¿Cuál es el diagnóstico actual del PRI?
El PRI está enfrentando, yo creo que el momento más complejo en sus 90 años de vida. Estamos entrando a una nueva etapa del partido, se concluyó un ciclo y hoy tenemos el reto de poner al día al partido, de replantearlo de cara al contexto que tenemos en México en el siglo XXI.
Estamos enfrentando este reto de un contexto político distinto, donde tenemos una representación menor, pero donde seguimos teniendo una representación nacional, conscientes de que tenemos una gran oportunidad de mejorar, de fortalecernos y de recuperar la confianza hacia el futuro.
¿No vieron todas las señales que los llevaron a los resultados de 2018?
No supimos leer, identificar a tiempo, que la ciudadanía estaba respaldando, a veces, cierta toma de decisión por parte de nuestros gobiernos, pero también estaba rechazando otros aspectos del PRI y nos fuimos confiando en la fuerza de los números que teníamos y pensamos que eso era lo que iba a prevalecer en 2018. La verdad es que nos desgastamos interna y externamente y tuvimos el resultado que conocemos.
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¿Cómo es el PRI ahora que le toca ser oposición?
En la mayoría de los estados de la República y en muchos municipios y congresos, y en todos lados nos presentamos de la misma manera, como una oposición seria, como una oposición crítica, pero constructiva, que sabe convocar acuerdos con otras fuerzas políticas; que sabe construir en beneficio de la gente, pero que también sabe defender con toda firmeza al Estado mexicano, a sus instituciones, los derechos y libertades de los mexicanos, y que no vamos a dar ni un paso atrás en esos temas.
¿Y cómo ha sido ser oposición en estos momentos?
La verdad es que la nueva mayoría no tiene mucha proclividad a construir acuerdos, no saben construir, políticamente no les interesa, pero las oposiciones hemos podido construir una agenda común de defensa de los principios de la Constitución, de las instituciones y de los mexicanos y sus derechos, que ha hecho que poco a poco esta nueva mayoría, pues se abra a escuchar lo que es la realidad.
Morena necesita a la oposición, por un lado, para tener mayor fuerza y legitimidad, en la toma de decisiones, pero por otro lado, cuando se quiere promover por ejemplo reformas constitucionales que requieren de una mayoría calificada.