OPINIÓN: ¿Alguien podría revivir al PRI?
Nota del editor: Caleb Ordóñez Talavera (1984) es abogado, comunicador y especialista en Periodismo digital por la Universidad Complutense de Madrid. Síguelo en Twitter como @CalebMx . Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autor.
(ADNPolítico) – Por fin se fue Enrique Ochoa pero el tiempo se acaba. El peor enemigo de José Antonio Meade, las manecillas, son los verdugos de un candidato que no ha logrado posicionar casi ningún tema en la agenda política del país, fuera de los dos departamentos que ya dejó en claro Andrés Manuel López Obrador que no le dará.
El “golpe de timón” era inevitable a menos de dos meses de la elección más compleja para el PRI desde aquella que enfrentó y perdió ante Vicente Fox en el año 2000. Frente el caos de ver al partido en el poder, caer cada día más y fundirse en un deprimente tercer lugar, llega un nuevo personaje que intentará fungir como el redentor de la campaña presidencial. René Juárez Cisneros toma el bat para salvar el marcador que al parecer y según las encuestas, van perdiendo por paliza.
Lee: ¿Quién es René Juárez y cómo fue su paso por el gobierno de Guerrero?
La estrategia aparentemente tiene la intención de recuperar el “honor priista” o el amor a la camiseta tricolor que se ha desdibujado por toda la nación. Juárez Cisneros arrancó su presidencia pidiendo que lo vean como un militante más; “con humildad” pidió la unidad de su partido, le habló a cada simpatizante asumiéndose como “un priísta que viene desde las entrañas” del partido más desprestigiado del momento, pero que tiene quizá, la base de militantes más fiel que cualquier otro instituto político en todo el país.
Unidad sin simulaciones o falsas poses
Juárez Cisneros no es un novato en la materia, viene de uno de los estados más vapuleados por distintos problemas sociales. Guerrero ha sufrido todo flagelo social existente en el país, la miseria, corrupción y crimen organizado. Entrón y apasionado como buen guerrerense, el nuevo presidente del PRI confía en los números del voto duro que representa (de estar unido y con mística) fácilmente más del 22% de la elección, lo mínimo que recibió en votación Roberto Madrazo, la peor campaña que tenga memoria dicha institución política.
En una elección que se podría ir a tercios, volver a incidir en el orgullo priísta y su maquinaria “aceitada,” ayudaría a desbancar a Ricardo Anaya, del endeble segundo lugar en el que se encuentra, pero para ello requiere que su candidato “Pepe” Meade llegue con otra actitud al segundo debate y lo gane, sea como sea. Si eso no ocurre, entonces sería muy difícil revivir la hasta hoy deslucida campaña.
Lee: Los claroscuros de Enrique Ochoa en su paso por el PRI
Tiene 17 días para preparar y prácticamente crear a un nuevo candidato, que vaya a la frontera de Tijuana con el talante de un boxeador ante las cuerdas, sí, pero que debe tener hambre de ganar y demostrar que por algo el presidente Enrique Peña Nieto lo nombró a él y no a otros precandidatos que muchos aseguran que podrían dar mejor batalla, pues dejó en el camino a Osorio Chong o José Narro.
Juárez Cisneros tiene solo 17 días para el segundo debate, quizá la última oportunidad para Meade.
Si no avanza Meade ¿qué hacer?
René Juárez Cisneros debe estar consiente de que el reto al que se enfrenta es gigante, quizá una misión imposible. Pero si Meade sencillamente no levanta, el nuevo presidente deberá lograr que el PRI no se desfonde, pues hay estados donde aún pueden ganar senadurías y diversas diputaciones federales, incluso alguna gubernatura.
Si bien Ochoa Reza dejó números rojos y cifras desfavorables en casi todos los estados, existen liderazgos y perfiles en distintas partes del país como Chihuahua, Aguascalientes, Colima, Campeche, Sonora y Yucatán donde los priístas pueden sacar la casta y ganar sus fórmulas al Senado, a pesar del daño que les causa la marca. El apoyo al priísmo en esas entidades debe de ser fundamental para no hundir a su partido.
Juárez Cisneros debe sanar heridas, unificar el mensaje tricolor y garantizar el voto duro. Entre otras cosas, atajar y acallar las voces panistas que aseguran que la elección se define entre ellos y López Obrador.
Ante todo Juárez Cisneros debe ser agresivo como estratega, como operador político, debe dar un golpe fuerte en la mesa y retomar el liderazgo perdido del partido que más ha gobernado mexicanos en la historia en este país, solo así Juárez Cisneros podría revivir al PRI.
Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Voces