Los secretos de Palacio Nacional, el 'corazón' del nuevo gobierno
CIUDAD DE MÉXICO (ADNPolítico) - Residencia del gran tlatoani azteca, casa de Hernán Cortés durante la Conquista, Palacio Virreinal, residencia imperial, casa del presidente, sede del Congreso y de la Suprema Corte... el lugar que ocupa Palacio Nacional se perfila a retornar a su origen como epicentro del poder en México.
Andrés Manuel López Obrador renunció a vivir en la residencia oficial de Los Pinos para despachar como presidente electo desde este recinto, como en su momento lo hizo Benito Juárez, personaje que ha inspirado al morenista y en el que ha volcado sus aspiraciones. Incluso, ha mencionado que podría vivir ahí.
Si me voy a vivir al Palacio Nacional, es una partecita del palacio, yo no estoy acostumbrado a vivir en mansiones".
Ubicado al oriente de la Plaza de la Constitución del Centro Histórico de la CDMX, el recinto aún resguarda las oficinas de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) –dependencia encargada de su mantenimiento–, pero poco a poco ha pasado de ser centro del poder político a un lugar para la conservación de la cultura.
“Sus entrañas son el símbolo del poder presidencial ya que en él se encuentran las oficinas del Ejecutivo Federal, y algunos de ellos, como Benito Juárez entre los más grandes, lo habitaron. Nuestro edificio es hoy, también, un nuevo escenario de la práctica cultural y artística del pueblo mexicano”, se señala en el sitio que la SHCP habilitó para dar a conocer su historia.
A continuación, te contamos algunos de los secretos que encierra este palacio:
Casa del último emperador azteca
Los terrenos donde se levanta Palacio Nacional fueron ocupados en su momento por la nobleza de la antigua Tenochtitlán. A un costado de los centros ceremoniales, se alzaban los edificios que servían como residencia de los nobles. Entre ellos se situaba la casa del tlatoani Moctezuma II, la cual no solo se ocupaba con fines habitacionales, sino que también servía como almacén de tributos, alimentos y joyas.
“Las moradas de los señores y sus palacios ocupaban los lotes de mayor extensión; eran grandes edificios con dos pisos, algunos de ellos tenían numerosas cámaras, patios, almacenes, estanques y huertas. Estas casas estaban encaladas y en sus muros se podían encontrar pinturas decorativas”, dice el sitio de Hacienda.
Las bases de una nueva ciudad
Es bien sabido que con la llegada de Hernán Cortés a América, en 1521, comenzó el declive de la Gran Tenochtitlán. Lo que tal vez no es tan conocido es que el conquistador fue quien ordenó la destrucción de los palacios y centros ceremoniales de los aztecas e ideó la construcción sobre sus ruinas de una nueva ciudad “por la grandeza y maravilloso de su asiento”.
El primer edificio en construirse fue la casa de Cortés sobre lo que quedaba del palacio de Moctezuma. Los trabajos tomaron años. Para 1547, con la muerte de Cortés, el edificio — que contaba con dos niveles, tres patios y ocupaba la mitad del predio actual— pasó a manos de la Corona española que lo compró a su heredero Martín Cortés para albergar a los virreyes. El primero en habitarlo fue Gastón de Peralta, en 1566, momento en el que se le empezó a conocer como Palacio Virreinal.
Siempre en pie
Palacio Nacional ha pasado por procesos de construcciones y reconstrucciones que obedecen a su deterioro por las condiciones del suelo, pero también por ser escenario de revueltas y afectaciones por fenómenos naturales.
En 1692, después de años de esplendor, un tumulto de indígenas que protestaban por la escasez de maíz en el país atacaron el edificio e incendiaron una parte conocida como “el Balcón de la Virreina” que dejó el edificio casi en ruinas. La reconstrucción tomó años y varias administraciones, más aún por la condición lacustre del suelo que ocasionaba hundimientos en su estructura, así como fenómenos naturales como el sismo de 1711.
Otros eventos que han obligado a hacer remodelaciones son las obras de la Línea 2 del Metro, entre 1971 y 1976, el sismo de 1985, así como el ataque a la puerta Mariana, en 1984, o el incendio a su puerta principal en una protesta por el caso Ayotzinapa en 2014.
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Sede de todos los poderes
A lo largo de la historia, el recinto ha albergado a los tres poderes de la unión, incluso en el tiempo de la Colonia, cuando era llamado Palacio Virreinal, albergó en sus instalaciones la Casa de Moneda y la Real Cárcel de la Corte.
Con la llegada del México independiente, surgieron las primeras secretarías de gobierno —de Hacienda y Crédito Público, de Relaciones Exteriores e Interiores, de Justicia y Negocios Eclesiásticos y la de Guerra y Marina— que también se instalaron en este recinto.
Hacia 1829, cinco años después de la promulgación de la Constitución que daría a México el carácter de república popular y federal, el Congreso y la Corte también llegaron al inmueble que se convirtió en el Palacio de los Poderes Supremos.
Después de la Revolución, algunas dependencias comenzaron a dejar el edificio, únicamente se mantuvo la SHCP, que hacia la década de 1950 ocupaba la mayor parte del inmueble que hasta la fecha comparte con la Presidencia.
De zoológico a jardín
Más allá de la conservación del patrimonio histórico de México, el Palacio Nacional tiene otros secretos bien guardados: un Jardín Botánico, cuyo origen se remonta a los tiempos de Moctezuma, que tenía amplios espacios destinados a la crianza de animales y la conservación de plantas.
Los españoles decidieron mantener dichos espacios e incluso pusieron en marcha la primera cátedra dedicada a la botánica en América Latina, por parte de la Universidad Pontificia.
Con altibajos a causa de los cambios en la vida nacional como la lucha de la Independencia, la llegada y caída del Imperio de Maximiliano y la Revolución, el jardín ha logrado mantenerse hasta nuestro días. Una de las últimas acciones para mantener con vida a este espacio se dio en 2000, cuando el presidente Ernesto Zedillo ordenó su recuperación.
La última morada de Juárez
Benito Juárez vivió y murió en Palacio Nacional, donde aún se conserva un recinto en su honor. El espacio fue inaugurado en 1957 por órdenes del presidente Adolfo Ruiz Cortinez y exhibe una colección de objetos que pertenecieron al Benemérito de las Américas y su familia.
Juárez llegó a habitar Palacio Nacional tiempo después del derrocamiento de Maximiliano y el fin de su imperio. Fue reelecto para ser presidente el 12 de octubre de 1967 y murió cinco años después en la zona norte del edificio, misma que había sido habilitada como residencia presidencial y que fue ocupada por Sebastián Lerdo de Tejada (1872-1876), Porfirio Díaz (1876-1880) y Manuel González (1880-1884).
Con la segunda llegada de Díaz a la presidencia y que se extendería hasta que estalló la Revolución Mexicana, la casa presidencial se mudó al Castillo de Chapultepec y finalmente a Los Pinos, a partir de 1934 en el gobierno de Lázaro Cárdenas.
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