"Salimos a exigir por nuestras vidas, porque también queremos vidas dignas como el resto de la sociedad", dijo en una entrevista con EFE Victoria Sámano, activista por los derechos de las personas trans y que durante un tiempo mantuvo en su casa un refugio para miembros del colectivo que estuviesen en situación de calle.
Los reclamos de la decena de asociaciones que marcharon, entre las que se encontraban Las Gardenias de Tepito, Respetttrans o Resam Trans, se centraron en cuatro puntos principales: acceso a la vivienda, la salud, la educación y el trabajo.
"Hay muchísimas deudas con las personas trans, que ya son históricas, hace décadas nos está debiendo el Estado", expuso Sámano, quien celebró una inusual asistencia multitudinaria.
"Normalmente las personas trans no somos políticas porque justo estamos ocupados en otras cosas, como por ejemplo sobrevivir", justificó.
Adrián Jiménez, quien se identifica como un hombre trans, relató alguno de los problemas cotidianos de los que es víctima.
"Me da incluso ansiedad entrar al baño (fuera de su casa), tengo que buscar un lugar que haya un solo baño y que sea unisex. Todavía no he hecho mi transición, no se me visualiza así (como hombre) y no me siento a gusto", explicó.
Para Rubí Beatriz, una persona trans procedente del central Estado de México, vecino a la capital, el hecho que el 95% de esta población no tenga acceso a la atención médica se debe, en parte, a los estereotipos.
"Nos violentan mucho porque nos tienen identificadas como personas portadoras de VIH (virus de la inmunodeficiencia humana), cuando no es cierto", indicó.
De todo ello, concordaron las asistentes a la marcha entrevistadas por EFE, tiene el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador buena parte de culpa.
"El actual gobierno tiene muchísima responsabilidad en esta época donde los discursos de odio han aumentado, sobre todo por personas que son funcionarias públicas, e iniciativas que parten desde la ignorancia y que criminalizan y estigmatizan a las poblaciones trans", denunció Sámano.
Al arribar al Congreso capitalino, las manifestantes arrojaron pétalos y dejaron varias flores que portaron durante la manifestación.
Al ir un grupo de ellas a realizar pintadas en la fachada, otras tantas se opusieron al grito de "no queremos violencia", ya que habían planteado la marcha como un evento pacífico.
Las partidarias de las pintadas acusaron al resto de "ser del Gobierno", lo que provocó una división en los colectivos.