Es más peligroso investigar un caso de corrupción que al narco: Damián Alcázar
CIUDAD DE MÉXICO (ADNPolítico).– Damián Alcázar ha retratado a través de dos de sus personajes más infames —Juan Vargas, de La ley de Herodes, y Benjamín García, de El Infierno— lo surreal que puede llegar a ser la corrupción en la política mexicana y la vida detrás del narcotráfico, ahora, desde un nuevo rol, atiende otra problemática que ha persistido en el país desde hace algunos años: la violencia contra la prensa.
Alcázar participa en uno de los proyectos más recientes de Netflix: Tijuana, una serie producida en conjunto con Univisión y en la que él da vida a Antonio Borja, director y cofundador de Frente Tijuana. Su personaje y el medio que lidera desde este plano ficcional toman como ejemplos al fallecido periodista Jesús Blancornelas y a Zeta, el semanario que fundó.
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La trama es complicada: un candidato a gobernador es asesinado en la calle, y los reporteros –a cargo de Borja– al indagar en este crimen se encuentran con un entramado de corrupción que los envuelve en una vorágine que exhibe los riesgos de ser periodista en México.
Y así, en el país más letal de América Latina para ejercer el periodismo y donde han 120 comunicadores han sido asesinados desde el año 2000, Alcázar considera que es más peligroso indagar un caso de corrupción que un tema relacionado con el crimen organizado.
“Si yo fuera un narco a mí me tendría sin cuidado si la prensa habla mal de mí, pero si yo soy un funcionario que estoy metido y me descubren, (diría) ‘ah, entonces mira, quitémonos de encima a este por lo que está punto de decir o está diciendo que yo (estoy metido en algo)… y eso es lo más sencillo”, planteó Alcázar en entrevista telefónica con ADNPolítico con motivo del lanzamiento de esta serie, cuyos 11 capítulos están disponible desde el 5 de abril.
Aunque para él, son dos los riesgos que existen para los periodistas: “descubrir la verdad e informarla” y combatir "el periodismo que siempre ha existido: el chayotero”, el cual identifica como “un peligro para la gente honesta” por la corrupción que implica su existencia.
Junto a esta prensa deshonesta, sobre la cual es categórico en decir que no debe ser solapada, otro tema recurrente en esta charla con este multipremiado actor y ex diputado Constituyente de Morena en la CDMX, es la confianza que deposita en la administración de Andrés Manuel López Obrador sobre la prensa.
"Está comportándose de manera muy correcta”, dice enfático el actor sobre la polémica que en los últimos días se ha suscitado entre el Ejecutivo por su dichos y calificativos hacía la prensa, ante lo que el actor pide darle tiempo con su visión de país.
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Aquí la entrevista completa:
-¿Cómo es que te sumas al staff de Tijuana?
En principio siempre ocurre que te invitan. Suena el teléfono y te dicen "hay un proyecto". Cuando supe que era de periodistas, inmediatamente digo: seguramente vale la pena hacerlo porque es un tema que vale la pena poner a consideración de la gente por todos los medios. Ya leyendo los libretos me doy cuenta de que es una historia muy interesante. Todo un panorama de esta profesión que está en riesgo en México y que es resultado del deterioro al que se ha sometido nuestro país por más de 40 años.
¿Tu personaje, Antonio Borja, está inspirado en Jesús Blancornelas y Frente Tijuana, en el semanario Zeta?
Se tomó al semanario y a Blancornelas digamos como plataforma, pero realmente no tenemos ninguna de sus situaciones reales, ninguna anécdota de ellos, sino lo hacemos como un poco general. Un director como él, un periodista como él, en un pequeño semanario como Zeta, pero que no son exactamente los pasos que han tenido; pero sí, partimos de ellos como ejemplo.
¿Cómo fue personificar al director de un medio?
