Joel Ortega dice adiós al 68: México no debe olvidar nunca, sino cerrar el ciclo
CIUDAD DE MÉXICO (EFE) - El movimiento estudiantil de 1968 en México, marcado por la masacre del 2 de octubre, fue un "parteaguas" hacia las libertades en el país, pero se debe "cerrar el ciclo" y apoyar a las nuevas generaciones, destacó Joel Ortega, participante del movimiento.
"Ya pasaron 50 años y tenemos que cerrar el ciclo, aunque ello no quiere decir olvido (...) porque el 68 se convirtió en una lápida para los jóvenes", dijo el sobreviviente de la matanza de Tlatelolco, uno de los episodios más oscuros de represión en la historia de México.
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El economista, escritor y activista quiere acabar con la nostalgia en "Adiós al 1968", un ensayo que rechaza la mirada contemplativa hacia este movimiento, abunda en la autocrítica y confronta los fantasmas del pasado.
"Hoy los jóvenes tienen su propia vida y los viejos no tenemos más que hacer una cosa: quitarnos para que pasen los jóvenes", señaló.
Para él, el movimiento de 1968 permitió un cambio cultural y político en un México autoritario, donde el Partido Revolucionario Institucional (PRI) controlaba la esfera pública y los medios de comunicación.
El 68 fue un factor determinante, un parteaguas, un antes y un después porque paulatinamente se fueron creando islotes de libertad"
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Aunque se ganó en apertura, el triunfo fue muy progresivo y se cometieron errores. Entre ellos, no lograr que el pueblo en su conjunto se sumara a sus reivindicaciones en esos convulsos meses que concluyeron en la masacre en la Plaza de las Tres Culturas.
"No logramos que los trabajadores se sumaran por el control de los aparatos sindicales", dijo y aseguró que esa situación todavía continúa.
Ese 2 de octubre, en la Plaza de las Tres Culturas del popular barrio de Tlatelolco, el Ejército atacó a balazos a los estudiantes congregados en un mitin. Aunque el número de fallecidos y la narrativa cambian —algunos expertos atribuyen a una fuerza policial los disparos—, Ortega contabiliza 58 civiles muertos y dos militares.
"Era un mitin pacífico y (por el número de muertos) fue peor que batallas enteras en Vietnam", rememora sobre ese desenlace de lo que define como un "movimiento bastante naíf", y que coincidió con el inicio, 10 días después, de los Juegos Olímpicos de 1968 en México.
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De esta traumática experiencia, que todavía le produce "coraje", también se llevó varios desencantos.
Militante de la Juventud Comunista desde 1963, Ortega recuerda cómo muchos líderes del movimiento son considerados hoy todavía "héroes", pese a que entraron a formar parte de los "aparatos de Estado".
"Cambiaron los sueños por un escaño", denunció.
La UNAM ha estado recientemente en el ojo del huracán tras una agresión de "porros" (palabra con la que se nombra coloquialmente a los integrantes de grupos de choque) a principios de septiembre en Ciudad Universitaria , que dejó al menos 13 heridos y derivó en una multitudinaria manifestación y varias detenciones.
"Algunos de mis excamaradas piensan que todo tiempo pasado fue mejor y que los jóvenes de hoy son unos pasotas y no les interesa nada, pero esto es mentira. Hace apenas unos días hubo un movimiento (pacífico, la manifestación) que estalló de un día para otro", celebró.
Y antes, destacó, existió la solidaridad de los jóvenes ante los sismos de 2017 o el movimiento #YoSoy132 contra el mandatario Enrique Peña Nieto en 2012.
Sobre el presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, opinó que es una figura "interesante y compleja" que no representa una verdadera izquierda, lo que puede pasarle factura con sus millones de votantes que sí defienden esta ideología.
El líder izquierdista, apodado el Peje, no es más que un "es-pejismo", concluyó.
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