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Universidad de la Salud CDMX, el proyecto insignia de Sheinbaum en crisis

La presidenta electa ha prometido llevar la universidad a nivel nacional para la formación de médicos y enfermeros, sin embargo, estudiantes reclaman falta de profesores e instalaciones sin terminar.
sáb 31 agosto 2024 11:59 PM
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La Universidad de la Salud CDMX se encuentra en paro desde el 5 de agosto.

La Universidad de la Salud (UNISA) de la Ciudad de México ha cumplido tres semanas en un paro que refleja la crisis al interior de la institución educativa con alrededor de 2,800 estudiantes, uno de los proyectos insignia de Claudia Sheinbaum durante su administración en la capital.

La próxima presidenta de México ha prometido llevar esta universidad así como la Universidad Rosario Castellanos a nivel nacional, pese a los problemas que actualmente enfrenta.

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“Cuando fui jefa de gobierno de la Ciudad de México hice dos universidades públicas: la Rosario Castellanos que lleva el nombre de una mujer, una poeta mexicana, y la Universidad de la Salud para formar médicos, médicas, enfermeros y enfermeras. Esas universidades las vamos a hacer nacionales”, expuso en Ciudad Juárez en marzo, entonces como candidata presidencial de Morena.

Con la promesa de ampliar las oportunidades de educación superior para jóvenes así como dar respuesta a la escasez de personal médico hecha evidente durante la pandemia por COVID-19, la UNISA recibió a los primeros estudiantes de Medicina y Enfermería en 2020, generación que ya está concluyendo sus estudios este 2024.

Pero, la Universidad de la Salud se encuentra en paro desde el 5 de agosto, mismo que ha persistido pese a la renuncia de su directora general, Lilia Elena Monroy Ramírez de Arellano, con poco más de un año en el cargo.

“En las últimas semanas hemos vivido una situación extraordinaria y compleja a partir de la toma de instalaciones de nuestra casa de estudios por parte de un pequeño grupo de estudiantes quienes, lejos de buscar un diálogo que permita atender inquietudes de índole académica, han creado un ambiente de hostilidad que dificulta avanzar en el quehacer sustantivo de la institución", indicó en su carta de renuncia dirigida al actual jefe de Gobierno, Martí Batres.

“Siendo consecuente con los valores que siempre he promovido y respetado, y con la convicción de que honrar los principios institucionales es esencial para el bienestar de nuestra comunidad, considero que lo más adecuado en estas circunstancias es presentar mi renuncia”, se lee en el documento presentado.

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Monroy Ramírez fue señalada por estudiantes y profesores del presunto desvío de 15 millones de pesos así como de nepotismo, pues acusan que dio cargos en la universidad a familiares y cercanos, como a su yerno, Rodrigo Armando González de Ita, a cargo de la Dirección de Desarrollo y Evaluación Educativa.

A esto, se suma manejos inadecuados detectados por la Auditoría Superior de la Ciudad de México (ASCM), la cual observó que la universidad no tuvo un programa de capacitación ni evaluaciones periódicas al personal para determinar las necesidades de capacitación y de supervisión. Así mismo la institución educativa careció de un programa con objetivos y metas institucionales.

"(La Universidad de la Salud) no promovió el seguimiento y mejora de los controles internos, ni estableció controles para supervisar las actividades de control interno susceptibles de corrupción; tampoco dispuso de planes o programas para supervisar las actividades de control interno y las operaciones del rubro en revisión”, indicó la Auditoría capitalina en el Informe General de la Fiscalización Superior de la Cuenta Pública 2022.

Los problemas en la UNISA van más allá del cambio en la dirección. Los estudiantes que están por graduarse enfrentan incertidumbre sobre su proceso de titulación, mientras el resto de los alumnos sufren carencias para poder tomar sus clases.

“Llevamos cuatro años en que no se han terminado las instalaciones, siguen yo creo como al 50%. Los edificios según nos dicen que ya están, las áreas de simulación ya están. Hasta ahora no ha quedado el laboratorio, las áreas de simulación, ni siquiera la biblioteca”, cuenta Miguel*, un estudiante de tercer año de Medicina.

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La poca disponibilidad de salones provoca que aquellos disponibles se encuentren saturados, que algunos alumnos deban tomar clases en línea o que deban esperar a que otro grupo salga de prácticas para poder usar un salón. A la escasez de espacios se suma la insuficiencia de profesores.

“Los docentes tienen un exceso de carga, les ponen dos clases agendadas al mismo tiempo y eso no es posible, entonces nosotros tenemos menos horas (de clase) de las que se necesitan para completar el plan de estudios.