Pensando en toda esta gente que lucha por la verdad, por encontrarla y luego por mostrarla, y que sí pone en riesgo su vida y la de su equipo, su seguridad, entonces era importante ser el director. Un periodista maduro, un periodista que es un maestro para sus jóvenes reporteros y periodistas en ciernes, muchos de ellos temerarios. Entonces, había que bajarlos, pedirles que fueran muy cautos, que por encima de todo estaba su seguridad. Mientras estábamos grabando dos o tres periodistas sufrieron atentados terribles.
¿Cuál consideras que es el principal riesgo que enfrenta el periodismo mexicano en la actualidad?
Surge justamente de su objetivo que es descubrir la verdad e informarla. El riesgo que se corre ahí pues es de vida, de seguridad física, familiar. Eso es terrible porque —como prácticamente todos los crímenes— hay impunidad, se sigue buscando justicia para tantos y tantos de tus compañeros periodistas y reporteros, y además siguen cayendo. Cada vez menos, porque sí hay una disminución, sí se está acabando con la corrupción, me parece que la corrupción es la raíz profunda de la agresión en contra de los informadores.
El otro, que es un peligro para la gente honesta y honorable, pues es ese periodismo que siempre ha existido: el chayotero, el que sí recibe una buena tajada, el que está sesgando su análisis, su perorata y además la hace de manera escandalosa y mientras más grande, mejor para tergiversar cosas o para inculpar a personas que son honorables. Ese periodismo sí existe y no tenemos por qué solaparlo ni soslayar que siga existiendo. Esa gente tramposa y parcial sí debería desaparecer, necesitamos justamente lo contrario, imparcialidad en la muestra de la verdad, en el análisis de los hechos, en la situación que está viviendo el ciudadano. Que no sean manipulados, ese riesgo lo tenemos constante y hay que limpiarlo, yo creo que como en todos los rubros la corrupción se filtró.
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-¿Qué es más peligroso para un periodista en México: indagar un caso de corrupción gubernamental o al crimen organizado?
Un caso de corrupción. El crimen organizado, que también ha sido muy violento con los periodistas, es porque están metidos ahí pequeños funcionarios, desde policías hasta los jefes de policía, los ministerios públicos, los presidentes municipales, la gente apegada a los partidos que estuvieron en el poder, en muchísimas regiones del país, en regiones apartadísimas. O sea, sí es la corrupción la que está metida. Yo sostengo, me imagino, que si yo fuera un narco a mí me tendría sin cuidado si la prensa habla mal de mí, pero si yo soy un funcionario que estoy metido y me descubren, (diría) ‘ah, entonces mira, quitémonos de encima a este por que está punto de decir o está diciendo que yo (estoy metido en algo)… y eso es lo más sencillo.
-¿Qué opinas de que el presidente Andrés Manuel López Obrador hable de proteger a los periodistas a la par que califica de “fifi” a la prensa que lo crítica?
Yo creo que los modos son los que están siendo sacudidos y rechazados, pero él también está en toda la razón. Fifí se llamaba en la época de la Revolución a todo el periodismo que estaba evidentemente con Porfirio Díaz y que le cuidaba las espaldas y que era portavoz de la clase alta, la importante para ellos, la económica. Pues de alguna manera, si tú te das cuenta pues es lo mismo. Hay gente por supuesto muy adinerada, que son los empresarios, que tiene a su vez a gente que está a la disposición y tratando de cuidar sus intereses y sus opiniones. Eso es normal y creo que va a ocurrir toda la vida, en todos los países democráticos. Así va a ser. Habrá gente que hable bien de mí porque es mi amigo y me proteja de todo y habrá gente que no, que son mis amigos pero que son totalmente imparciales y van a decir ‘estás equivocado Damián’. Y si somos amigos, me lo dices.
Pero estamos hablando de otra cosa. Sí es cierto que existe esa prensa, por su puesto que existe. Es decir, si el presidente que tiene un alto mandato en el país, se expresa así, bueno yo también lo he escuchado decir ‘tengo derecho de réplica, por qué voy a permitir los infundios, o la tergiversación de lo que se dice, o de lo que está ocurriendo’. O si se atreve a decirles ‘por favor no sean mentirosos’ van a decirle ‘no, la libertad de expresión no me la permite’. O sea, todo eso es muy complicado y sí me parece que son los modos, pero si me pides mi opinión sobre qué está ocurriendo, me parece que está comportándose sí de manera muy correcta.
