#ColumnaInvitada | Fuerzas Armadas: el punto de sí retorno

De momento la petición expresa es que las Fuerzas Armadas no empañen su gran legado interviniendo en temas electorales. La lealtad institucional tiene límites constitucionales.
Las fuerzas armadas se constituyeron, en lo general y con breves excepciones, como órganos de paz, asistentes en desastres nacionales y apoyos a temas de seguridad nacional. Ahora construyen el aeropuerto de Sana Lucía, entre otras obras de infraestructura.

Las fuerzas armadas han sido parte esencial e indisoluble de la historia nacional, particularmente a partir de la Revolución Mexicana donde se formaron las bases de lo que hoy se conoce como las distintas áreas del Ejército Mexicano y las bifurcaciones de la Marina de México y la Fuerza Aérea Mexicana.

Las fuerzas armadas nacieron junto con y como parte del poder. Fue hasta 1946 en que se turnó el control del poder político a Presidentes civiles. Desde entonces, y con gran honorabilidad, las fuerzas armadas se constituyeron en lo general y con breves excepciones, como órganos de paz, asistentes en desastres nacionales y apoyos a temas de seguridad nacional. De hecho la lealtad institucional de las Fuerzas Armadas ha sido reconocida dentro y fuera de México. A diferencia de lo que ocurrió en prácticamente todas las naciones latinoamericanas, en México las filas militares no se prestaron o propusieron intervenir en procesos electorales, luchas por el poder, y mucho menos en golpes de estado.

En 2006 se detonó un cambio importante al inaugurarse en dicho momento la famosa guerra contra las drogas. Se optó por utilizar a las fuerzas castrenses en labores de seguridad pública y sacarlas de los cuarteles en forma, ya no transitoria ni aisladamente. Este proceso se fue incrementando gradualmente a lo largo de ese sexenio, y con variantes de comunicación continuó en el subsecuente. Así se llegó a 2018 y quien prometió en campaña que se utilizaría una estrategia distinta no solamente no cumplió en regresar a los efectivos a los cuarteles, sino que se ha optado por involucrarlos en centenares de actividades que van desde construir aeropuertos y vías férreas, distribuir gasolina y medicinas, edificar bancos, y hasta distribuir vacunas y medicinas.

Esta irracional expansión las hace vulnerables porque se rebasan las fronteras constitucionales de su diseño y se abre la posibilidad de que se genere una sumisión a intereses opacos y a posibles vicios económicos. La compra de voluntades de la milicia por parte del Presidente es extraordinaria y preocupante. El problema no es menor. La expansión de las Fuerzas Armadas en casi todas las actividades y negocios del gobierno genera una enorme tensión interna porque los recursos que hoy controla han crecido en varias veces lo que era su presupuesto apenas 2 años antes. Y la pregunta es si ¿dicha militarización de la vida pública es un simple capricho presidencial por tener a incondicionales en cuestiones que le importan, o si persigue algo más allá? Algo que puede romper la tradición de paz que han tenido por más de un siglo. La prueba de fuego es inminente y brutalmente importante.

Se viene en un par de semanas el proceso electoral más competido e importante en la historia nacional desde hace décadas. La actual administración y su partido han dado ya varias muestras de intolerancia al derrumbe en los comicios. La realidad es que los procesos democráticos deben ser respetados íntegramente y las definiciones de la población acatadas por todos. Se espera una pelea cerrada, pero si por resultados se determina, Morena y aliados debieran sufrir una derrota importante. A los hechos nos remitiremos.

De momento la petición expresa es que las Fuerzas Armadas no empañen su gran legado interviniendo en temas electorales. La lealtad institucional tiene límites constitucionales. El quebrantar el orden democrático es claramente uno. No importa quien dé instrucciones, si en los hechos se les pide vulnerar los resultados democráticos y jurídicos, deben desatender dichas órdenes.

Estamos en un momento de responsabilidad histórica. Prefiero que me digan que exagero y que el riesgo que apunto no existe. Lo digo porque me preocupa que los mandos militares estén mareándose con el poder económico que les han obsequiado y que en los hechos acepten regalos envenenados (vgr. caso Zaldívar) a cambio de sumisión ilícita.

Hechos son amores. La ciudadanía a la expectativa de que no se dé un tropiezo histórico, uno que haría parecer los anteriores como meros accidentes. Hoy hay punto de retorno y los altos mandos militares lo deben reconocer. No se debe avanzar más en la dirección incorrecta de intervenir en lo que no les corresponde, por alta que sea la tentación de seguir metiéndose en el uso de recursos públicos. La imagen y prestigio de las milicias se ha empañado, pero aún no es irreversible el daño porque pueden detener una marcha equivocada. Confiamos en las Fuerzas Armadas y que sepan lo que les toca y no hacer. Utilizar los frenos oportunamente puede evitar un accidente con consecuencias altamente lesivas. Ha llegado el momento de no ceder a las tentaciones con la que en otras latitudes se han destruido democracias. México no merece ese destino, no cuando debiéramos ir hacia una madurez electoral y gubernamental que hoy están en riesgo. #VotarParaBotarlos #NiUnVotoParaMorena #SiPorMexico

Notas del editor:

Juan Francisco Torres Landa es Miembro Directivo de UNE.

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.