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#ColumnaInvitada | Lecciones de la liberación de Ovidio Guzmán

Los hechos del 17 de octubre de 2019 dejan varias lecciones en seguridad pública, como que la comunicación política es clave y que nunca se debe subestimar al adversario, escribe Ramón Celaya.
dom 17 octubre 2021 11:59 PM
Conferencia sobre el 'Culiacanazo'
La imagen corresponde a la conferencia que encabezó el entonces secretario de Seguridad federal, Alfonso Durazo (hoy gobernador de Sonora), para explicar lo sucedido el 17 de octubre de 2019.

El 17 de octubre de 2019 es la fecha que pasó a la historia nacional como el día en el que el gobierno federal decidió claudicar ante la delincuencia organizada, al liberar a Ovidio Guzmán, hijo del narcotraficante Joaquín ‘el Chapo’ Guzmán, argumentando básicamente que no valía la pena la detención de Ovidio, por el alto costo de vidas humanas que estaban en juego.

El ‘Culiacanazo’, como entonces se nombró a la humillación del gobierno federal por parte del Cártel de Sinaloa, fue la gran operación que serviría para catapultar la estrategia federal de “abrazos, no balazos” y fijarla en el imaginario nacional como una forma diferente de pensar la seguridad, pero resultó ser el gran fiasco y la vergüenza a nivel internacional. Fue “el choque entre crimen organizado y Estado desorganizado”, según describió los hechos la revista británica The Economist.

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El infierno se desató a partir de las 15:30 horas del 17 de octubre, cuando iniciaron balaceras en diferentes puntos de Culiacán, Sinaloa, momentos en los que ni el gobierno federal ni el estatal podían dar una versión creíble de lo que estaba ocurriendo. Mientras tanto, las redes sociales y algunos medios de comunicación empezaron a dar cuenta de enfrentamientos entre soldados y sicarios en varios puntos de la ciudad, sin que nadie entendiera lo que estaba pasando.

El entonces secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, informó erróneamente que, durante un patrullaje de rutina, civiles armados habían agredido a elementos del Ejército y la Guardia Nacional en el fraccionamiento Tres Ríos en Culiacán, y que había sido detenido Ovidio Guzmán por casualidad.

Mientras tanto, circulaban imágenes de sicarios del Cártel de Sinaloa en vehículos disparando con ametralladoras Browning y fusiles Barret en contra de las autoridades federales. El caos era ya visible, Culiacán ardía bajo la metralla del Cártel de Sinaloa.

En otros puntos de la ciudad, delincuentes secuestraron a los integrantes de una patrulla militar y dispararon en contra de los edificios donde viven las familias de los militares en Culiacán. Para entonces, la noticia ya había sido confirmada. Ovidio Guzmán había sido detenido por el gobierno y los amagos de los criminales no se hicieron esperar: “O sueltan a Ovidio o habrá una matazón generalizada”.

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El desorden y la descoordinación del gabinete de seguridad orillaron al gobierno a tomar la fatídica decisión de liberar a Ovidio a cambio de la paz y la tranquilidad. Al día siguiente de los hechos, el gobierno federal presentó una relatoría de los hechos minuto a minuto, clarificando que fue un operativo precipitado y con deficiente planeación y sin autorización de los mandos superiores.

El presidente López Obrador, fiel a su estilo concentrador y controlador, consideró que la mejor manera de calmar los ánimos y la dura crítica era asumir la responsabilidad personalmente y señalar que él había dado la orden de liberar al hijo del ‘Chapo’ Guzmán, sabedor de que su bono democrático de 30 millones de mexicanos y su gran popularidad eran suficientes para callarle la boca a la mayoría de los que pedían nombres de los responsables, de todos los delitos cometidos por los servidores públicos que participaron en el fallido operativo.

¿Qué aprendimos de estos trágicos sucesos? ¿Valieron la pena las vidas humanas que se perdieron en el operativo? Pienso que surgieron varias lecciones en materia de seguridad pública.

La primera: la comunicación política es una herramienta vital de cualquier gobierno, máxime cuando se trate de temas de relevancia como la seguridad pública o nacional; los funcionarios no deben mentir ni tratar de ocultar información como ocurrió ese 17 de octubre; si no cuentan con la información actual y verificada, lo mejor es decirlo y esperar a tener más detalles.

Segundo: la inteligencia estratégica es indispensable para la correcta toma de decisiones en el ámbito policiaco y militar; debe buscarse y obtenerse de manera permanente para que, una vez que la información sea procesada y depurada, se obtengan los escenarios aplicables al escenario de operaciones.

Así fue la captura de Ovidio Guzmán

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Tercero: nunca subestimes a tu adversario. La narrativa gubernamental de este gobierno ha versado sobre que, a partir de la detención y extradición de Joaquín ‘el Chapo’ Guzmán, el Cártel de Sinaloa prácticamente había sido desarticulado, pero la realidad demostró que el cártel está más vivo que nunca y que su poder y volumen de fuego es superior al de cualquier policía del país.

Por último: la disuasión es un elemento clave dentro de las estrategias de seguridad para minar las intenciones de los criminales; si el aparato gubernamental renuncia a la obligación legal de combatirlos con frases como “abrazos, no balazos”, los criminales medirán hasta dónde está dispuesto a ceder el gobierno en sus mandatos legales.

Culiacán fue el claro ejemplo de cómo los cárteles le pueden tomar la medida a un gobierno para derrotarlo con sus propios enunciados.

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Nota del editor: el autor ha laborado en dependencias de la Administración Pública; Secretaría de la Defensa Nacional, Centro de Investigación y Seguridad Nacional y Policía Federal. Es maestro en Ciencias Penales, profesor universitario, especialista en inteligencia y procesos de seguridad. Licenciado en Derecho, expositor y capacitador de diversos destacados diplomados en Juicios Orales, Mercadotecnia Política, entre otros. Actualmente se desempeña en el sector privado, cómo socio consultor en Consultoría “CMC Análisis e Inteligencia Empresarial”, empresa enfocada en la realización de auditorías y diagnósticos en seguridad, capacitación a cuerpos policiacos, diseño de equipos de seguridad patrimonial, investigaciones, entre otras.

Twiter: @RCelayaG

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Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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