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-¿Qué medio prefieres para informarte? ¿Prensa escrita, radio, televisión, redes sociales?
Estoy ahorita con las redes sociales, o más que las redes sociales el Internet, porque ya muchísimas noticias se cuelan en tu celular. Tienes que estar muy atento de quién las dice, seguir más o menos la trayectoria o el pasado de ese periodista para saber cuál es su postura y uno tiene que estar buscando realmente la imparcialidad, el que es parejo, el que dice la realidad. Entonces, muchas cosas las elijo ahí en el celular porque es cuando ando caminando o estoy viajando, entonces tengo ese chance. Poco leo ya el periódico, sí me meto más al Internet, muy pocas veces escucho programas de información que me gustan, a veces escucho también las mañanera de López Obrador y sí te quiero decir que ya quisieran los demás poder hablar y saber lo que está ocurriendo en el país. Que no le guste a muchas personas, bueno es un asunto de gustos, pero no se puede negar que el señor sabe perfectamente y está hablando de lo que va a hacer o de lo que está haciendo y eso ya lo hubiéramos querido con todos los demás.
-¿Qué cambia en tu preparación y en el desarrollo de un personaje entre hacer algo tragicómico o paródico como en La ley de Herodes o La Dictadura Perfecta a hacer un drama como este?
Nada, tú te basas perfectamente en el guión, en este caso que es un drama de importancia social, y tienes otra mina enorme que es tu realidad. O sea, no estamos en los Estados Unidos o hablaríamos de otra manera del periodismo, estamos en México y por tanto reflejas lo que está ocurriendo. Lo ves en las primeras planas de los periódicos o en las noticias y tienes tus libretos y entonces vas acoplando eso, vas haciendo surgir al personaje con base en esas dos vertientes importantísimas. Claro, lo primero son los libretos porque estamos haciendo ficción, eso tiene que ser muy claro, nosotros no estamos haciendo una película documental, estamos haciendo ficción, entonces tomamos unos casos de la realidad, pero están vertidos en la ficción y justamente ese es el objetivo de la serie de televisión, que toca asuntos importantes, pero no es un documental.
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¿Qué reflexión te dejó haber participado en Tijuana?
La seguridad, la certeza, de que hay gente honorable que pone en riesgo su físico, su vida, por encontrar la verdad y luego que la violencia contra la prensa sí es un problema grave que se tiene que resolver. Basta de impunidad, en todos los casos. La injusticia sigue prevaleciendo y el cambio va a costar trabajo porque es como sanar un organismo: primero hay que desinfectarlo y absolutamente eso duele, y entonces habrá un tiempo, un espacio y hay que dárselo. Llevamos cuatro meses con esta nueva visión de lo que es un país, de lo que es el poder del Estado, después de que estamos acostumbrado a lo otro. Hay que darle chance y sí aceptar, practicar, trabajar conjuntamente. Si queremos modificar el país, cambiarlo, tenemos que trabajar todos.
¿Qué le dirías a alguien que aún no ha visto la serie?, ¿por qué verla?
Porque la serie no solo te va a hacer disfrutar y emocionar, sino que tienen contenidos importantes, que toda persona debería conocer de su realidad. Esto nos los permiten las ventanas grandes como Netflix que sí te ofrecen a ti, audiencia, una mejor calidad, un mejor nivel, verdaderamente digno, en la historia, en los modos de producción. Vas a ver algo interesante, importante y también muy emocionante, cosa que no podíamos hacer con las televisoras comerciales porque ahí sí es melodrama y si te interesa que Chencha le puso el cuerno a Chancho allá tú, pero esto es interesante, inteligente y emocionante.