#ColumnaInvitada | Tolerancia, valor de los sistemas democráticos

La construcción de sociedades pacíficas e incluyentes requiere de ciudadanas y ciudadanos tolerantes que respeten los derechos y libertades de los demás.
Asistentes al museo Memoria y Tolerancia en una muestra sobre la apertura en las relaciones personales.

El 16 de noviembre se celebró el Día Internacional para la Tolerancia, fecha instaurada en 1995 por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para conmemorar la

. Mediante la , la Asamblea General de la ONU invitó a los Estados Miembros a conmemorar esta fecha para dar seguimiento al Año de las Naciones Unidas para la Tolerancia de 1995.

La Declaración afirma, entre otras cosas, que la tolerancia no es indulgencia o indiferencia, es el respeto y el saber apreciar la riqueza y variedad de las culturas del mundo y las distintas formas de expresión de los seres humanos. La tolerancia reconoce los derechos humanos universales y las libertades fundamentales de los otros. La gente es naturalmente diversa; sólo la tolerancia puede asegurar la supervivencia de comunidades mixtas en cada región del mundo.

Así, la tolerancia se vislumbra como un valor de los sistemas democráticos, que se fomenta y construye a través del conocimiento y la información, elementos que permiten el diálogo, la colaboración positiva entre las personas y la inclusión.

El

(INAI), como organismo garante del derecho de acceso a la información, vela porque las personas tengan más y mejores elementos para participar en la vida pública y que ese involucramiento incida en la construcción de sociedades tolerantes que contribuyan al fortalecimiento del sistema político y fomenten el desarrollo social.

El derecho a saber, reconocido en el artículo 19 de la

, fue incorporado por la Asamblea General de las Naciones Unidas, desde 2015, a la –dentro de la meta 16.10– como uno de los objetivos habilitadores para lograr sociedades más pacíficas e incluyentes, brindar acceso a la justicia para todas y todos, y crear instituciones eficaces y igualitarias, que rindan cuentas en todos los niveles.

Hoy día, la construcción de sociedades pacíficas e incluyentes requiere de ciudadanas y ciudadanos tolerantes que respeten los derechos y libertades de los demás, que sean propositivos, resilientes y cooperativos; y que entiendan que se debe trabajar en conjunto para reducir las brechas de desigualdad y lograr que todas las personas reciban las mismas oportunidades.

Con esta visión, es necesario que los Estados pongan en el centro a las personas, procuren su bienestar, su educación y les brinden las herramientas para alcanzar sus metas. Como se afirma en la

, es preciso adoptar medidas, donde hagan falta, para garantizar la igualdad en dignidad y derechos de los individuos y grupos humanos. A este respecto se debe prestar especial atención a los grupos vulnerables socialmente desfavorecidos para protegerlos con las leyes y medidas sociales en vigor, especialmente en materia de vivienda, de empleo y de salud.

En nuestro país, la

, realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en colaboración con el Instituto Nacional Electoral (INE) para recabar información relevante sobre los valores y prácticas de las y los ciudadanos con el objetivo de entender el involucramiento de la ciudadanía en los asuntos públicos, conocer las características de la cultura cívica y el ejercicio de la ciudadanía, revela, en su rubro Tolerancia y respeto a las diferencias, que, respecto al ejercicio de los derechos en el país, 67.4 por ciento de la población de 15 años y más ha visto o ha escuchado que de manera muy frecuente es posible practicar de manera pública la religión que uno prefiera. En contraste, 31.4 por ciento de la población de 15 años y más, ha visto o escuchado que en México es muy frecuente expresar libremente lo que uno piensa.

Conocer nuestros derechos y estar informados sobre los temas que inciden en los ámbitos personal y colectivo, posibilita que tengamos una participación más activa en la solución de problemáticas específicas y en la adopción de políticas públicas que conlleven a una mejor calidad de vida.

Cuando se atenta contra derechos fundamentales, la tolerancia reviste una imperiosa urgencia y necesidad para asegurar la convivencia social pacífica, no solo en relaciones personales; sino también entre actores políticos y sociales; gobernantes y gobernados; grupos sociales y naciones.

El Día internacional para la Tolerancia debe servirnos para refrendar el compromiso de individuos e instituciones en la protección de los derechos humanos y libertades fundamentales, la búsqueda del bienestar, la libertad y el progreso de los seres humanos en todas partes.

Promover e inculcar la tolerancia en nuestras acciones y pensamientos cotidianos contribuirá a construir un mundo más justo, sin violencia y sin discriminación.

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Nota del editor:

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única de la autora.

La autora es comisionada presidenta del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI).