#Crónica | En la CDMX, los migrantes reúnen energía y apoyo para seguir al norte
CIUDAD DE MÉXICO (ADNPolítico).- La tarde cae en la Ciudad de México al tiempo que un grupo de migrantes aclama una canción de Los Tigres del Norte. Apenas comienza a sonar el acordeón, los gritos suben de tono y también las emociones. "Cuando me vine de mi tierra, El Salvador, con la intención de llegar a Estados Unidos, sabía que necesitaba más que valor...", dice uno de los viajeros.
En este bloque está Giovanni Ramos, un guatemalteco que cuando vio a la caravana migrante pasar desde Honduras por su tierra, Jutiapa, no lo pensó dos veces para sumarse al contingente y buscar un futuro mejor para sus cinco hijas: Karla, Rosa, Katherin, Jessica y Daniela.
Pero él, a diferencia de muchos otros, no tiene la mira puesta en EU. Su meta es Tijuana, del lado mexicano de la frontera, una ciudad que no conoce pero de la que ha oído mucho. "Dicen que se gana en dólares...", "dicen que es más fácil sacar los papeles...", "dicen…", argumenta una y otra vez.
A unos metros de donde está Ramos, dos organizaciones civiles ofrecen información para quienes decidan quedarse a vivir en la Ciudad de México, pero él insiste en que seguirá su camino al norte, pues espera que allá le resuelvan más rápido si se queda.
"Aquí nos han tratado bien, pero quiero llegar a Tijuana. Yo nunca pensé llegar hasta aquí, no conocía, es muy hermoso", comenta.
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Esperanzas que vienen de Honduras
Oscar Danilo Martínez, un hondureño de 24 años, piensa diferente de Ramos. En su mente, el objetivo es cruzar a EU, a pesar de las advertencias del presidente Donald Trump en contra de la caravana migrante. Para él, llegar hasta ese país representa la oportunidad de brindar una mejor vida no solo a su familia, sino también a los hondureños.
Lo mismo piensa Claudia Yulisa Molina, de 32 años, quien busca apoyar a sus familiares y a sus vecinos con lo que pueda obtener trabajando en EU. Ese es su sueño, al igual que el de muchos migrantes que este lunes arriban al Deportivo Magdalena Mixhuca, en el oriente de la capital mexicana.
"En mi corazón tengo presente a toda la gente de mi aldea, tengo fe en mi dios que estando allá (en EU), yo no me olvidaré de ellos", dice Molina, al recordar las condiciones de pobreza que dejó para sumarse a la caravana que inició su ruta a mediados de octubre.
Como ella, Alma Rosa, una joven que aspira a convertirse en actriz de cine, también habla de ayudar a su familia y a los amigos que dejó en Honduras, el país del que proviene la mayoría de los más de 2,600 migrantes que entre el domingo y el lunes han llegado a la Ciudad de México, según la Comisión de Derechos Humanos local.
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Una vez más, los solidarios
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— ADNPolítico (@ADNPolitico) November 5, 2018
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El recinto que tradicionalmente es testigo de la llegada de miles de jóvenes que acuden a eventos deportivos y festivales musicales estos días cambia su uso para convertirse en escenario de muestras de solidaridad: por sus puertas cruzan migrantes, pero también mexicanas y mexicanos dispuestos a ayudar.
Algunos portan túnicas con signos religiosos. Otros traen chalecos con siglas de diversas instituciones. Y también hay jóvenes y mujeres que se han organizado para apoyar en la medida de sus posibilidades.
Entre esas personas están las madres de la guardería El Arenal, de Coyoacán, quienes decidieron reunir carriolas y cobijas, pues dicen estar conscientes de las necesidades que los migrantes centroamericanos tienen en estos momentos.
"Desde que oímos que la caravana salía de Honduras, yo soy salvadoreña, pues decidimos organizarnos (...) Entendemos que vienen de Centroamérica, donde hace mucho calor, y ahorita hace mucho frío acá”, dice una de las encargadas de las donaciones.
Pablo Cárdenas, vecino de la Unidad Zaragoza, es otro de los capitalinos que decidieron organizarse con sus vecinos para apoyar a los migrantes. En la tarde de este lunes, preparó cerca de 70 raciones de comida, así como agua de horchata y jamaica, que reparte afuera del deportivo.
Al tiempo que distribuye los alimentos junto con su familia, muestra una playera con la leyenda "Donald Trump, me la pelas".
Uno de los migrantes ve la prenda y le dice que necesitarán muchas como esas para cruzar la frontera, y el hombre no duda, se la quita y se la obsequia.
Adentro, una acción similar ocurre cuando un joven le dona sus tenis a otro migrante, en un gesto que quizá explica por qué Oscar Danilo Martínez dice que ha sido "inolvidable" la experiencia de pasar por la Ciudad de México.
Quizá también esas muestras de solidaridad expliquen por qué, a pesar de que a los migrantes aún les restan cientos de kilómetros para alcanzar el "sueño americano", el ánimo no decae e incluso basta para que la bachata que sale de una bocina ponga a algunos a bailar antes de irse a descansar.
Llegada la noche, habrá tiempo de recuperar energías para seguir el todavía largo camino al norte.
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