#VocesADN: César Duarte, impunidad inexplicable

César Duarte decía que nunca nadie lo vería en prisión. Quizá porque se sentía protegido primero por su amistad con Felipe Calderón y después con Enrique Peña Nieto, escribe Caleb Ordóñez.
Chihuahua. César Duarte pertenecía a la llamada "nueva generación" del PRI.

Nota del editor: Caleb Ordóñez Talavera (1984) es abogado, comunicador y especialista en Periodismo digital por la Universidad Complutense de Madrid. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autor.

CIUDAD DE MÉXICO (ADNPolítico).- Era un 13 de noviembre el 2008, esperaba a César Duarte en su oficina. El político era “flamante” presidente de la Cámara de Diputados, me acompañaba la periodista Doany Domínguez. Era un día muy importante para la vida política del priista; durante días se había analizado y debatido por la LX Legislatura, el presupuesto 2009 para el gobierno federal. El ambiente era tenso, había fuertes reclamos, los diputados presentaron 73 reservas, 62 de ellas solo del PRD.

El debate había sido álgido, parecía que no podríamos ver a Duarte -llevábamos prácticamente toda la tarde y noche esperando entrevistarlo-; sin embargo, su asistente se acercó para pedirnos que mantuviéramos la calma, que en cuestión de minutos llegaría. Poco más de una hora después, ya de madrugada, aparecía Duarte en su oficina, aplaudiendo, sonriendo de oreja a oreja. “¿Cómo están? ¿Cómo los han tratado?”, nos preguntaba mientras pedía que lo acompañáramos a un extremo de la oficina. “Quiero que sean testigos de esto”, continúo diciéndonos mientras tomaba el teléfono rojo para comunicarse con el entonces presidente Felipe Calderón. “¡Presidente, misión cumplida!”. Los halagos entre ambos políticos eran continuos.

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El chihuahuense no ocultaba su felicidad y emoción, nos relató la historia bastante extensa, pero no menos interesante, de cómo se había convertido en amigo personal del presidente Calderón y cómo supuestamente se habían hecho aliados políticos (lo contaré en otra ocasión). Sin embargo, lo que más me llamó la atención fue una declaración sorpresiva. A pregunta expresa ¿del 1 al 10 qué tan bien le ha ido como presidente de la Cámara? Duarte respondía: “Mira, Caleb, ¿verdad?, ¿qué tan bien me estará yendo que el mismo Andrés Manuel López Obrador dijo, enfrente de todos los medios, que me reconoce como un demócrata. He establecido relaciones políticas con todos los grupos, así se deben de hacer las cosas”.

Y no mentía al decirlo. El 28 de octubre del 2008, el actual presidente se había reunido en el Congreso de la Unión con César Duarte y diputados del entonces “Frente amplio progresista”, para entregar el plan para la defensa del pueblo, el petróleo y la soberanía nacional, ese día López Obrador agradeció el gesto y celebró la apertura democrática de Duarte.

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Garras de poder y confianza desmedida

Pasaron los años. En 2010, César Duarte lograría su cometido: convertirse en gobernador de Chihuahua postulado por los partidos PRI, Partido Verde, Nueva Alianza y ¡el PT! Durante seis años el estado se vio mermado de manera impresionante en sus finanzas. Se documentó, primero en artículos periodísticos y luego en denuncias formales, compras de ranchos de manera irregular, nepotismo, obras de infraestructura que no existían y hasta quimioterapias falsas a niños con cáncer. Fue acusado penalmente por los delitos de peculado, enriquecimiento ilícito, ejercicio abusivo de funciones y uso indebido de atribuciones y facultades; además, cuenta con más de 15 órdenes de aprehensión. César Duarte dejó una deuda en el estado por más de 63,000 millones de pesos que todos los chihuahuenses siguen –y seguirán- pagando.

La situación de Duarte pudo haber sido la cárcel luego de que el candidato de su partido, Enrique Serrano, perdiera las elecciones; sin embargo, la protección por parte del gobierno de Peña Nieto era notoria, incluso en una visita de la entonces secretaria de Sedesol, Rosario Robles, salió en defensa del todavía gobernador y le dijo: “Me da mucho gusto verlo bien porque miren, lo he vivido, las tormentas van y vienen; los periódicos se hicieron para matar moscas y limpiar vidrios”, al referirse a las constantes acusaciones contra Duarte por enriquecimiento ilícito y más delitos.

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Duarte decía una y otra vez que nunca nadie lo vería en prisión, que eso sería imposible. Quizá porque se sentía protegido primero por su amistad con Felipe Calderón y después, con la que gozaba y presumía, con Enrique Peña Nieto. Además, fiel a su estrategia de siempre, Duarte había hecho redes de complicidad con actores de todos los partidos políticos en Chihuahua, incluyendo panistas y gente de izquierda. Al día de hoy, una gran cantidad de sus colaboradores cercanos están en prisión (algunos son parte de Morena).

En días recientes, el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, Santiago Nieto, reveló que hay nexos entre los exgobernadores de Chihuahua, César Duarte, y de Nayarit, Roberto Sandoval, a quien en días pasados le congelaron las cuentas por presuntos nexos con el cártel Jalisco Nueva Generación.

Sandoval fue uno de sus más cercanos socios. Nieto dice que se dieron cuenta, pues "Financiera Rural daba recursos hacia una asociación ganadera cuyo propietario en realidad era César Duarte, pero esa asociación ganadera recibía recursos a su vez de Nayarit y había un intercambio de adquisición de ganado y de venta entre César Duarte y Roberto Sandoval, que era financiado evidentemente con recursos de naturaleza pública".

Enemigo público

El pasado 20 de octubre de 2018, siendo presidente electo, López Obrador prometió a los ciudadanos de Chihuahua que en cuanto llegara al gobierno pediría concluir el proceso de extradición del exgobernador César Duarte. Han pasado desde entonces 172 días y de César Duarte no se sabe nada, a pesar de que José Agustín Ortiz Pincheti, titular de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade), aseguró que ya colabora con la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) para completar la petición de extradición. La situación del exgobernador no parece ser la más incómoda.

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¿AMLO protege a Duarte? No lo creo, son opuestos en todo: el carácter, talante y forma de hacer política. Sin embargo, entre más tiempo pasa, la percepción que tienen muchos mexicanos sobre si el presidente perdonará a los criminales y corruptos, como es el acusado César Duarte, se podría ir confirmando.

Aquí no importan las diferencias ideológicas o políticas que pueda tener el gobernador de Chihuahua con el presidente. No importa tampoco si existen otros temas importantes en el país con sobrada importancia. El presidente López Obrador sabe que la impunidad que gozan aquellos que aún se burlan de la autoridad y las leyes son los enemigos visibles contra la llamada cuarta transformación.

¿Se burla César Duarte del presidente y su gobierno? ¿Hasta cuando lo seguirá haciendo?

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