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#ColumnaInvitada | Agresiones del presidente, ¿y ahora quién sigue?

Las personas y grupos contra los que el Presidente ha montado su campaña de descalificación van en aumento; ahora es la UNAM, pero lo grave es que la lista continúa creciendo.
sáb 23 octubre 2021 11:59 PM
AMLO critica a la UNAM
El presidente acusa que la UNAM se volvió de derecha.

Vaya que este sexenio se ha desenvuelto como una canasta llena de sorpresas, todas ellas bastante nocivas y sin lógica alguna, por lo menos no conforme a un método esencial de sustento científico. Y lo más extraño es que todo esto se realiza cada mañana desde Palacio Nacional desde hace ya casi tres años. El único objetivo, distraer de la realidad y la nula capacidad de dar resultados.

Y es que como todo en el país es un desastre, el Presidente se ha encargado de gobernar a base de ocurrencias y disuasivos. Como no hay datos duros o temas que avalen su gestión, lo que ha hecho como un método de actuación es ir tras enemigos ficticios, pero con capacidad mediática para alimentar los más elementales y primitivos sentimientos de resentimiento social, de revancha sistemática, y de polarización grupal.

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Y lo malo no se queda ahí. Es peor. Las personas y grupos contra los que el Presidente ha montado su campaña de descalificación y ataque visceral han sido objeto de un incremental riesgo de violencia verbal y física, en muchos casos llegando a amenazas reales por seguidores enfermos e irracionales. El tema es que se han multiplicado los destinatarios de esos absurdos e insensatos ataques. Los insultados han sido muchos y de muy variados sectores. Aquí algunos ejemplos:

1. Políticos del pasado: a pesar de haber dicho durante al menos 20 años que él se encargaría de que todo estuviera mejor en el país, pronto nos dimos cuenta que su discurso era un cuento, nada más que una vil mentira de campaña. Y como este absurdo es inmenso, el Presidente se ha dedicado a desacreditar a sus predecesores, como si eso tuviera algún efecto o mérito real. Si realmente supiera gobernar, hubiera hecho algo por resolver problemas. Pero no sabe nada más que llamar la atención de sus seguidores irracionales. Nada más.

2. Niños enfermos de cáncer: una de las partes más tristes de este gobierno es el que el Presidente ha caído tan bajo que se ha dedicado a desacreditar a los niños enfermos de cáncer y sus padres diciendo que sus grupos tienen motivaciones políticas y que su reclamo de falta de medicinas y tratamientos constituye un ataque visceral. Imaginen ustedes lo bajo que significa saber que las necesidades médicas son reales, pero no se atienden porque destrozaron el sistema de salud y los recursos se administran sin sentido alguno, a favor de proyectos y caprichos presidenciales que carecen de sentido común.

3. Reguladores: Uno de los efectos más importantes de la burocracia ampliada en gobiernos modernos es que los entes públicos son los encargados de ser contrapesos en los temas técnicos, económicos, sociales, estructurales, etc. Cuando el Presidente ataca, remueve y denuesta a estas personas, solamente pone de manifiesto sus planes de absolutismo y autoritarismo. No hay razón alguna más allá de concentrar poder y eliminar quien lo contradiga. Los riesgos son formidables. Ningún país serio puede avanzar sin reguladores fuertes.

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4. Clase media: en cualquier país decente y que se digne de permitir movilidad social y progreso, un factor claro de avance es el crecimiento de la clase media. Ese sector social es el que determina si un gobierno es exitoso o no. Es el termómetro natural de si se abate la pobreza, crece la riqueza, y se distribuye mejor. Pero no para el Presidente, para él la clase media debe ser desestimada, estigmatizada y tildada de aspiracionista. La prioridad es atacarlas para que se multipliquen los pobres, a quienes es más fácil manipular, y que son botines electorales.

5. Científicos: en uno de los actos más cobardes de este gobierno, se ha optado por desacreditar a quienes con apoyo en el estudio metodológico se atreven a ser disidentes. Su labor es la de estudiar, investigar y discrepar. Es el rigor de la ciencia lo que debe guiar su pensamiento y actuación. Pero, como son incómodos para el Presidente, no solamente los desacredita, sino que les lanza encima y provoca que en el caso de un grupo de 31 de ellos, el Fiscal General los acuse y los quiera meter a la cárcel en al menos ya tres ocasiones.

6. Contrincantes políticos: cuando no es posible discernir y discutir con razonamientos sólidos con quienes están en otros partidos o canchas políticas, entonces lo que se procura es simplemente ir sobre ellos para descalificarlos personalmente con vejaciones, inventos y ataques sin sustento legal. Ponerlos en la cárcel o amenazarlos de ello con el apoyo de la FGR y la UIF, parte de su plan de destrucción institucional y de someter a los que no piensen como él.

7. Catedráticos: aunque fue uno de los sectores que más visiblemente apoyaron y apostaron a la fórmula electoral que en 2018 encabezó el hoy Presidente, el desencanto con lo que ha pasado estos tres años ha sido tan profundo que no solamente la deferencia se ha perdido casi por completo, sino que ahora son objeto de grandes ataques y hasta destituciones por capricho. El rompimiento ha llegado a tal nivel, que incluso ahora se ha optado por retirarlos sin causa por simplemente no seguir los caprichos del titular del Ejecutivo. Se han cortado carreras de brillantes profesores e investigadores en instituciones emblemáticas como el CIDE sin ton ni son.

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8. Abogados: en la frustración del Presidente de ver que en el Poder Judicial se logren algunas resoluciones emblemáticas para detener parte de sus abusos, se ha lanzado a desestimar a dichos juzgadores como protectores de los gobernados (que parece no conocer que su fin es justamente el hacer prevalecer el Estado de Derecho) y a los abogados que patrocinan a particulares como traidores a la patria. Vaya frustración que debe tener quien no conoce nada de un sistema legal fundado en que a las autoridades se les controla y no se les aplaude.

9. Legisladores: a propósito de la insensata y absurda propuesta de regresión energética con rango constitucional, violentando el más elemental sentido de división de poderes y autonomía de pensamiento y votación, el Presidente se ha lanzado a la cruzada de decir que cualquier miembro del Congreso Federal que se atreva a votar en contra de dicha iniciativa será objeto del escarnio público y de la instigación por el aparato institucional. Esto es gravísimo pues implica el reflejo más claro posible de la destrucción de los balances propios de un régimen democrático y la puerta de entrada al autoritarismo pleno.

Lo grave es que la lista es larga y continúa creciendo. Tal y como en otros nefastos episodios de la historia, de no parar y reclamar la inútil cacería en curso, el problema es que mientras más personas son victimizadas, el daño es incremental. Si no lo paramos vamos a estar cada vez más vulnerables y por no haber hablado antes, cuando vengan por nosotros no habrá quien nos defienda. Por ello debemos exclamar ya y no permitir más destrucción y pérdidas de paz y vidas.

El problema que estamos enfrentando con este gobierno y en particular con este Presidente es realmente grave. Como todo en la vida, destruir es muy sencillo, reconstruir y ver cicatrices sólidas requiere de mucho mayor tiempo y esfuerzo. No hay duda que es la ruta a seguir, pero el esfuerzo para ello será monumental, empezando por salir de esta perversa, inútil y destructiva ruta. No nos equivoquemos. El futuro del país depende de que no sigamos viendo como se despedaza a quienes el Presidente desprecia. No podemos seguir simplemente esperando a ver quien sigue, porque pronto seremos nosotros mismos.

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Notas del editor:

Juan Francisco Torres Landa es Miembro Directivo de UNE.

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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