De este lado del mundo, en Estados Unidos, la brecha salarial controlada es relativamente menor: en promedio, en 2022 a las mujeres se les han pagado 99 centavos por cada dólar que gana un hombre. Un estudio de PayScale detalla que la brecha salarial controlada se basa en factores como el puesto, la educación, la experiencia, la cantidad de trabajo y las horas trabajadas. Sin embargo, esa diferencia parece aumentar en los puestos más altos, dado que actualmente las mujeres gerentes reciben 90 centavos por cada dólar que reciben los hombres en el mismo puesto. De acuerdo con estimaciones oficiales, si la tendencia continúa, la brecha salarial podría cerrarse definitivamente para 2029.
En América Latina, mientras tanto, persiste una más profunda cultura patriarcal que dificulta la participación de las mujeres en la vida económica y limita su desarrollo humano. De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, 1 de cada 2 mujeres no participan en el mercado laboral y el 57% de aquellas que están ocupadas, laboran en sectores de alto riesgo de pérdida de empleos e ingresos. Según el Índice Global de Equidad de Género, los países mejor evaluados en esta región son Nicaragua, Costa Rica y Barbados.
En nuestro país, de acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad, la brecha salarial en 2022 es de 14% en promedio, pero en algunos estados es aún mayor; Oaxaca (27.1%), Colima (25.3%) e Hidalgo (24.9%) ocupan los lamentables primeros lugares en desigualdad. Este no es un problema aislado, tiene relación con el contexto de roles, estereotipos y mandatos género que ilustra bien la Encuesta Nacional sobre el Uso de Tiempo más reciente (2019): las mujeres dedican 39.7 horas de su tiempo semanal al trabajo no remunerado de los hogares y 37.9 horas a trabajos remunerados, mientras que los hombres dedican 47.7 horas de su tiempo semanal en sus empleos y tan solo 15.2 a sus hogares. Es decir, las mujeres trabajan en promedio 6.2 horas más que los hombres, pero no obtienen pago alguno por sus actividades, lo que representa un considerable desgaste que se convierte en el muy citado piso pegajoso.