No es que esta narrativa sea reciente, lo grave es que al parecer la muerte de seres humanos es un costo que este grupo de naciones están dispuestas a pagar en lo humano y en lo político en tanto se logre un tan ansiado como inviable control de fronteras, discurso por supuesto para consumo de la opinión pública interna (votantes) aunque en el sistema de naciones sea visto como un catálogo de violaciones escandalosas a los derechos humanos de las personas en movimiento internacional.
Blanca Garcés, en un certero análisis acerca de las estrategias de la UE identifica dos narrativas de uso cotidiano en las políticas de contención y represión de migrantes en sus fronteras. Por un lado, atribuir la responsabilidad de las muertes de migrantes al crimen organizado, como si fuera un proceso ajeno a su responsabilidad, cuando es precisamente la política de criminalización contra los refugiados lo que genera una escalada en el aumento de los costos por traficar, esto es, cuando el Estado es el promotor central del aumento del incremento del poder económico de estos criminales.
La otra narrativa se refiere a al uso de los migrantes como arma política, como medio de chantaje de parte de los países de tránsito hacia las naciones receptoras. Los modelos turco o marroquí demuestran que los estados tienen un doble discurso sobre las personas migrantes: nos las desean en su territorio, pero son usados como recurso de negociación.
Añadamos finalmente una tercera narrativa, esto es, aquella que instrumentaliza la nacionalidad como criterio de asignación de derechos. La masiva migración de ucranianos a territorio de la UE ha sido respondida con acciones solidarias, con procesos administrativos expeditos y concesión de derechos amplios. El argumento general es que son “los nuestros”: europeos, rubios.
Todo lo contrario al trato que se ha dado a las poblaciones provenientes de África para quienes se reserva la política de criminalización, uno de cuyos resultados más ominosos es lo sucedido en Melilla. Efectivamente, la política migratoria de la Europa de los 27 está extraviada, a la deriva y ha naufragado.
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Nota del editor: Javier Urbano Reyes es profesor e investigador del Departamento de Estudios Internacionales (DEI) de la Universidad Iberoamericana (UIA), académico de la Maestría en Estudios sobre Migración (MEM) del DEI-UIA. Escríbele a javier.urbano@ibero.mx Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.