“Vamos a salir mañana y no vamos a contar con las herramientas suficientes para poder ejercer”, señala María, alumna de Enfermería de tercer año.

Tuve maestros el año pasado que nos decían ‘me asignaron por primera vez a esta materia, no tengo el conocimiento, vamos a aprender juntos’.
María*, estudiante de Enfermería de la Universidad de la Salud CDMX

Los profesores de la UNISA, quienes se han unido al paro y participado en protestas, han demandado el respeto a sus derechos laborales, como a la asociación sindical, antigüedad y recibir a tiempo sus sueldos, así como cargas justas de trabajo.

María señala que al regresar a clases en su primer día solo uno de sus profesores se presentó y tuvo que tomar clase de pie, además de padecer la falta de equipamiento de las aulas.

“Iniciábamos en Enfermería por completo el 5 de agosto y nos habían asignado aulas pero no tenían ni bancas ni sillas, entonces también nos genera un problema porque estábamos parados o algunos se sentaban en el piso.

“Muchas veces los monitores que tienen en la universidad no funcionan. (…) Eso de alguna forma menoscaba el aprendizaje, más para procedimientos que nos tenían que enseñar cómo se hace. En mi segundo año muchas veces los profesores nos mandaban los videos o materiales pero hay compañeros que por su economía no tenían saldo y no los podían ver”, cuenta la enfermera en formación.

Los alumnos también piden contar con un comedor exclusivo para los estudiantes y profesores, pues actualmente el comedor comunitario es abierto para todo el público, lo que provoca que muchos estudiantes no alcancen alimentos, además de permitir la entrada de personas externas a la universidad, lo que compromete su seguridad.

“Merecemos una educación de calidad, no somos improvisados ni un experimento, porque así se nos ha tratado en los últimos años. Es una gran iniciativa no es el Gobierno de alto nivel, son los directivos de la UNISA los que han mal administrado la universidad. El proyecto es muy bueno pero ya no es un proyecto, ya es una realidad”, considera Miguel, futuro médico.

Queremos ser médicos de primera porque estamos convencidos que lo podemos ser, estamos convencidos con el proyecto, por eso insistimos.
Miguel*, estudiante de Medicina de la Universidad de la Salud CDMX

En noviembre del año pasado, el jefe de Gobierno, Martí Batres, visitó la Universidad de la Salud (UNISA), para ver la puesta en marcha del Comedor Consolidado para el Bienestar que hay dentro de la universidad, el mismo que los estudiantes piden que sólo sea para ellos.

En febrero, ante el bloqueo de alumnos de Medicina y Enfermería de la UNISA para demandar lugares para realizar sus prácticas profesionales, Batres aseguró que se habían resuelto sus peticiones, pero sobre el paro actual no se ha pronunciado.

Federico Döring, coordinador del PAN en el Congreso capitalino, considera que la Universidad de la Salud nació como un proyecto noble para dar respuesta a un problema, sin embargo, no se le ha dado prioridad a la profesionalización y capacitación de médicos y enfermeros mexicanos.

“No tienen la garantía de acreditación en el mercado laboral, de que podrán incorporarse al sector público y difícilmente van a tener respaldo en el sector privado. Ojalá no suceda pero les puede pasar lo mismo que a los egresados de la Universidad (Autónoma) de la Ciudad de México que acuden en muchos casos con la ilusión de prepararse y desarrollarse profesionalmente y no siempre encuentran un reconocimiento laboral y académico porque el Gobierno le dio poca seriedad a estas instituciones.

“Ojalá no termine siendo este el caso, que prejuzguen su talento en función de una institución de la que no se tuvo buena imagen o prestigio académico”, indica el legislador.

Los estudiantes aún analizan junto a las autoridades del Gobierno capitalino el regreso a clases, pues si bien la anterior directora, Lilia Elena Monroy Ramírez de Arellano, presentó su renuncia efectiva a partir de este 30 de agosto, aún no se logran compromisos para dar respuesta al resto de las demandas, como la contratación suficiente de profesores.

María expresa estar preocupada por salir a campo y no tener las herramientas necesarias para poder desempeñarse profesionalmente.

“Está en juego mi vida, mi carrera profesional, el cómo me voy a desempeñar el día de mañana, cómo voy a ayudar a las personas que tengo que curar.

“Si esta universidad se encuentra bien cimentada sería un buen plan nacional pero si ahora esta se encuentra así y quieres abrir otra que va a tener las mismas deficiencias, no tiene sentido”, sostiene la alumna de Enfermería.

Nota: El nombre de los estudiantes entrevistados fue cambiado a petición propia.

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