todo (…) Ella se puso a llorar y me dijo: bueno, si tú estás así feliz, yo te apoyo”.

Y así llegó Omar a Guadalajara. Se estableció, rentó un cuarto amueblado, siguió practicando electro dance y estudiando Medicina Veterinaria. Todo a costa de Martha Erika Alonso. Nunca más perdieron comunicación. En sus cumpleaños, él viajaba a Puebla y ella le celebraba.

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Dejar de estudiar, su primera opción

Omar tiene tres hermanos de sangre con los que casi no tiene trato. Tras la muerte de Alonso, su primera opción es dejar la universidad para a tiempo completo en Guadalajara.

“No me esperaba esto y voy a tener que dejar de estudiar ahorita. Faltar este semestre. Ahorita tengo que buscarle para trabajar. No me cuesta, ni nada porque yo sé que puedo, gracias a ella que me dio mucha seguridad y siempre me decía que podía lograr cosas muy cañonas. Siempre me decía que era muy valiente”, afirma.

Las palabras de aliento y fuerza que Martha Erika siempre le dijo lo impulsan a retomar la licenciatura más adelante y cuidar de los animales, como lo hizo en casa Puebla con los cachorros de la residencia y en las caballerizas.

“Cuando se enojaba, me decía Omar; pero así, siempre me dijo mi niño, corazón, cariño, bebé”, recuerda.

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Veterinaria. En Casa Puebla, Omar cuidaba de los cachorros de la residencia y luego trabajó en las caballerizas. El joven estudia medicina veterinaria en Guadalajara.

Sobre la relación de Omar con los otros tres hermanos que Martha Erika adoptó, él prefiere no hablar por respeto a la memoria de ella.

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