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#ColumnaInvitada | Opacidad adictiva

Más allá de las embestidas ideológicas del presidente, el INAI es un instrumento que sirve a los ciudadanos para obtener información pública y de este modo vigilar el ejercicio del gobierno.
vie 04 marzo 2022 05:00 AM

La transparencia nació en los Países Bajos en el siglo XVII como imposición puritana: se prohibió usar cortinas en las casas para que los vecinos pudieran ver que en ellas no ocurría pecado. Un siglo después, en 1766, en Suecia se emitió una Ordenanza Real que obligaba al Estado a dar acceso a la información pública.

La transparencia política como valor democrático es mucho más reciente. Fue hasta 1966 en Estados Unidos, con la Promulgación de la Ley conocida como Freedom of Information Act, que una democracia adoptaba los principios de transparencia. En 1993 se fundó Transparencia Internacional.

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En México, bajo el gobierno de Vicente Fox, la exigencia ciudadana para conocer la información pública se plasmó por fin en la Ley Federal de Transparencia e Información Pública, en 2002.

Con avances y retrocesos, de esa Ley se fueron desprendiendo diversas instituciones dedicadas al ejercicio de la transparencia gubernamental. Con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia se esperaba un nuevo impulso a la institución, pero ha resultado todo lo contrario: el INAI ha recibido a lo largo del sexenio diversos embates por parte del presidente, quien considera que no es una institución útil a la ciudadanía, sino un ente público costoso y muy poco funcional.

Según el criterio del titular del Poder Ejecutivo, el INAI no debería ser un organismo autónomo sino un órgano dependiente de la Secretaría de Gobernación. El gobierno exigiéndose a sí mismo documentos que no quiere dar no es una solución adecuada.

“No tenemos nada qué ocultar”, ha afirmado en reiteradas ocasiones el presidente, pero los hechos lo desmienten. El gobierno federal se ha negado a dar información, en la mayoría de los casos por cinco años, declarándolos reservados o confidenciales, documentos sobre el Tren maya, el aeropuerto de Santa Lucía, contratos de compras de vacunas, datos sobre las muertes por COVID, muertes por suministro de heparina sódica en hospitales de Pemex.

También sobre la explosión de Tlahuelilpan, el avión presidencial, el operativo contra Ovidio Guzmán, el enfrentamiento en Nuevo Laredo, los agentes de la DEA en México, el plan contra el robo de combustibles, los gastos relacionados con el evento posterior al Informe 2019, las Actas del Consejo de Seguridad Nacional 2019, sobre el caso Oderbrecht, sobre los avances del caso Ayotzinapa, entre otros. “El que nada debe nada teme”, repite el presidente. A la vista de lo que oculta y reserva, el actual gobierno mucho debe de temer.

El gobierno de López Obrador es alérgico a los organismos autónomos. Considera que son organismos creados en el periodo neoliberal cuya tarea es restarle funciones al Estado para favorecer a una élite de privilegiados. Esta visión estrecha lo llevó a presionar la estructura del instituto fijando topes salariales y aplicando una severísima austeridad que dificultó las labores del instituto. A esa presión presupuestal ha añadido una serie de descalificaciones al Instituto y a quienes lo dirigen.

Más allá de las embestidas ideológicas del presidente, el INAI es un instrumento que sirve a los ciudadanos para obtener información pública y de este modo vigilar el ejercicio del gobierno. De volverse un órgano de la Secretaría de Gobernación, el elemento de vigilancia ciudadana quedaría excluido. La transparencia es una función de la democracia, uno de sus componentes centrales al estar contenido dentro del derecho del ciudadano a ser informado.

Apenas en noviembre pasado el presidente emitió un decreto que consideraba asuntos de seguridad nacional las grandes obras de infraestructura que lleva a cabo su gobierno y, por lo tanto, quedan exentas de transparentar sus procesos. La Suprema Corte de Justicia de la Nación ya conoce el caso y otorgó una suspensión a la aplicación del decreto, en el proceso de Controversia Constitucional que promovió el INAI.

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En otra vía, un Juez Federal concedió también una suspensión, a instancias del juicio de amparo que promovió el Consejo Nacional de Litigio Estratégico. De mantenerse la aplicación del llamado decretazo, resultaría fatal para la rendición de cuentas.

La pandemia agudizó la falta de transparencia del actual gobierno federal. Uno de los procedimientos más usuales es el de recurrir a una declaración de emergencia con el fin de evitar licitaciones abiertas en el área de salud. Otro, el de recurrir al concepto “otros contratos” para que queden fuera del alcance de las auditorías y solicitudes de información en el Portal Nacional de Transparencia.

Muy crítico de la opacidad y la falta de transparencia de gobiernos anteriores, López Obrador al frente del gobierno que encabeza ha disminuido la capacidad de operación del organismo autónomo encargado del acceso a la información pública con su política de austeridad y los continuos ataques que recibe.

Para consumo de la gradería y de los suyos, el presidente se auto califica de transparente, cuando lo cierto es que el gobierno se ha distinguido por su falta de transparencia y su talante anti democrático.

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El autor es Co-fundador de Sí por México.

Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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