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#ElPersonaje | Emilio Lozoya: ‘el mandadero’

A un año de su llegada a México, Lozoya no ha podido dar pruebas de sus dichos a la FGR; a estas alturas, es más probable que aparezca la mamá de Luis Miguel a que la historia de Lozoya se compruebe.
vie 16 julio 2021 11:55 PM
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Emilio Lozoya sigue buscando pruebas que confirmen sus dichos sobre los sobornos de Odebrecht.

El próximo 28 y 29 de julio se cumplirá un año de que Emilio Lozoya fue vinculado a proceso tras ser acusado de recibir sobornos de Altos Hornos y Odebrecht. Durante todo este convulso año el exdirector de Pemex no ha pisado la cárcel en ningún momento y las audiencias intermedias a petición de la propia FGR se han aplazado ¡en al menos tres ocasiones! en enero, abril y julio de este año.

Y es que ahora el petardazo de Lozoya solicitó una prórroga de 30 días más para comparecer en los casos de Odebrecht y Agronitrogenados, ya que busca obtener información bancaria de Alemania y Suiza para su defensa y pueda comparecer en agosto. Sería bueno que nos diga si las está buscando debajo del colchón, en Rusia o en las oficinas de Pemex.

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Esofagitis provocada

Emilio ha argumentado un problema en el esófago, para no pisar la cárcel, pero la realidad es que su problema no es de salud, bueno... sí, pero de salud mental, al mostrar –¿cómo llamarla?– una mitomanía patológica con cuadros de impotencia. Como su condición ya es ampliamente conocida en el medio político y judicial, su intención de seguir buscando el criterio de oportunidad ya no solo es de risa, sino producto del delirio. A estas alturas, es más probable que aparezca la mamá de Luis Miguel a que la historia de Lozoya se compruebe. ¡Así de fuerte!

La parálisis en su proceso no solo le beneficia a él, sino también a su esposa Marielle Helene Eckes, su hermana Gilda Susana y a su madre Gilda Margarita Austin y Solís, quien enfrenta la medida cautelar de prisión domiciliaria. Y es que hay que recordar que el exdirector de Pemex hizo de sus fechorías un negocio familiar.

Lozoya y la verborrea

Es apenas natural que alguien con las características de Emilio haya desarrollado esofagitis, a partir de su logorrea y habladurías.

A la fecha, Lozoya no ha podido comprobar el financiamiento en la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto; el supuesto reparto de sumas millonarias para votar a favor de la reforma energética del sexenio pasado y bueno, ni siquiera el haber repartido regalos a la prensa para hablar bien de Pemex y del Gobierno.

Su credibilidad y reputación es como su salivación: busca manchar, es desagradable y nadie está dispuesto a meter las manos por él.

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Para todo mal, mezcal

De toda la parvada Lozoya, Gilda Susana –su hermana– acaba de impugnar el fallo de un juez federal que le negó el amparo contra una orden de aprehensión por su presunta responsabilidad en operaciones con recursos de procedencia ilícita que la involucran en el caso Agronitrogenados. De acuerdo con Gilda “el juez transgredió sus derechos humanos de audiencia y legalidad”.

No olvidemos que, según documentos de la PGR, ahora FGR, en 2012 se transfirieron 3 millones de dólares de la empresa Altos Hornos de México a una cuenta de la que es beneficiaria.

Vaya que esta familia tiene penas que llorar… Lo bueno es que mezcal le sobra. Pregúntele a Juan Lozoya, el tercero de los hermanos y conocido como “El Rey Mezcalero”. Juan recibió financiamiento público para promover dicha bebida en toodo el mundo. Y ahora, se dedica a expandir su negocio.

No cabe duda… ¡Qué bonita familia! ¡Salud!

#QuéPasóCon el combate a la corrupción?

El mandadero…

Mi demanda contra Lozoya por daño moral sigue su curso y justo la semana pasada cerramos el periodo probatorio en el cual logré acreditar que la tienda, dónde según él me habían comprado una bolsa Chanel entre 2013 y 2014, estaba cerrada. Sí, Chanel en Polanco cerró en el 2011.

Siendo cínica, fíjense en la historia: soy una periodista TAN importante que, en los tiempos de Enrique Peña Nieto, el vicepresidente del país en esos momentos, Luis Videgaray Caso, –el otro era Osorio Chong–, en lugar de mandarme auditorías para callarme pues era el secretario de Hacienda, me mandaba comprar con el dinero de las maletas en efectivo de Odebrecht una bolsa de Chanel de una tienda que NO existía en Polanco y el mandadero era ni más ni menos que Emilio Lozoya! ¿Cómo les quedó el ojo?

Y como la curiosidad mató al gato déjenme contarles que me tardé casi siete meses en notificarlo, pero finalmente lo pude hacer en la dirección de la casa de su papá, Lozoya Talman, el mismo que lo entregó a las autoridades y que Emilio se negó a ver mientras estaba en la cárcel en España, quesque por traidor.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única de la autora.

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