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#ColumnaInvitada | Todo lo que quiero de Navidad

La igualdad sustantiva en el entorno laboral no es un deseo ni una carta a Santa Claus, sino la exigencia de nuestro derecho a desarrollarnos con plenitud. Pensemos y accionemos
mar 20 diciembre 2022 06:00 AM
Los retos de la movilidad social para las mujeres
La brecha de igualdad laboral aún es dispar en muchos estados del país.

No quiero oro ni quiero plata, yo lo que quiero es romper… ¡el techo de cristal! Pero para hacerlo, se necesita mucho más que la magia de la Navidad porque sus indicadores globales nos revelan una realidad de contrastes donde las mejores predicciones hablan de varias generaciones para lograr la igualdad sustantiva. No es por ser aguafiestas, al contrario: si ponemos manos a la obra desde ahora, quizá podremos acelerar el cambio y combatir los malos efectos de la pandemia.

Primero situemos. De acuerdo con el Índice Global de Equidad de Género, Europa se posiciona con 76.6% de paridad y tiene los tres países mejor evaluados en todo el mundo: Islandia (90%), Finlandia (86%) y Noruega (84.5%). Las principales problemáticas detectadas que dificultaban la igualdad sustantiva eran la proporción desigual de trabajo remunerado y no remunerado, el techo de cristal y la discriminación salarial.

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De este lado del mundo, en Estados Unidos, la brecha salarial controlada es relativamente menor: en promedio, en 2022 a las mujeres se les han pagado 99 centavos por cada dólar que gana un hombre. Un estudio de PayScale detalla que la brecha salarial controlada se basa en factores como el puesto, la educación, la experiencia, la cantidad de trabajo y las horas trabajadas. Sin embargo, esa diferencia parece aumentar en los puestos más altos, dado que actualmente las mujeres gerentes reciben 90 centavos por cada dólar que reciben los hombres en el mismo puesto. De acuerdo con estimaciones oficiales, si la tendencia continúa, la brecha salarial podría cerrarse definitivamente para 2029.

En América Latina, mientras tanto, persiste una más profunda cultura patriarcal que dificulta la participación de las mujeres en la vida económica y limita su desarrollo humano. De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, 1 de cada 2 mujeres no participan en el mercado laboral y el 57% de aquellas que están ocupadas, laboran en sectores de alto riesgo de pérdida de empleos e ingresos. Según el Índice Global de Equidad de Género, los países mejor evaluados en esta región son Nicaragua, Costa Rica y Barbados.

En nuestro país, de acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad, la brecha salarial en 2022 es de 14% en promedio, pero en algunos estados es aún mayor; Oaxaca (27.1%), Colima (25.3%) e Hidalgo (24.9%) ocupan los lamentables primeros lugares en desigualdad. Este no es un problema aislado, tiene relación con el contexto de roles, estereotipos y mandatos género que ilustra bien la Encuesta Nacional sobre el Uso de Tiempo más reciente (2019): las mujeres dedican 39.7 horas de su tiempo semanal al trabajo no remunerado de los hogares y 37.9 horas a trabajos remunerados, mientras que los hombres dedican 47.7 horas de su tiempo semanal en sus empleos y tan solo 15.2 a sus hogares. Es decir, las mujeres trabajan en promedio 6.2 horas más que los hombres, pero no obtienen pago alguno por sus actividades, lo que representa un considerable desgaste que se convierte en el muy citado piso pegajoso.

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Según la “Cuenta satélite del trabajo no remunerado de los hogares de México 2021” del Inegi, estas actividades tuvieron un valor económico de 6.8 billones de pesos, lo cual equivale a un 26.3% del PIB. De ese porcentaje, las mujeres generaron 19.1 puntos y los hombres 7.2 En el reporte “La participación laboral de la Mujer en México” del Banco Mundial, se afirma que, si las mujeres participaran de manera equitativa en comparación con los hombres, el ingreso per cápita del país podría llegar a ser 22% más alto.

En 2015, la Organización de las Naciones Unidas, aprobó 17 Objetivos de Desarrollo sostenible rumbo a 2030, cuya finalidad es mejorar la calidad de vida de todas las personas. El quinto se refiere a la Igualdad de género a través de acciones que buscan poner fin a todas las formas de discriminación contra las mujeres y niñas en el mundo, asegurar la participación plena y efectiva de las mujeres, así como la igualdad de oportunidades de liderazgo en la vida económica y pública para fortalecer políticas acertadas y leyes aplicables para el empoderamiento.

A medio camino, es justo hacer una retrospectiva y admitir que la pandemia de Covid-19 afectó directamente a mujeres de todo el mundo, aumentó la carga de trabajo no remunerado, especialmente de cuidados y debido a que alrededor del 60% de las mujeres a nivel mundial trabaja de manera informal, sus percepciones económicas se vieron disminuidas.

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La igualdad sustantiva en el entorno laboral no es un deseo ni una carta a Santa Claus, sino la exigencia de nuestro derecho a desarrollarnos con plenitud. Pensemos y accionemos más allá de la Navidad, para que el 2023 sea tiempo de mujeres que rompen el techo de cristal y sortean el piso pegajoso con apoyo colectivo de los sectores empresarial, público y privado.

¡Felices fiestas!

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Nota del editor: La autora es Doctoranda en Historia del Pensamiento por la UP, Maestra en Desarrollo Humano por la Ibero, egresada del Programa de Liderazgo de Mujeres en la Universidad de Oxford y fundadora de Ola Violeta A.C. Twitter: @MaElenaEsparza

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